—Bueno, no haré ningún comentario porque no sé lo que nos espera per, si existe la posibilidad de tener seis, serán bienvenidos con mucho amor de mi parte. —Alessandro lo toma como una afirmación y se alegra por ello.
—Es grandioso escuchar eso, por cierto, en el segundo piso la habitación en la que dormiremos es la más espaciosa, ese será nuestra. —Sam está de acuerdo. Tal vez esto podría funcionar.
—Si vamos a tener hijos, tendríamos una habitación cerca para poder atender al bebé y cuando crezcan, se va rotando a otra habitación —planean su vida gustosamente.
—Me parece bien, el tercer piso se podría dar la habitación de los niños grandes, el cuarto piso podría haber una sala de videojuegos, un cuarto de juego para los pequeños, el quinto piso podría ser de lavandería, una biblioteca para ti, una habitación para mis instrumentos y una para mi oficina, ¿Te parece? —Era una locura planear todo de forma apresurada pero así es el amor, indetenible.
—Claro —responde con una gran sonrisa en los labios.
Bajan hasta llegar al segundo piso y entran a su habitación, Alessandro tenía razón, era la más espaciosa.
—Esto sigue siendo increíble para mí. —Sam estaba sin palabras.
—Pues creerlo preciosa, soy todo tuyo así como tú eres mía. —Le sonríe para darle seguridad.
—Está bien. —Alessandro camina hasta la cama y se sienta, Sam cierra la puerta y se acerca a él para luego sentarse en sus piernas, no aguantaba más y consideraba que ya era hora.
—¿Sucede algo? — Él la ve confundido.
—Podríamos… —Con su dedo traza una línea por su pecho y él la ve gracioso.
—Pensé que no quería que tuviéramos sexo —se burla de su debilidad ante lo que no pueden evitar.
—Pasaste la prueba, además, estrenemos la casa. —Le guiña el ojo con picardía y él sonríe, obvio no se negaría a ello.
Unen sus labios y se desplazan entre ellos con lentitud, a Sam tal vez le encantaba tener el control en ese momento, lo recuesta en la cama, se separan del beso, sube su mentón y se hunde en su cuello para ser consentido, ellos se sentían tan bien juntos, él la toma de las caderas y estas se empezaron a mover por iniciativa de ella, frotando sus sexos entre las telas, Sam sube su rostro y atrapa su labio inferior con los dientes, los tomó levemente, Alessandro baja sus manos y las coloca en su trasero para masajearlo de forma circular, eso podía poner más intensa a Sam, él la gira con velocidad tumbándola en la cama, ahora él estaba arriba y Sam abajo, se levanta y se quita el bóxer, ella admira al pequeño Alessandro, lo extrañaba y demasiado, Sam también se desnuda y él queda boquiabierto como si nunca la hubiese visto, «¿Cómo dejaría ir una perfecta mujerona? Estaba loco» pensó él.
—Desearía ser yo la que pruebe primero. —Alessandro se niega.
—Yo también tengo ganas de probarte, chuparte, déjame ser el primero —suplica y ella se niega.
—No, yo te doy una mamada, luego tú me lo haces a mí y por ultimo me metes tu rica v***a que me encanta. —Se muerde el labio con deseo y él no se resiste a eso.
—Está bien. —Lo acepta un poco forzoso.
Él se acostó y ella se levantó para estar al frente de Alessandro, se agacha y su rostro queda a la altura de su p**o, acerca más su cara y saca su lengua húmeda, toca sus bolas y comienza a lamerlas, Sam sentía que probaba una delicia y no se cansaría de ese sabor, mete una bola a su boca y la chupa con delicadeza, mientras lo tiene dentro de su boca, su lengua hace circulitos en ella, después de un rato, hace la misma acción con la otra hasta dejar esas uvas sin ningún jugo, lame una vez más, une las dos en una sola mano y vuelve a darle otra lamida pero esta es larga, subiendo por el tronco de su pene. Tal como una perrita lamiendo su hueso, lamia de abajo para arriba unas cuantas veces, luego se detiene y mete su cabecita en la boca, y comienza a succcionar, ella no deseba meterlo todo, no quería atragantarse y vomitar, eso no sería para placentero, con tres dedos, pulgar, índice y medio, sostiene el tronco y los desplaza en el de arriba abajo para masturbarlo.
