CAPÍTULO VEINTICUATRO

1668 Words
ABIGAIL   Tenía razón al esperar que la actitud de Al y Charlie cambiara respecto a Ezra, no obstante, el cambio no fue tan drástico como creía, pues aunque ellos sí solían fingir que no se daban cuenta de algunos de nuestros encuentros en la universidad, y sé que no le han reportado nada a mi madre, porque de lo contrario ella ya hubiese hecho todo un análisis de antecedentes sobre Ezra, aún así ellos son reacios a mentir y cubrirme para salir a citas con Ezra que impliquen alejarnos en un radio de cinco calles a la redonda de la universidad.   Cada vez que lo he intentado en los últimos dos meses, la respuesta siempre es la misma: que ellos deben reportarlo antes de podernos cambiar de ubicación, lo que sí han hecho, es ayudarme a omitir algunos detalles de vez en cuando, así que le pido a Emma que vaya conmigo y de esa forma la información que mis padres reciben es que voy al centro comercial o al cine con mi amiga, lo que dejan por fuera, sin embargo, es que una vez allí Emma pasa buena parte del tiempo coqueteando con Charlie mientras yo me encuentro con Ezra.   Me siento salida de un cuento medieval, y a veces encuentro graciosa la ironía de que el apodo que me pusieron en la universidad “la princesita”, es realmente como me tratan en algunas ocasiones, sin libertad para salir con quien quiera y a donde quiera, con guardias que me siguen como sombras, y usando a una amiga para tener encuentros secretos con mi pretendiente plebeyo, o al menos así es como Ezra se describe así mismo, pues él se ha negado a que le diga a mis padres acerca de nuestra relación, ya que afirma que ellos probablemente no lo aprobarían.   Y no es que yo esté muy impaciente por decirles, pues sé que una vez que la verdad salga a la luz, mi madre no me dejará tranquila ni un segundo y querrá que los guardaespaldas le informen de cualquier mínimo movimiento que haga, especialmente si involucra a algún chico; pero también soy consciente de que en algún punto será insostenible continuar con este secreto, además de que no quiero esconder a Ezra por siempre, por lo que he tratado, de la forma más sutil de la que he sido capaz, de darle indicios a mis padres de que podría haber alguien en mi vida.   Se hubiesen dado cuenta solos de todas formas, ya que, si bien mis encuentros con Ezra han sido un secreto total, me ha resultado imposible esconder el hecho de que él me hace completamente feliz, es tan evidente en mi rostro, en mi actitud, incluso en la forma como me relaciono con los demás, que algo ha cambiado en mi vida, que aun sin los comentarios imprudentes y sin filtros de mi primo Connor, cualquiera podría darse cuenta de ello.   Así que cada vez que mi madre ha intentado interrogarme al respecto, como es su práctica usual cada vez que siente que algo se está saliendo de su control, simplemente me he limitado a decirle que no sé de lo que está hablando, o que simplemente estoy feliz porque me está yendo bien en la universidad, y estas mentiras habían funcionado perfectamente hasta el día en que una de sus amigas me vio saliendo de cine con Ezra, afortunadamente Emma y Charlie estaban cerca, y Al llegó un instante después, por lo que logré convencerla de que estaba en una salida en grupo.   No obstante, su amiga no reparo en detalles y le contó a mi madre que me había visto demasiado cerca de un chico y que parecía que estuviéramos en una cita doble, así que tan pronto como llegué a casa y la vi sentada en la sala principal esperando por mí, tuve que aguantar su largo sermón sobre ocultar cosas y tuve que decirle que si bien me gusta un chico, aún no hay nada oficial de lo que pueda contarle y que tan pronto como esté lista para dar el siguiente paso, se lo haré saber, que no fue una cita sino que simplemente nos encontramos con él por casualidad, algo que ella claramente no creyó, y que Al y Charlie no sabían nada al respecto, pues no quería que ellos se metieran en problemas después de todo lo que han hecho, o mejor dicho, no han hecho, para ayudarme.   Después de ese día, tuvimos que empezar a ser aún más cuidadosos y aunque Al no parecía nada feliz con tener que sentarse conmigo cada semana antes de su reunión con mis padres en la cual les da el reporte de la semana, era necesario ponernos de acuerdo en qué cosas le iban a reportar a mi madre, para que cuando ella empezara sus usuales interrogatorios no nos fuera a atrapar en una mentira y terminaran despidiéndolos, pues ellos dos y Emma se han convertido en nuestros más queridos y necesarios aliados.   