Anna regresa a su habitación, está agotada del viaje; por suerte para ella, el mayordomo había logrado despertar en Elisa el deseo de volver a pintar. Desde muy pequeña la pelirrubia tomaba cualquier papel y lápiz y pasaba largas horas dibujando sin parar, a veces hacia caricaturas de su tres hermanas y en ocasiones muy buenos retratos de alguna de ellas; mas cuando Elisa entró a su etapa adolescente, lo dejó de lado. Al verla de nuevo dibujar, Anna no puede evitar emocionarse y llorar de alegría. Mas, si por un lado se sentía tranquila; por otra parte, no dejaba de sentirse desleal con su hermana. Aquel beso de Rodrigo la provoca un intenso estremecimiento, hasta ese momento desconocido para ella. Nunca antes había sentido algo similar, era como si el leve roce de sus labios húmedos le