[KEIRA]
Literalmente el ministro Verán me ha tenido más de media hora lejos de mi esposo para contarme acerca de unos nuevos proyectos benéficos que esta planeando la fundación, y como siempre yo he accedido a colaborar ya que las causas me parecen extremadamente importantes. Una vez que termino mi conversación con él, vuelvo a la parte principal del salón y busco a mi esposo entre toda la gente, hasta que finalmente lo veo parado frente a la barra que hay ubicada en el centro del salón y que ocupa gran parte del lugar gracias a sus paneles con luces y los candelabros de cristal que cuelgan encima de esta. Camino lentamente hacia allí y al poder ver un poco más de cerca todo lo que ocurre y me doy cuenta de que al lado de mi esposo hay una mujer de cabello rubio liso y curvas bastante pronunciadas que se lucen demasiado en su vestido color dorado.
Al acercarme un poco más, la escucho hablándole a Dane y preguntándole a que se dedica, reconozco su actitud inmediatamente; le esta coqueteando… Si bien no soy una mujer extremadamente celosa, tampoco me gusta la idea de que se le acerquen con ese tipo de intenciones. Respiro profundo y comienzo por caminar a paso elegante hacia mi esposo mientras que mantengo mi espalda lo más erguida posible para demostrar seguridad.
—Ya llegué mi amor— Digo lo suficientemente alto para que ella me escuche y me paro frente a mi esposo ignorándola a ella por completo, y lo beso ligeramente —Siento la demora mi vida— Continuo y él se sonríe sobre mis labios para después pasar uno de sus brazos por mi cintura y pegarme a él.
—Ya te echaba de menos— Me responde y ahora es él quien me besa de la misma manera. —Raquel, te presento a mi prometida— Le dice a la mujer rubia mientras que yo me acomodo al lado de mi esposo, y sé que si no usa la palabra “esposa” es porque así lo acordamos.
La mujer, que ahora puedo ver que tiene ojos verdosos, me mira un poco más seria —Un gusto, Raquel Verán— Se presenta y la miro un poco confundida.
—¿Es familiar del ministro Pierre Verán? — Le pregunto y ella asiente.
—Soy su hija— Me responde y hago un leve gesto con mi cabeza.
—Un gusto conocerla— Digo con la única intención de ser amable.
—Lo mismo digo— Rebate fríamente y mira a mi esposo —Gracias por la amena conversación mientras que esperaba a que mi padre conversara con uno más de todos los empresarios aburridos con los que suele sociabilizar— Le dice y no quiero pensar mal, pero creo que es una indirecta muy directa para mí.
Mi esposo le da una leve sonrisa y asiente — No fue nada— Responde y sin más ella toma su compa de champagne, se da la vuelta y se aleja de nosotros.
—¿Amena conversación? — Cuestiono una vez que ella se ha alejado lo suficiente.
—Tan solo me pregunto mi nombre y a que me dedicaba…— Explica y sé perfectamente que sé está burlando de mí.
—Aha… ¿No te dio su numero también? — Indago sarcástica.
—Si, de hecho, ahora que termine la fiesta la llamare y le diré que se una nosotros en la suite, ¿te parece? — Me pregunta divertido y finalmente se ríe.
—¡Oye! No es chistoso— Le reclamo intentando no reírme y le doy un leve golpe en el hombro el cual él detiene atrapándome entre sus brazos y volviendo a pegarme a su cuerpo.
—No tienes porque estar celosa ni de ella ni de ninguna mujer— Comenta.
—¿Y de los hombres? ¿Qué? ¿Y si decides cambiarme por un hombre? — Bromeo y reímos cómplices.
—No lo creo… respeto los gustos de todos, pero honestamente me gusta mucho, pero muchísimo mi esposa y no hay instante en que no muera de deseo por ella— Me susurra y toda mi postura de mujer celosa, se ha ido a la basura con estas palabras.
—De acuerdo, ya me has convencido…— Digo con una sonrisa tatuada en mi rostro y mi sensual esposo se acerca lentamente a mis labios.
—Puedo darte más argumentos si así lo deseas…— Murmura.
—Mejor al llegar al hotel— Respondo nerviosa y esta a punto de besarme cuando alguien jala de mi vestido y al bajar mi mirada, me encuentro con un niño que tendrá uno cuatro o cinco años vestido con un traje que le queda adorable. Sus ojos cafés se fijan en los míos y un poco confundida miro a Dane para después soltarme de él y agacharme para así quedar a la altura del pequeño —Hola, ¿Quién eres tú? — Le pregunto sonriente y es que en verdad es adorable.
—Matt…— Responde y juega con una flor color violeta que trae en la mano.
Sus rizos castaños son hermosos, provocan enredar mis dedos en el —¿Esto es para mí? — Le pregunto señalando la flor y él asiente.
—Aquel señor me pidió que se la diera…— Explica y señala a una mesa de coctel que hay a algunos metros de nosotros y veo a Demian Blanc.
—No lo puedo creer, Demian esta aquí…— Murmuro y me pongo de pie —Ven mi amor, te presentare a un muy buen amigo— Le digo a mi esposo y lo tomo de la mano para que venga conmigo —Tú también ven Matt, no te quedes solo aquí— Le digo al pequeño y rápidamente voy hacia él.
—¡Mi Keira querida! — Exclama Demian y no hago más que abrazarlo con todas mis fuerzas, la verdad es que lo echaba mucho de menos.
—Que bueno es verte otra vez, no esperaba encontrarte aquí, creí que estarías en alguna otra parte del mundo— Confieso y me sonríe.
—Pues ya ves, aquí estoy… ¿Y tú? ¿Qué? Por lo que veo has dejado al tonto de Mauricio— Me dice y mira a Dane —Un gusto, Demian Blanc— Se presenta y Dane estrecha su mano.
—Dane Bautista— Responde.
—Mi prometido— Añado y Demien sonrie.
—Felicidades, pero cuídala eh… mira que esta mujer es de las más especiales con las que te puedes llegar a encontrar en la vida, yo no tuve tanta suerte como tú, a mi no me hizo caso— Bromea y la cara de mi esposo en estos momentos es un poema.
«Genial, aquí estará su defensa ante mi escena de celos de hace unos minutos» Pienso y con solo imaginarme lo que se viene, me rio por dentro.
—Mejor cuéntame que es lo que has estado haciendo— Digo con el único objetivo de desviar el tema de conversación y al parecer está dando resultado ya que él me empieza a contar acerca de sus últimos viajes con la fundación.