Cuando Zoey y Murat salieron del cuarto de trebejos y buscaron a Camila o a Emmanuel, supieron que ellos se habían marchado de la empresa. —Debemos esperar a mañana —dijo Murat tan frustrado, luego cayó en cuenta de algo fatal—. No tenemos pruebas, ¡Maldición! Zoey se arrepintió de no haber grabado nada, pero temió que, si lo hubieran hecho, los hubieran descubierto. —Creo que los Harp, creerán en nuestra palabra —dijo Zoey Murat anhelo que así fuera. *** Emmanuel detuvo el auto frente a esa mansión. —¿Estás segura de que harás esto? Camila, no quiero —dijo frustrado. —¡Oh, vamos, cariño! Por favor, no te preocupes, además, no me quedo sola, el chofer me esperará. Emmanuel lanzó un suspiro, asintió, ella le dio un beso. —No demores y no hagas caso a ese hombre tonto. Camila