—Claro, solo déjame arreglarme y quitarme todo este olor a alcohol. —Él estaba de acuerdo. —Está bien, te esperare abajo con el desayuno listo más unos remedios caseros para tu resaca —dice mientras se vestía y Sam se recuesta en el marco del baño mirándolo con ternura. —No tienes por qué hacerlo pero gracias. —Esboza una sonrisa y él la ve muy enamorado. —Haría cualquier cosa por mi princesa. —Le guiña el ojo y luego le lanza un beso fugaz, ella lo atrapa. —¿Escuche bien? —finge no haber oído para que se repita la oración. —No —bromea notando su objetivo—. Tal vez escuchaste mal. —Ella lo mira como si lo odiara y entra al baño. Entran al hospital y Samantha podía recibir muchas miradas admiradoras, pues la señorita llevaba un traje de baño de color rojo y se podía notar con su blusa