Narra Amelia. Cuando desperté mire hacía a mi compañero. Era muy extraño decirlo, pero no dejaba de pensar en él de esa manera. Mí suposición sobrenatural era correcta y no me estaba volviendo loca. Era real y estaba aquí. Presioné mi cabeza en el hueco de su hombro y pecho, sintiendo una profunda sensación de estar en casa. —Ella es hermosa—escuche que dijo. —¿Quién es ella?—pregunte sentándome en la cama. —¿Qué?—dijo él sentándose también. —Dijiste que ella es hermosa—le recalque. —¿Puedes oírme, Amelia?—preguntó con asombro, pero yo estaba igual, ninguno de los dos estábamos moviendo la boca. Estábamos hablando telepáticamente. —¡Puedo oírte! —exclame—.Esto es una locura—agregue. En ese momento él me explicó que esa habilidad era parte de nuestra conexión, ahora que me había