Kheira se va a España.

1148 Words
"¿Cómo estás?", le pregunta Alzo nada más recibir su respuesta. "Bien, ¿y tú?, pensé que estabas enfadado, ¿por qué me escribes?". "Lo estoy, pero te echo de menos, no sé cómo ha pasado, pero estoy enamorado de ti". "No juegues conmigo, Alzo, dime la verdad, ¿qué quieres?", le pregunta con desconfianza, si bien es cierto que demostró mucha pasión en su último encuentro, también demostró que la despreciaba. "Verte, ver tus cara, tus ojos, tus preciosos pechos..." Delfina sonríe decepcionada, solo es eso, quiere sexo eventual de nuevo, un objeto con el cual masturbarse. "Que te den, Alzo, dejame en paz", le escribe cabreada, ¿cómo puede ser tan frío?, para ella el viaje a Argelia cambió su vida, y él, le habla de sexo. "Por favor, déjame verlos otra vez, desnúdate para mí". La jaquer observa la pantalla, le excitan esas peticiones, más ahora que sabe lo que se siente al ser tocada por él, como huele, como se siente dentro. "¿Te gustó follarme?", le pregunta siguiendo el juego mientras mete la mano por el pantalón y roza las braguitas ya húmedas. "Me encantó, quiero volver a hacerlo, follarte sin parar". "Sigue", le ruega con esa simple palabra accediendo a la piel mojada y caliente, pasando sus propios dedos entre los pliegues e imaginando que es él. "Deseo encerrarte en mi habitación, o en la tuya, me da igual, atarte a la cama y ocuparme de ti, mantenerte mojada y desnuda, siempre accesible para mí". "¿Qué harías si estuviera ahí ahora?", lo provoca más sintiendo una excitación fuera de lo normal. "Te desnudaría, te cogería con fuerza, te agarraría del cuello y te apoyaría contra la pared, pasaría mis manos por todo tu cuerpo, quiero endurecer tus pezones, lamerlos". Delfina siente un chorro salir de su v****a, pero aún no se ha corrido. "Continúa", le ruega mordiéndose el labio. "¿Te estás tocando?". "Sí, por favor, sigue, no puedo más". "Bajaría por tu vientre, llegaría hasta tu coñito, sabría que estás muy mojada, me encanta sentirte así, te metería un dedo mientras miro tus ojos, quiero que gimas". Delfina llega el orgasmo con esas últimas palabras, deja de mirar la pantalla, deja la emulsión de placer la invada, sonríe satisfecha, sabiendo que necesitaba eso, necesitaba a Alzo. "Ya llegué, gracias", le escribe dejándolo tirado por castigo. "¿Delfi?", le escribe él, pero no recibe respuesta. Alzo, en su habitación, siente el m*****o tan duro y caliente que parece que va a estallar, es consciente de que la ha excitado, eso quería, no ha salido de su mente ni un segundo, se empalma en el trabajo, en casa, incluso cuando está con su familia, Delfina es su obsesión y su tortura. Coge el pene en la palma de su mano y lo empieza a tocar, mueve la mano masturbándose con los ojos cerrados, recordando el momento en el que tomó a Delfina, allí mismo, sobre la pared del salón. Se corre con su recuerdo, con sus gemidos, con su cuerpo, sus ojos, su pecho agitado, alguien llamando a la puerta lo interrumpe sacándolo del maravilloso recuerdo. Tras ir rápido al baño y limpiarse va a abrir. —¡Hola! —lo saluda su hermana muy alegre entrando. —¿Qué haces aquí? —le pregunta al no esperarla hoy. —He venido a darte una noticia, mamá me permite viajar a España a estudiar. —¿Lo dices en serio? —Sí, después de una larga, larga, larga conversación, la convenci. —Bueno, me alegro, pero, ¿cómo lo vas a hacer?, no he terminado de reunir el dinero. —Delfi me va a ayudar. —Cariño, solo eran palabras, no puedes contar con una desconocida —le dice Alzo convencido de que no lo hará. Pero su hermana se ríe. —No es una desconocida, es mi amiga, y ya he hablado con ella. —¿Cómo? —¡Por teléfono, tonto! —¡Ya, ya, me imagino!, pero me refiero a qué has hablado con ella, cómo te va a ayudar. —Me quedaré en su casa, vive cerca de una universidad, me dan beca por traslado de otro país y lo que falta lo pondré con mis ahorros. —¿Y a ella le parece bien? —Fue su idea... Alzo se queda pensativo, no esperaba eso por parte de la española, sonríe a su hermana feliz por ella. Delfina, en España, ya se ha puesto manos a la obra, ha ido a comprar algunas cosas para Kheira, le hace ilusión tener compañía, y saber que puede ayudarla a tener un futuro mejor es un buen aliciente. Se pregunta muchas veces que dirá Alzo cuanto se entere, puede que se cabree, pero le da igual, lo prometió y piensa cumplir con su palabra, cobra bastante para seguir pagando la hipoteca y mantener a ambas. En dos días la adolescente estará allí, y no habrá marcha atrás, le hace mucha ilusión, es como si hermana pequeña. "Así que mi hermana se va a vivir contigo", recibe un mensaje de Alzo. Piensa bien si debería contestar o ignorarlo, se decide a plantarle cara. "Sí, espero que no te importe, pero es lo mejor para ella". "No me importa, gracias, gracias por ayudarla". Eso la sorprende, esperaba cualquier cosa menos eso. "Podrás venir a visitarla cuando quieras", le dice piadosa, sabe lo unidos que están. "Lo haré, también me gustaría verte a ti, volver a hacerte el amor". "Alzo, no empieces, esto no va a funcionar, tú tienes un futuro, y yo otro". "Sí, ya lo sé, no lo puedo evitar, pero cuanto termine y me mude a Canadá, iré a visitaros". "Está bien, que te vaya bien, Alzo, de corazón, aunque no saliese bien lo nuestro, te deseo lo mejor", le escribe muy sincera, pensando que en realidad, nunca hubiera habido un nosotros, él siempre soñó con mudarse a Canadá. "Gracias, yo también te deseo lo mejor". La conversación se corta de manera fría y dolorosa, ahora sí se han despedido, Delfina siente un nudo en el estómago, las ganas de llorar afloran, le falta el aire, y eso hace, deja que la sensación tome el control, llora sin parar, la duda de si estaba enamorada se disipa, sí, lo estaba, ahora lo sabe, quiere a Alzo. Se empezó a enamorar antes de ir Argelia, cuando tan solo eran dos desconocidos, letras sobre un cristal, y terminó de darle su corazón y confianza allí, cuando pudo ponerle expresión, olor y sensación. Llora sabiendo que en el caso de volver a encontrarse, igual es demasiado tarde, consciente de que él conocerá a alguien en Canadá que lo hará olvidar, los años no pasan en vano, no pasan solos, incluso ella misma puede que se enamore de nuevo, pero ahora duele, duele porque lo ama, aquí y ahora.
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