¡Seis meses! Quien hubiera imaginado que el tiempo pasaría tan rápido, incluso más rápido que el fluir de un rio o el correr de un felino, y tan inverosímil como atrapar rayos de sol con las manos. Esos seis meses fueron absolutamente maravillosos: tuve a Samantha, mi amada hija, entre mis brazos, cuando pensé que no la volvería a ver durante mucho tiempo. Durante ese lapso pude recuperar parte de sus memorias perdidas, aunque en percepción psicológica e incluso astral, el tiempo era algo que no se recuperaba y si pasaba... simplemente transitaba a los confines de la soledad. Lo bueno fue, que así no lo sentí; fue como si mi vida durante ese tiempo hubieran sido los ensayos de una obra, las dificultades fueran la presentación y el aplauso del público la recompensa, traducida a tenerla nuev