Sin embargo, después de dos meses de mentiras, reportes a medias, encuentros furtivos y un par de ocasiones en las cuales los guardias por poco atrapan a Ezra cuando estaba intentando entrar o salir de mi habitación, decidí que ya había tenido suficiente de ello y que era hora de decirle la verdad a mis padres, bueno, de decirles parte de la verdad; así que después de una fuerte discusión con Ezra, en la cual él me pidió que esperara un poco más y yo le dije que su renuencia sólo me hacía sentir como si él se avergonzara de salir conmigo, finalmente acordamos en que le diría a mis padres que había empezado a salir con él para que así no tuviéramos que escondernos más.   Así que, reuniendo todo el coraje del que soy capaz, esperé a mi madre en su estudio cuando llegó del trabajo y vi el pánico cruzar su rostro por un instante cuando notó mi expresión seria, pero mi padre fue más rápido en actuar para evitar que ella se formara mil escenarios trágicos en su cabeza antes de que yo pudiera siquiera abrir la boca para hablar.   “Abby, qué gusto ver que por primera vez eres tú quien nos espera a nosotros para hablar y no al contrario,” mi padre exclama mientras se acerca a darme un beso en la frente como siempre hace cuando me saluda o se despide de mí.   “No seas exagerado, papá, yo los he esperado muchas veces antes,” le respondo.   “Pero sólo cuando quieres pedir algo,” mi madre interviene.   “Eso no es del todo cierto,” yo respondo.   “No, también lo haces cuando tienes alguna pilatuna que confesar antes de que alguien más lo haga por ti,” ella me dice y yo frunzo el ceño.   “¿Tan mal concepto tienes de mí?” le pregunto y veo que su rostro se nubla con culpa.   “No, cariño, claro que no, sólo quería bromear un poco contigo,” ella se apresura a decirme.   “¿De qué quieres hablar con nosotros?” mi padre pregunta.   “Quería decirles que estoy saliendo con alguien,” les digo de inmediato, pues sé que si espero más tiempo no voy a poder hacerlo y ambos se sorprenden tanto que pareciera que les va a dar un infarto en cualquier momento.   “¿El chico del que habías hablado?” mi padre pregunta al ver que mi madre no dice nada.   “Sí, él, sólo quería que supieran que él me pidió ser su novia y yo acepté, así que de ahora en adelante empezaré a salir con él, pero no se preocupen que él está al tanto de todas las reglas y no tiene problema con ello,” les digo y mi madre parece cada vez más sorprendida, mientras mi padre parece estar tratando de contener la preocupación que es evidente en su rostro.   “¿Quién es? ¿Cómo se llama?” mi madre pregunta, finalmente saliendo de su estupor.   “Se llama Ezra y esa es toda la información que les voy a dar sobre él, así que no insistas, y no quiero que lo investigues, él no es un criminal,” le digo directamente a mi madre y ella se cruza de brazos.   “Necesitamos saber quién es y necesitamos estar seguros de que no es un riesgo para ti,” ella me dice.   “¿Cuándo empezaste a salir con mi padre estabas segura de que él no sería un riesgo?” le pregunto.   “Claro que sí,” ella responde de inmediato y mi padre la mira con incredulidad.   “¿Y cómo lo supiste? ¿Le hiciste un examen de antecedentes también?” le pregunto.   “Bueno, no, pero sabía quién era él,” ella responde, pero sé que estoy empezando a ganar esta pequeña batalla.   “Exactamente, yo sé quién es Ezra y sé que es buena persona, así que no quiero que lo investigues,” le digo con firmeza.   “Está bien,” ella acepta de mala gana.   “Promételo,” le insisto y ella aprieta los labios mientras mi padre la mira con intensidad, casi como diciéndole que debe prometerlo, y ella finalmente cede a la presión de ambos y dice:   “Lo prometo…” por lo que yo empiezo a sonreír, pero luego ella añade, “siempre y cuando lo traigas aquí para que podamos conocerlo,”   “¿Qué? No, no haré eso,” le respondo de inmediato.   “De hecho, estoy de acuerdo con tu madre en eso, yo también lo quiero conocer,” mi padre interviene y yo miro de uno al otro con incredulidad.   “Puedes invitarlo a mi cena de cumpleaños que será en dos semanas, tendrás tiempo de sobra para prepararte y prepararlo mentalmente para conocer a toda la familia,” mi madre dice y veo un tinte de astucia en sus ojos.   Oh dios, esto no será bueno.
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