Rodrigo se siente ansioso y bastante asfixiado dentro del nuevo traje color vino que ha mandado a confeccionar su madre, en conjunto con otros muchos, antes de que incluso hablaran sobre la fiesta para anunciar a la elegida. Y no. No se siente así porque el traje esté ajustado, es más, le queda suelto en algunas partes; es sólo que la idea de que mañana se llevará a cabo su matrimonio con Elisa, y casi peor aún: que se encuentra a tan sólo unos minutos de ver a la familia Moguer, lo tiene desesperado. Pues Anna, la tenaz chica, no ha dejado de aparecerse en sus más hermosos sueños, ni con ese carácter que él sabe que ella tiene. Antuam le ayuda a ajustar su chaqueta, y al verse ambos a la cara, su amigo sonríe. —¿Qué?, ¿crees que podría salir corriendo ahora? —No —Antuam le dice, y pasa