Destinos Entrelazados (Badboy's series 4)

CAPÍTULO VEINTIOCHO

EZRA

Tan pronto como llego a casa encuentro a mi padre en un estado tal de agitación que debo esperar un momento en la puerta hasta que se calme lo suficiente para poder entrar, y tan pronto como lo hago, él se acerca a mí y con una mirada casi maniática empieza a hacerme toda clase de preguntas, algunas de las cuales no tienen mucho sentido.

“¿Quiénes estaban allí?”

“¿Con quién hablaste?”

“¿Alguien te reconoció?”

“¿Te mencionaron a los Pemberton?”

“¿Los Pemberton te vieron?”

“Creo que lo mejor es que termines esta tarea ya, no es necesario que vuelvas a ver a la chica, ya tengo la información que necesitaba, de hecho, no vuelvas a ese lugar nunca más,” él finaliza diciendo y yo lo miro sorprendido.

“¿Qué? ¿A qué te refieres?” le pregunto.

“Sólo obedece y ya está,” él me dice y yo sacudo la cabeza mientras le digo “No,” de inmediato, antes de darme cuenta del error que estoy cometiendo al dejarle ver lo mucho que me afecta.

“Quiero decir, ¿estás seguro de que esa es una buena idea? Creo que si la dejo de ver de repente ella podría pensar que algo sucede y no sería bueno atraer ese tipo de atención,” le digo y él me mira con molestia.

“Me importa una mierda lo que esa mocosa piense, simplemente déjala de ver y ya está,” él me dice.

“Pero no entiendo por qué de repente tengo que dejar todo así y no volver a acercarme, ¿estás seguro de que tienes toda la información necesaria?” le pregunto, rogando internamente para que él cambie de opinión.

“¿Te atreves a cuestionarme? ¿Te tengo que recordar las consecuencias de tu desobediencia?” él me dice y yo siento la sangre empezar a burbujear con rabia, y él parece notarlo, porque de inmediato se gira hacia la escalera y grita:

“¡Stella, ven aquí de inmediato!”

“No, está bien, no la veré más, no te preocupes y por favor no lastimes a Stella, ella no tiene la culpa,” le pido y él enarca una ceja hacia mí.

“Okey, hazlo ya entonces,” él me dice.

“¿Qué?” pregunto desconcertado.

“Termina con ella ya, envíale un mensaje de texto y termina con eso de una vez,” él me dice y yo me muerdo el interior de mi mejilla mientras trato de encontrar alguna salida.

“Si lo hago de esa forma ella no se va a quedar tranquila, va a querer que hable con ella y no se detendrá hasta que lo consiga, podríamos atraer atención innecesaria así, el lunes en la universidad hablaré con ella,” le digo y él suelta una risa burlona.

“Parece que ya la conoces bien, ¿no es así?” él me pregunta.

“Es mi trabajo, para eso me pediste que me acercara a ella,” le respondo en tono neutral, tratando de que no se me note el pánico en la voz.

“Está bien, dile que te haga saber cuando se termine esa maldita cena y se vayan todos los invitados, después pídele que salga a la entrada de la casa y terminas con eso de una buena vez, NO VAYAS A ENTRAR ALLÍ NUEVAMENTE,” él me ordena en un tono molesto y puedo sentir un tinte de pánico en su voz, pero estoy demasiado preocupado por Abby para fijarme demasiado en ello.

“¿Por qué los odias tanto?” le pregunto de repente, después de haberle enviado un mensaje a Abby para preguntarle cómo va la cena.

“¿Qué? ¿A quiénes?” él me pregunta confundido.

“A los Arlington, y por lo que noté esta noche, a los Pemberton también, ¿por qué los odias tanto?” le pregunto.

“Son malas personas,” él responde simplemente.

“Pues por lo que pude ver esta noche no lo parecen, de hecho, es todo lo contrario, a mí me parecieron amables y cariñosos,” le respondo y él me mira con ira, luego se acerca hacia mí, cojeando como lo ha hecho desde siempre, según él por un accidente en el trabajo antes de que yo naciera.

“¿Buenas personas? ¿Ellos? ¡ELLOS NO SON BUENAS PERSONAS, SON UNA ESCORIA QUE MERECE TODO EL SUFRIMIENTO QUE PUEDA DÁRSELES!” él me responde, levantando el tono de su voz y haciendo que su rostro se torne rojo de ira.

“No lo entiendo, ¿qué fue lo que te hicieron para que los odies tanto?” le pregunto.

“¿Realmente quieres saberlo?” él me pregunta mientras entrecierra sus ojos hacia mí y yo asiento.

“Ellos son los responsables por la muerte de tu madre,” él me dice y yo siento que la sangre se congela y mi estómago se remueve de forma incómoda.

“¿Mamá fue asesinada? ¿Por qué no me habías dicho eso antes? ¿Y qué tienen que ver los Arlington con ello?” le hago sólo algunas de las docenas de preguntas que están inundando mi cabeza en este instante.

“No quería que cargaras con ese rencor como yo lo he venido haciendo desde hace tanto tiempo,” él responde mientras se da la vuelta para evitar mi mirada.

“¿Qué sucedió?” le pregunto en un hilo de voz.

“Tu madre trabajaba para una de las empresas de ese maldito grupo Graham, y un día le ordenaron hacer algo para lo que no estaba capacitada, entonces todo salió mal y ella falleció en un accidente dentro de la empresa, ellos intentaron cubrir todo y lo lograron, sólo necesitaron sacar su billetera y llamar a su abogado, el gusano Pemberton, y así cubrieron todo, se libraron del castigo que merecían y luego intentaron insultarnos ofreciendo dinero a cambio de mi silencio, pero yo no lo recibí y tuve que hacerme cargo de todo yo, creciste así, pobre y sin madre por culpa de ellos, todos ellos son unos malditos desgraciados que usan su dinero y poder para abusar de nosotros los más débiles.

Yo sé que no he sido el mejor padre, pero ha sido muy difícil para mí hacer todo esto solo, y luego encima llega la hermana de tu madre y me deja aquí botada a esa mocosa buena para nada, como si no tuviera ya suficiente carga contigo; por eso es que he tenido que hacer todo tipo de trabajos, por eso te he pedido que me ayudes, es lo único que he podido hacer para nuestra supervivencia, sé que me odias por lo mal que me he portado, pero todo lo que he hecho ha sido para poder tener la venganza que merezco, todo ha sido culpa de ellos y por eso no debes sentir simpatía por esa gente, son una peste que debe ser eliminada y tú me vas a ayudar con ello, ¿no es así, hijo?”