“Algunas emociones vuelven a sentirse, cuando menos lo esperas; entonces revives cada sensación como en una máquina del tiempo”
A.K.M
—¿Recibiste su llamada? —pregunta Clark mientras Romina, agita el vaso de wiskhy.
—No, no quise atenderlo. No pienso venderle la parte que me corresponde de la empresa. —responde parcamente.
—Pues yo que tú me lo pensaba muy bien. No has sabido invertir, pronto estaremos en banca rota. —la increpa por segunda vez
—¿Qué demonios quieres que haga ahora? Me casé con él para poder quitarle la mitad de la empresa; tuve que soportar su rechazo las veces que le dio la gana de hacerlo. ¿Y vienes tú a decirme que quedaremos en banca rota? ¡Que riñones tienes! Nunca pensé que hubiese alguien tan descarado en el mundo —sorbe de un trago el resto de la bebida sin respirar, se seca la boca con el reverso de la mano, mientras sirve un segundo trago.
—Sabes que detesto que me hables así —sostiene su rostro con fuerza. Ella le da un manotazo e intenta zafarse.
—¡Suéltame, yo cumplí mi parte del plan! Tú debías administrar la fortuna, pero preferiste meterte en el maldito club y apostarlo todo. Ahora no vengas a joderme con que estamos en la quiebra. ¡Me importa una mierda!
—Busca como resolver esto, sabes como envolver a tu ex. Dile que le vas a vender tus acciones. Estoy seguro que te dará una buena cantidad de dinero. —le arrebata el vaso de la mano— Y deja ya de tomar, pareces una alcohólica bebiendo a estas horas de la mañana.
—¿Qué más te da? Cada uno tiene sus vicios, si tú eres un ludópata que tiene de malo que yo sea una alcólatra. —responde con sarcasmo. Clark amaga a abofetearla, pero en ese preciso instante, tocan a la puerta de la habitación, se retrae y se dirige a abrir.
—Señor, disculpe la interrupción, Benjamín está un poco mal, creo que tiene fiebre, no ha querido comer en todo el día. —le dice la mujer algo preocupada.
—¡Joder! Esto era lo único que me faltaba. Vamos Josefine, veamos que tiene el niño. —sale de la habitación azotando la puerta.
Clark camina junto a su babysitter hacia el dormitorio de los gemelos. Después de regresarse a Europa, junto a Romina y sus hijos, Clark decidió contratar a Josefine para que los ayudara con los gemelos, a fin de cuentas ella siempre los apoyó en su plan, era algo que le debía. Ambos entran a la habitación, Amadeus se incorpora al ver a su padre. Clark se sienta en la cama donde está Benjamín, toca su cuello y brazos para verificar la temperatura del pequeño.
—¿Le tomaste la temperatura? —le pregunta a Josefine.
—No. Preferí ir a buscarte para que vinieras a verlo. —responde ella.
—Ok. Déjame vestirme. Lo llevaré al hospital. Necesito que estés pendiente de la borracha de Romina. —se levantó de la cama, se acercó a su otro hijo y le besó en la frente— Duérmete hijo. Voy a llevar a tu hermano al médico, no querrás que te inyecten a ti también. —le dio un guiño y el pequeño negó con su cabecita. El pequeño se cubrió con la cobija. Clark se acercó a Josefine, ella lo miró fijamente
—No te preocupes estaré pendiente de Amadeus y de ella. Te espero —besó sus labios. Clark salió de la habitación y regresó al dormitorio.
Romina estaba sobre la cama tendida. Él entró y le comentó la situación del pequeño Benjamín, mas ella pareció no importarle.
—¿Podrías fingir que te importan por lo menos?
—No me jodas, con eso. Bien sabes que no quería tener hijos.
—No sé en que momento se me ocurrió meterme contigo. Eres la peor de las mujeres.
—Eso no lo pensaste cuando era tu estudiante, ni cuando me tuviste como amante todos estos años. Eres un narcisista que sólo sabe satisfacerse a sí mismo. ¡No sabes cuanto te odio!
Clark quiso abofetearla pero prefirió apretar sus puños con fuerza y salir de allí. Todavía necesitaba de ella. Romina lloró desconsoladamente, su vida era un completo caos, el único hombre a quien amaba realmente, ya no la deseaba como antes. Lo había perdido para siempre.
