Poco a poco cobraba la conciencia, un irritante sonido que se repetía una y otra vez me despertó y abrí los ojos. Me encontraba en una de las habitaciones del hospital y también estaba conectado a una intravenosa de suero. En pocos segundos mi jefe entro por la puerta —¿Qué me sucedió?— pregunte. —Doctor Augusto, usted se desmayo de la nada. Cuando la enfermera entró a su consultorio lo vio en el suelo y rápidamente pidió ayuda. —Es exceso de estrés, estoy seguro— digo seguro de mí, pero soy corregido. —No doctor Augusto, hice unos análisis cuando usted estaba inconsciente y lamentablemente tiene inicios de anemia— corrige. —¿Está seguro que tengo eso?, yo cuido mi alimentación y también hago ejercicio. —Hice unos análisis de sangre y estos arrojaron una disminución en sus glóbulos