Sam lleva sus manos a la venda y se las quita logrando ver el paisaje de una playa dado a un perfecto anochecer, mira abajo y está en suelo de madera fina, estaban en una especie de terraza y sus barandas eran cristalizadas color azul.
Alessandro la suelta y deja que ella se dé una vuelta lentamente a su alrededor, al frente tenía la playa, al lado derecho e izquierdo habían casa vecinas, sigue girando y ve una piscina más una casa blanca muy grande detrás de Alessandro, tal vez de unos 6 pisos y muy ancha era esa casa, se veía muy espaciosa como para dos personas.
Sam ve a Alessandro, ella está entre confundida e impresionada, no sabía a qué se debía toda esta sorpresa.
—¿Para qué compraste una casa? —Estaba feliz pero aun no entendía.
—Para nosotros princesa, así es como quiero que formalicemos. —Se acerca a ella.
Sam retrocede sin poder creerlo, lo estaba juzgando, pensado que iba a ser el mismo Alessandro que solo quiere sexo, pero compro una casa, para formalizar, todo esto estaba yendo muy rápido, Alessandro por su desesperación por volver a tenerla no estaba pensando bien las cosas.
—La casa está vacía, tiene mínimas cosas pero del resto está vacía, como te dije, fue algo súper improvisado, quiero que seas la persona a mi lado que me ayude a remodelar la casa a nuestro gusto, la que duerma siempre en mi cama, en nuestra cama, mi compañera de vida, quiero que… —Hace una pausa y le cuesta decirlo, aún era primerizo en este tipo de cosas sobre el romance así que no podía ser juzgado cuando se trataba de demostrar lo que siente—. Quiero que seas mi novia, ¿Aceptas?
Cierra sus ojos para esperar respuestas, Sam sonríe muy alegre y se lanza a él enrollando sus brazos alrededor de su cuello.
—Obvio si quiero. —Besa sus labios—. Esto será genial.
—Sé que te vas, pero la sorpresa ya estaba lista, así que no pude evitarlo.
—No te preocupes, se podría remodelar mientras termino mis estudios, tú vendrás de vez en cuando por tus negocios y estarás pendiente de ella, luego cuando me gradúe, vivimos juntos.
Todo parecía tan sencillo ahora, estaban tan felices, tan ilusionados, tan enamorados que podían hasta imaginar niños corriendo por esta casa, sus hijos o es que si llegan a tener, o si esta relación durara pero se disfrutaría del presente.
—O podrías trasladar tus estudios. —Le propone como una opción y ella arruga su nariz.
—No lo sé, eso está un poco difícil pero averiguare.
Deja otro beso fugaz en sus labios y Sam se separa de él, vuelve a ver la casa con tanta felicidad, Alessandro la abraza por detrás y comienza a besar su cuello.
—No quiero tener sexo ahora. —Lo pone a prueba por más ganas que tenia de hacerlo.
—¿Y por qué crees que terminaremos teniendo sexo? Simplemente me gusta besar su tu cuello. —Tiene un tono divertido en su piel y Sam siente que ha metido la pata, tanto desconfiaba de él, cuando Alessandro solo estaba siendo romántico.
—Solo te alarmo, por si acaso. —Él ríe levemente y suspira, Alessandro comprendía e iba a ganarse su confianza.
—No nena. —Deja un beso corto su cuello y sube sus labios para morder levemente el lóbulo de su oreja—. Por muchas ganas que tenga de chuparte, lamerte, saborearte, comerte, follarte muy duro, entre otras cosas mas no aptas para tus oídos, yo respeto tus decisiones, te respetare en todo, además, yo no quiero desaprovechar esta oportunidad solo para tener sexo contigo, no Samantha, no todo en la vida es sexo por muy sabroso que sea.
Sam se voltea y lo ve con ternura, luego lo abraza, Alessandro seguía a prueba pero poco a poco sentía que lo lograría si seguía así.