—¡Stuart, mi amor! —cubrió su rostro con ambas manos intentando no ver su realidad
En tanto, Stuart y Angie programan almuerzan en su hora de descanso sobre sus planes de matrimonio.
—Creo que puede ser dentro de un mes, ¿te parece? —preguntó él, mientras sostiene la mano de su enamorada.
—Eso es muy rápido mi amor. No creo que pueda organizar todo, en tan poco tiempo.
—Puedes pedirle a Emily y a mi tía para que te apoyen. Sé que ambas estarán encantadas.
—Sí, eso seguro. Entonces tendré que apurarme con todo esto mi amor. La lista de invitados, la recepción, el bufé. ¿Quiénes serán los padrinos? La mía será Emily.
—Pues el mío, Harris. Es mi mejor amigo y mi primo. No tengo de donde escoger mucho. Igual será mi tía Aghata quien me lleve al altar.
—Dios, tengo que avisarle a mis padres. Por cierto, Harris está muy mal con lo de la empresa.
—¿Qué le pasó? —preguntó sorprendido.
—No te puedo contar. Sorry!
—Pues ahora tendrás que decirme la verdad. —se cruzó de brazos.
—¿Pero prometes, no decirle nada? O sea que yo te conté.
—Dime qué ocurre si Harris está mal y yo puedo ayudarlo lo haré.
—Resulta que la empresa está pasando por un momento difícil financieramente. Las acciones que le dejó a su ex, bueno la ex de ambos, está provocando grandes pérdidas para la inmobiliaria.
—Imaginé que eso podría pasar. Romina no tiene ni la menor idea de lo que significa llevar un negocio como ese. Tendré que hablar con Harris —se levanta de la mesa para sacar su billetera y pagar la cuenta. Angie lo sostiene del brazo y lo mira suplicante:
—No le digas que te conté sobre esto, ¿me lo juras?
—No te prometo nada. Conozco a Harris, sé lo terco que es, así se esté ahogando, es incapaz de pedir ayuda.
—Pues si me despide será tu culpa.
Salieron del restaurante, Stuart fue hasta la empresa para hablar con su primo, mas cuando llegó, Harris no estaba. Había dejado un mensaje para Angie diciendo que no volvería esa tarde.
—Prepara para mañana una cena, voy a invitar a Harris y a mi familia para informales de nuestra boda, así podré conversar con él sobre ese asunto.
—Está bien mi amor. —se despidió de su prometido con un beso.
Harris detuvo el auto frente al banco, subió hasta la oficina del gerente, necesitaba pedir un préstamo lo suficientemente grande para poder levantar la empresa.
—Caramba Harris Geller por aquí. El CEO más famoso en el mundo de bienes raíces. —estrechó su mano y le ofreció asiento.
—¡Gracias!
—¿Qué te trae por aquí? ¿Qué tal está tu familia? Mi querida Aghata
—Mi madre está bien, igual mi esposa y mis hijos. Vine porque necesito tu ayuda James, necesito un préstamo con urgencia.
James Beckham era un antiguo vecino de su madre en Londres, siempre estuvo enamorado de Aghata, pero ella nunca le prestó atención
—Dime, ¿De cuanto estamos hablando?
—De 500mil dólares.
—Wow! Es una fuerte suma. ¿En que problemas andas?
—Estoy a punto de perder mi empresa. Si no inyecto capital, tendré que vender mis acciones y no quiero, sabes cuanto he trabajado para tener y alcanzar todo lo que soy hoy.
—Bien, déjame hacer un par de llamadas y te llamo ¿te parece?
—Sí, por supuesto. Sabía que podía contar contigo.
—Eres el hijo que nunca tuve y lo sabes, pero para hacerte ese préstamo sabes que debes dar como garantía una propiedad.
Harris suspiró profundamente, era justo lo que temía, perder su mansión. Pero era eso o perderlo todo. Salió de la oficina y regresó a su casa. Durante la cena estuvo nuevamente en silencio. Al subir al dormitorio se metió a la ducha. Emily aguardaba por él acostada en su cama, mientras estudiaba un poco para su exposición en la universidad. La sacó de su concentración el móvil de Harris vibrando sobre la mesa de noche. Al principio no le prestó mucha atención. Pero luego, al ver la insistencia de quien debía estar llamando, se incorporó, dejó el libro debajo de su almohada, tomó el móvil para llevárselo a Harris, al ver el nombre en la pantalla, sintió un vacío en el estómago.
—¿¡Romina!?