CAPÍTULO DIECISÉIS

1597 Words
EZRA   Miro a la pantalla rota del teléfono y releo su último mensaje una y otra vez, mientras siento el hueco en mi pecho hacerse más grande cada vez, sé que no debí haber hecho eso, no debí haber golpeado a ese idiota, aunque se sintiera bien hacerlo fue una enorme estupidez de mi parte y ahora ella me odiará más que nunca después de todo lo que pasó hoy, después de lo que le dije e hice, seguramente ya no va a querer hablar conmigo otra vez.   “Pero ese era el punto, ¿no?” me digo a mí mismo mientras camino de vuelta a esa casucha miserable que llamo hogar.   Mi padre me pidió que me acercara a ella tan pronto como se enteró de que estaba asistiendo a esa universidad, hizo todo lo posible para organizar el traslado desde mi otra universidad en donde me estaba yendo bastante bien, y me trajo aquí para que le sirviera de peón en sus planes absurdos, me hubiese negado de no ser por Stella, si tuviera al menos una pequeña garantía de que ella estaría bien si yo lograra irme, lo haría, pero es todo lo contrario, desde que él se dio cuenta el vínculo que formamos, la ha estado usando contra mí para que obedezca sus órdenes, ya que ahora que soy más alto que él le queda imposible someterme por la fuerza como solía hacerlo cuando era chico.   En un principio traté de causar tantos problemas en la universidad como fuera posible, con la esperanza de que al hacerlo ellos me expulsaran y así no tendría por qué cumplir las órdenes de mi padre, pero él de alguna forma consiguió el dinero suficiente para hacer una donación generosa a la universidad y así el consejo considerara no expulsarme.   Aún recuerdo con claridad el día en que la ví por segunda vez en mi vida, entré a esa sala de juntas con la firme intención de portarme como un total imbécil para no dejarles otra opción que expulsarme, y luego la vi, sentada allí con sus enormes ojos azules y su largo cabello n***o, mirándome como el día en que me descubrió colándome a su fiesta de cumpleaños, y todos mis planes se fueron al traste.   No podía irme ahora que la había encontrado de nuevo, así que me comporté, e incluso rogué que no me expulsaran de la universidad, y cuando me dijeron que ella me ayudaría con el asunto de las tutorías no podía creer mi suerte, hasta que dijeron su nombre y entendí que había ido allí para acercarme a ella, no sabía con qué fin, pero supe de inmediato que todo ello tenía que ver con esas largas horas sentados en el auto con mi tía Cora observando hacia el castillo.   Y traté, realmente traté de alejarme de ella, contrario a lo que se me había ordenado, pero supuse que si lograba obtener información suficiente para darle a mi padre, él me dejaría en paz por un tiempo, y así fue, hasta que ella empezó a andar con el imbécil de Jenkins y todo mi autocontrol se fue a la mierda, recuerdo perfectamente cómo se me heló la sangre cuando ella me preguntó cómo sabía en dónde vivía después de que me aparecí en su casa, y afortunadamente pareció creer mi excusa, o de lo contrario no podría haber explicado cómo sabía con certeza en dónde encontrarla, y no podía simplemente decirle que de niño había pasado horas observando esa enorme construcción blanca con la esperanza de que algún día pudiera vivir en un sitio así, o de lo contrario ella pensaría que soy un acosador y se asustaría.   Lo que vino después sólo puede ser descrito como las mejores semanas de mi vida, cada vez que nos veíamos a escondidas, aún si era en esos malditos depósitos oscuros que me traían recuerdos de cuando me castigaban encerrándome en el sótano, nada de eso importaba cuando ella entraba con su sonrisa traviesa, segura de haber cometido la pilatuna más grande de su protegida y segura vida, y yo sentía que los minutos se pasaban demasiado rápido mientras la tenía así tan cerca de mí.   Y entonces llegaba a casa, tratando de ignorar el hecho de que mi vida afuera de la burbuja de felicidad que ella traía, era una maldita miseria, soñando con el momento en que volviéramos a encontrarnos y pudiera olvidar todo lo que pasaba a mi alrededor así fuera por dos cortas horas, ella hablaba sin parar, de su familia, de su vida, de sus clases, y yo la escuchaba con tanta atención como si me estuviera contando los secretos más grandes del universo, porque para mí lo eran, en todos esos años que pasaron desde la primera vez que la conocí hasta nuestro primer encuentro en el depósito de arte, solía pasar mis noches imaginando cómo sería su vida, y ahora podía saberlo con detalle.   