En ese momento, Estefanía sintió que le caía un balde de agua fría, era cierto, había dejado todo por Fernando, antes con Emmanuel ella era la millonaria y ese Fernando era un joven que le gustaba, de menos rango y que estaba loco por ella. Pero, ahora, las cosas no lucían tan sexis como antes. Ahora ella ya no era rica, ni poderosa, ahora se veía como una mujer de treinta y seis años, en nuevas nupcias, vivía en un pent-house, pero, ¿podría sostenerlo con el sueldo de un gerente? Rodó los ojos. No iba a ponerse a llorar, ni a arrepentirse de lo que hizo. —Lo hecho está hecho —dijo y se fue del hotel. *** Cuando llegó a casa, encontró a Fernando, qué estaba curioso, por lo que el señor Sahagún le dijo. —¡No puedo entrar a los archivos de Emmanuel! No me dejarán tocar nada que tenga