—¡Ah! ¡Así nena! ¡Mmm me gusta! —gimió Alessandro.
Ella sonríe victoriosa, sabía que le gustaría, ella conoce a su chico, deja de mamar su p**o y era el turno de él. Ella se acuesta y Alessandro deja un corto beso en sus labios, saca su lengua y la desliza hacia abajo por la piel de Sam pasando por su barbilla, cuello, sus pechos, toca uno de ello y lo introduce en su boca, se podría decir que sentir relajante aquel masaje con su lengua, él jugaba un poco con el pezón haciendo círculos a su alrededor, baja su mano hasta llegar a su v****a, toca el clítoris con su pulgar y lo presiona tal cual como un botón rojo que no debe ser oprimido.
—¡Ah! —chilla.
Fue una sensación gustosa, demasiado, sin dejar de chupar sus senos, con aquel pulgar presionando su clítoris comienza a dar giros ligeros en él, luego de lado a lado y de arriba abajo, movimientos combinados, mientras seguía esa acción, dos dedos adicionales se adentran en ella, Sam se arquea por lo bien que se sentía. Saca el seno de su boca al mismo tiempo que saca sus dedos, se miran y él se chupa los dedos delante de ella, saborea aquel líquido con tanto placer que ha provocado aún más Sam, vuelve a meter sus dedos y se fija en los gestos de su chica, cada reacción que ella hacia lo ponía más lujurioso, saca los dedos y los dirige a la boca de Sam para que se probara, su sabor era extraño pero delicioso, ella chupa los dedos de Alessandro y luego este los saca, abre más sus piernas y la penetra inesperadamente, las caderas de él estaban en un vaivén.
***
Él quería demostrarle que no solo era sexo pero su deseo entre ellos les ha ganado, no se podían contener, se habían extrañado, ella dormía a su lado haciéndolo sentir el hombre más feliz del mundo, Alessandro no sé conforma con tenerla al lado, así que la abraza, deseaba tanto dormir abrazados y desnudos con ella.
Amaneció y su chica no estaba con él, busca su celular y son las ocho de la mañana, ¿A dónde podría haber ido? Alessandro baja como loco a buscarla, tenía miedo de que todo haya sido un sueño, llega a la cocina y no la encuentra, tenía un presentimiento que ella estuviera ahí preparándole algo pero no fue así. Ya la había buscado por toda la gigantesca casa y ha maldecido un par de veces por comprar algo tan grande, y no poder encontrarla, vuelve a la habitación para calmarse e idearse en dónde estaría, encontrándose con una nota en el piso, tal vez la había dejado en la cama y al levantarse él la dejo caer, la nota era de ella y él estaba bastante asustado, apenas se estaban reconciliando, la amaba demasiado pero podía entender que tal vez ella le hiciera daño por venganza y a Alessandro no le importaría, él sabía que se lo merecía, «Nene, fui a comprar comida, ¿Ok? No te preocupes» esta nota tranquilizo a Alessandro. La puert se abre y Alessandro baja con velocidad, se sentía como cuando una madre deja por un momento solo a su bebé, entra a la cocina y la encuentra de espalda con bolsas de comida en la mesa.
—Veo que ya deseas utilizar la casa. —Ella brinca del susto y se voltea a verlo.
—¡Alessandro! —lo regaña y él se ríe—. No había nada para desayunar.
—Eso es lo de menos preciosa, si tenías tanta hambre yo te podría preparar un platillo muy famoso en mi restaurante —dice perverso.
—¿Ah sí? ¿Cómo se llama? —Alza una ceja y sonríe, había captado la indirecta.
—«Alessandro Libertella al horno» —responde y ella hace un mal gesto.
—Yo creo que la «Samantha agridulce» es mejor platillo. —Se cruza de brazos y lo desafía con la mirada.
—Me encantaría probarlo. —No protesta.
—Creo que ese platillo lo has probado muchas veces —se burla.