Mi padre seguía pidiendo cada vez más información, y yo debía ser muy cuidadoso para filtrar todo lo que ella me decía y darle sólo pequeños extractos que lo mantendrían tranquilo pero sin exponerla a ella a nada, pues aunque él nunca me dijo para qué quería que yo me acercara a ella, no se requiere ser un genio para saber que aquello no significaba nada bueno, sin embargo, subestimé la inteligencia de mi padre, me distraje tanto en el pequeño mundo feliz que había construido alrededor de mis encuentros con Abby, que no noté cuando me puso el micrófono en el bolso y empezó a escuchar todo lo que pasaba en mi día, especialmente cuando estaba con ella.   Y entonces llegué a casa un lunes y lo primero que encontré fue a Stella con el labio partido, me invadió la ira y la culpa, lo golpeé por primera vez en mi vida y él sólo me observó con una sonrisa cruel en el rostro, como si le hubiese divertido ser golpeado por mí, luego, sin mediar palabra, se giró hacia Stella y la golpeó de la misma forma en que yo a él y mientras yo trataba de recomponerme por lo que acababa de hacer, él la llevaba a ella al sótano para encerrarla con las ratas igual que había hecho conmigo.   La escuché gritar mi nombre una y otra vez, la escuché llorar y quejarse, la escuché chillar con horror cuando una rata se le acercaba y no pude hacer nada, absolutamente nada, sólo sentarme en el suelo junto a la puerta del sótano y tratar de calmarla como mejor podía, pero sabiendo que no hay ninguna palabra que pueda servir para hacer que esa horrible experiencia se vuelva mejor, y menos en el caso de Stella, pues ella no podría entender mucho de lo que le dijera por más que lo intentara.   Al día siguiente me aseguré de que Abby me viera con Chloe, tenía la firme intención de hacer que ella se alejara de mí por su propia cuenta y así mi padre no podría culparme de ello, además si él sabía que estaba viéndome con otras chicas, no tendría motivos para pensar que estaba empezando a tener sentimientos por Abby y no trataría de usarla en contra de mí, así como lo hace con Stella; pensé que después de ello Abby no querría saber nada de mí, y es que por unos días pareciera que ella me estaba evitando, por lo que fue una sorpresa cuando ella accedió a verse conmigo el viernes en el depósito de arte, aunque claro, Abby siendo Abby no se iba a quedar de brazos cruzados y ya había ingeniado una forma de desquitarse conmigo por lo que había hecho.   Realmente traté de mantener mi compostura, pero los celos me ganaron, y lo que se suponía que debía ser una frase corta para hacer que ella se alejara de mí, terminó siendo la estupidez más grande que he dicho en mi vida, su expresión dolida cuando lo dije aún sigue apareciendo en mi mente como un recuerdo que me persigue y me recuerda lo mucho que está en juego aquí, no quiero que mi padre la use para uno de sus planes retorcidos, así eso significa no volver a estar junto a ella, no volver a besarla o sentir su calor junto a mí, así eso signifique que ella deba odiarme, es mejor eso a saber que por mi culpa algo malo le suceda a ella o su familia.   Y mi determinación casi se va al traste cuando la ví besando a ese imbécil, sentí la rabia burbujear dentro de mí, sentí los celos apuñalarme como mil cuchillos ardientes en el pecho, y cuando estaba haciendo acoplo de toda mi fuerza de voluntad, ella lo besa de nuevo, no puedo justificar lo que hice, no hay ni la más mínima posibilidad de que pueda contarle a ella los motivos detrás de mi comportamiento errático, me odiaría aún más de lo que debe estar haciéndolo ahora y además la pondría en peligro si mi padre se entera de que ella tiene algún tipo de conocimiento sobre lo que está pasando.   Conozco a mi padre, sé lo peligroso que puede llegar a ser y lo peor es que no puedo hacer nada, no sólo porque Stella esté en peligro, sino porque sé que mi padre me hundiría junto con él si llegara a decirle a alguien sobre él, pues las cosas que me hizo hacer cuando era más joven no sólo me perseguirán por toda la vida, sino que podrían llevarme a la cárcel.
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