Capítulo III

1196 Words
Narra Alessandro. Ian y yo nos dirigíamos hacía las afueras de Chester donde nos reuniríamos con Gabriel Jones, el padre de Aston. — ¿Tu hermano reaccionó de forma exagerada, y nosotros somos los que debemos enmendarlo ?—mencionó frustrado mí beta. —Lo sé, pero  tocó a mi hermana, y eso automáticamente  puso en la  mira a Aston. Solo quiero la palabra de su padre  de que eso no volverá a pasar—le afirme. —¿Y una llamada telefónica no era suficiente?—comentó Ian. —Obviamente no. Si lo fuera, no iría. Ahora, ¿vas a conducir y dejar de quejarte ?—le dije enojado  con ganas de golpear su cabeza contra el volante. —Joder, que humor que te cargas últimamente—mencionó—. solo trata de no actuar de esa manera con Jones, el es más viejo que tu y merece respeto—me recordó, el tenía razón él era el único de su edad con vida en Chester, cualquier duda que pudiéramos  tener siempre acudíamos a él para consejos e información. Estábamos a unos  minutos de llegar, pero de repente mí  lobo se sintió inquieto. Curiosamente, no sentía ningún presentimiento de peligro, al contrario sentí mí  polla sacudirse—.Ya llegamos—dijo Ian, estacionándose, en la orilla de la calle donde había otro auto—.Alfa como siempre estaré cubriéndote la espalda si ocurre algo —agregó. — Solo mantén la calma. Tengo un buen presentimiento sobre esto —dije sintiendo que mi lobo estaba excitado. Ella estaba cerca, lo podía sentir.  Salimos del vehículo con cautela y luego nos dirigimos al auto n***o frente a nosotros. Nos saludó Gabriel Jones. —Me enteré que mí hijo se peleó con tu hermano, alfa—comentó—. Pero no me dijo cual fue la razón—agregó. Esto me indicó que él no sabía nada, le comencé a explicar lo que había pasado. —Le dije a mi hermano menor que protegiera a nuestra hermanita. Ella es una adolescente, y bueno, no quiero que ningún hombre la olfatee. Aún no tiene la edad de aparearse, así que cuando tu hijo la besó, mi hermano estaba ahí y la protegió a su manera—le explique. Él me vio analizando lo que le había dicho. —Déjame preguntarte algo. ¿Alguna vez pensaste que ellos dos se aparearían una vez que ella sea mayor de edad?—preguntó. No me  gustó su comentario. —Incluso si fuera posible, ¿por qué la está besando ahora?—pregunte. Cómo nuevo alfa quizás no tenía mucha experiencia en los apareamientos. —Probablemente la besó porque es joven y su apareamiento comienza el próximo año. Si Aston siente algo como lo que yo sentía por mi pareja antes de emparejarme con ella, entonces su corazón está doliendo. Los celos lo devoran constantemente. Cuando la vio con ese humano sus celos explotaron—me explicó—. Dime, ¿Has conocido a tu compañera ? —preguntó de repente. Un gruñido bajo rasgó mi pecho dolorosamente, como si el dolor solitario se hubiera triplicado con solo la mención de una pareja. Necesitaba encontrar a mi mate. El lobo dentro de mí se agitaba cada vez más. Jones  me miró con simpatía—. Así que todavía no las has conocido—mencionó pensativo—. Me enamoré de Karen un año antes de que comenzara nuestro apareamiento completo. Nuestro instinto de apareamiento esperó hasta que era digno de ella. Pasé un año en el purgatorio, mirando, deseando y esperando poder tocarla. No sé cuántas veces casi la besé o cuántas veces le gruñí a otro hombre por hablar para ella. Si hubiera sido más joven, no creo que tendría el autocontrol para detenerme. Cuando pensé que todo era inútil, el cambio ocurrió —mencionó contándome su propia experiencia. —¿Un año?—dije, mí pulso se aceleró y mi pecho ardió con esa información. No podía esperar un año. Me volvería loco, él asintió con la cabeza. —¿Entonces Alexa es  la compañera de Aston ?— pregunte  analizando todo. —Lo más probable es que si lo sea. Hasta que llegue el momento adecuado, ambos van a estar sufriendo. Lo mejor que podemos hacer es limitar su contacto con el sexo opuesto, pero no mantenerlos alejados. Los celos solo aumentan la necesidad de reclamar lo que no pueden. Mantenerlos separados lo empeorará—sugirió.  Tomé una nota mental con respecto a su sugerencia, él era más viejo que yo así que sabía de qué estaba hablando. La conversación ya había terminado, no había más que hablar. —Gracias—le dije estrechando mí mano. Luego escuché unos pasos en la grava cerca de nosotros. Mi lobo sintió curiosidad por saber quién acababa de llegar. Todos aspiramos el aire, pero  el olor no venía de otros lobos conocido,  era diferente, era un olor a clavel. Volteé hacía su origen, y me quedé paralizado por unos segundos:  Era ella, la chica de mis sueños. Corrí sin perder tiempo hasta llegar a ella—.¡Eres tu!—pronuncie antes de llegar. Cuando  estaba frente a ella. La arrastré a mis brazos, la tomé de la cintura y la cargue, ella se aferró a mí con sus piernas, sabiendo que éramos uno solo. Luego pegue  mis labios con los suyos. Una ola de lujuria me atravesó en ese momento exigiendo que tomará más. Ella no se movió simplemente se dejó llevar. —Vaya, no lo vi venir—comentó Jones desde su puesto.  Yo era un hombre salvaje en ese momento, una bestia lista para reclamar su otra mitad. —Alfa, ustedes dos son más que bienvenidos a ir a Granada. Llamaré y pediré  el penhouse para los próximos dos días, por suerte no está alquilado —dijo Jones  sacando su teléfono del bolsillo, él era dueño de uno de los complejos de departamentos del pueblo y una de las cafetería. Iba a reclamar porque yo tenía mis propios hoteles y departamentos, pero lo ideal era ir a un lugar donde mis empleados no me vieran, quería disfrutar de mí compañera sin interrupciones. —Gracias—le pude decir, sin dejar  de mirar a mí compañera—.Vamos—le dije a ella soltándola para que pusiera sus pies de nuevo en el suelo, luego tomé su mano y la llave hacía el auto. Le di un vistazo rápido a mí beta, él sabía que necesitaba estar con ella así que tendría que tomar otro transporte para regresar a casa. Abrí la puerta del pasajero y la ayude a ingresar. Luego tomé mí lugar tras el volante. —¿A dónde me llevas? ¿Quién eres tu?—exclamó ella saliendo del momento de trance que habíamos caído. —Soy tu compañero, tu mate. ¿No puedes sentirlo?— Pregunte, sintiendo un poco de resistencia. —No sé de qué estás hablando—respondió,  podía sentir la lujuria saliendo de ella, pero por primera vez, mi cerebro proceso su respuesta: ella era  humana. —¡Mierda!—gruñí, arrancando el motor para que ella no pudiera salir del auto.
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