Roma camino por los pasillos de su casa, bajo los dos pisos que llevaban a ese horrendo y húmedo sótano que mantenía específicamente habitable para la clase de sujetos que llevaba ahí.
El doctor no estaba específicamente mal, solo era prisionero, tomó su taza de café y escucho la puerta de metal abrirse, la poca luz del lugar, lo hacía extrañamente acogedor. Había cientos de papeles sobre la mesa cerca del catre, roma lo miró y espero fuera quien hable primero pero no dijo nada hasta que él preguntó.
—¿nada aun?
—yo solo los firme, no fui quien los hizo... ¿Ves esto de aquí? —Roma se sentó en la silla frente al hombre y recibió los documentos. —este doctor desapareció del hospital mientras hacía mi internado en Berlín, fue antes de que la señora alieri falleciera, no entiendo como es qu
