Anna se sorprende al ver que es él, nuevamente, su salvador. La presencia de Antuam en aquel preciso momento, la llena de tranquilidad. —¿No me escuchaste? Aléjate de la señorita en este mismo momento. —el hombre gruñe con rabia al ver que Anna logra salvarse por tercera vez de sus oscuras intenciones.— Vamos Anna, salgamos de aquí. La pelinegra asiente, no le salen las palabras, un nudo en su garganta las ahoga. Antuam la mira con preocupación y en un tono amable le pregunta: —¿Estás bien? —Sí, gracias —dice finalmente y se cuelga a su cuello.— No sé como agradecerle lo que ha hecho por mí últimamente, duque. De una u otra manera termina sirmpre siendo mi salvador. —No se preocupe, Anna; mientras esté cerca nadie podrá lastimarle. Es la hermana de la princesa y cuñada del príncipe,