—Estas en lo correcto. —Le sonríe perdidamente, Alessandro coloca las manos en su cintura y la junta más a él.
—Comprare una moto y usaras mi auto, será tuyo, ¿Estás de acuerdo? —Besa su frente.
—¿Qué? Obvio no, ¿Estás loco? —Lo mira mal.
—¿Y por qué no? —Frunce sus cejas.
—Porque me da pena, no te pases de mis límites. —Se pone a la defensiva.
—Pero y, ¿Si yo quiero? —Arquea una ceja y la desafía.
—No, estás loco, a penas lo vamos a intentar, no te adelantes. —Alessandro se rinde.
—Está bien, me esperare. —Da media sonrisa, ella le deja un corto beso en los labios por agradecer su comprensión—. Ya es tarde y de regreso es un poco largo el trayecto, hay una cama, ¿Deseas dormir acá o nos dirigimos al apartamento? —Ella tuerce sus labios y se lo piensa.
—Sera mejor quedarnos, no quiero que conduzcas de noche pero, ¿Solo hay una cama? ¿No hay un sofá? —pregunta curiosa.
—¿Quieres dormir en un sofá? —La ve extrañado.
—En realidad es para que duermas tú. —Se muerde el labio para evitar reírse y Alessandro abre su boca ligeramente sorprendido.
—¿Es en serio princesa? Si quieres duermo en la alfombra, entiendo que desees hasta iniciar de nuevo pero realmente no hay nada más. —Ella se avergüenza.
—Bueno, está bien. —Se voltea entre sus brazos y vuelve a mirar la casa—. Esas ventanas azules están muy lindas pero hay que poner cortinas, por muy bonito que se vea la casa así pero hay que evitar que me vean desnuda. —Alessandro se ríe.
—¿Acaso piensas estar desnuda por toda la casa? Porque la mayoría de las paredes que separan algunas partes de la casa son de cristal azul. —Ella se muerde el labio divertida.
—Tal vez quiera provocarte un poco estando desnuda siempre. —Recuesta su cabeza en su pecho.
—Bueno nena, es tu casa, tienes todo el derecho. —Besa su cabeza, la suelta y toma su mano—. La compre hasta con un parque para niños y una cancha de básquet. —Se la iba a llevar pero ella no da ni un paso más.
—Alessandro… —Queda incomoda por lo que le acaba de decir.
—¿Si, mi princesa? —Se gira para verla.
—¿No crees que esto es mucho? —Mira a su alrededor un poco apenada, podía imaginarse una vida así con él pero no quería ni abusar ni adelantarse.
—No mi amor. —Niega seguidamente—. Si deseas obtener algo, debes esforzarte, no me costó nada, debes aceptarlo y vivir con ello, no es mi culpa ser rico, el dinero se hizo para gastarlo. —Ella lo ve mal pero no discutiría eso.
—De acuerdo. —Se suelta de él y se cruza de brazos—. Pero no gastes en todo, no lo hagas injustamente, si lo intentaremos, hay que ser un equipo, ¿Ok? —Alessandro se acerca a Sam y besa sus labios.
—No te preocupes mi amor. —Deja otro beso en sus labios y vuelve a tomar su mano—. ¿Qué deseas que hagamos ahora? Podemos bañarnos en la piscina o ir a la playa, lo que decidas estará bien para mí. —Besa su mano.
—Podemos seguir hablando. —Le sonríe y él está de acuerdo con eso.
Comenzaron a caminar por aquella terraza con piscina, esa terraza era grandísima, en una esquina de la terraza había una escalera para bajar hacia el parque y la cancha que había mencionado Alessandro después de eso estaba la playa, era una zona privada, después de que Alessandro le haya mostrado lo que prácticamente es su patio trasero, se sentaron al frente de la piscina, se quitaron los zapatos y sandalias y metieron sus pies al agua.
—Entonces, ¿De qué quieres hablar? —Entrelaza sus manos y la acaricia con el pulgar.