“Hay que enamorarse para olvidarlo todo, hacer limpieza y volver a empezar.” Gabriel García Márquez El domingo, todos despertaron tarde, excepto Aghata quien no había logrado conciliar el sueño esa noche. Estaba sentada en el jardín tomando un café, distraida y dispersa. Jorge llegó sigilosamente y se acercó a ella por detrás, le cubrió los ojos con las manos, ella sobresaltada, dejó caer la taza de café y comenzó a lanzar manotazos, gritando: —¡Ahhh! Déjeme. ¡ahhhh! —Calma mi amor, soy yo. No quería asustarte. —ella volteó hacia él y lo miró asustada. —¡Aléjese de mí! No quiero que me toque. —Jorge percibió inmediatamente que Aghata no lo reconocía, uno de sus episodios de Alzheimer que a pesar de sus esfuerzos y de todos en casa, parecían a hacerse más frecuentes. —Mírame por fav