Un beso imprevisto

2245 Words
CAPITULO 1: Un beso imprevisto. ═══════ • ♥ Sienna ♥• ═══════ Sentía, literalmente, que el corazón podría salirme por la boca. Ver por primera vez como mis diseños cobraban vida en los cuerpos de los modelos y estos desfilaban por toda la pasarela en medio de flashes de cámaras de unos cuantos paparazis y periodistas de la moda y, juegos de luces que hacían resaltar mis creaciones me tenía inmensamente encantada. Realmente mucho más que eso. Los movimientos acompasados de cada una de las chicas que desfilaban lograban que mis diseños se vieran perfectos, las telas se movían a contra viento haciéndolas ver hermosas y mis ojos parecían disparar corazones a diestra y siniestra. Mi cara se iluminaba cada tanto con las luces que iluminaban a las chicas, nadie podía verme, no aún. Estaba tras la pasarela, muy cerca para verlo todo a la perfección, pero también muy lejos de ver al público. Primero, porque tenía miedo de ver en el publico un desagrado y segundo, porque bueno… En realidad, solamente temía porque al publico no le gustara lo que yo había creado. Conseguir un puesto en el «New designer fashion show» no había sido nada sencillo, pero lo había logrado y temía por una respuesta negativa después de tanto trabajo que me tomó estar acá. Yo, una simple neoyorquina de veinticinco años había logrado traspasar el océano atlántico y llegar a la ciudad de Milán con mis diseños únicos y originales y estar presente hoy como una de las nuevas diseñadoras junior. De cinco mil personas que nos presentamos para un cupo en este lugar, solo habíamos pasado tres. Un chico bastante elegante y con un estilo hípster de Italia, una señora ya mayor, tal vez tendría unos cincuenta años, cuyos diseños ya habían pasado previamente a los míos y no estaba nada mal, sus creaciones estuvieron increíbles, ver como sus diseños geométricos daban viva a pinturas de artistas reconocidos como la obra de la noche estrellada, de Van Gogh fue épico. Pero ella no suponía ningún riesgo para mi porque nuestro estilo era totalmente diferente. Por otro lado, tenía que significar algo el haber quedado entre las tres únicas personas que tuvieron un cupo para este gran evento, ¿no? De igual forma, haber llegado hasta acá ya es mucho más de lo que jamás pude imaginar y… Escuché que el lugar estalló en aplausos y asomé mi cabeza, solo un poco, para observar entre lo poco que la luz cegante del lugar y los flashes de las cámaras me permitían ver, como el publico se levantaba y aplaudía mis creaciones. Mías. El corazón comenzó a latirme mucho más rápido de lo que ya venía haciendo y no pude seguir viendo debido a mis ojos encharcados de lágrimas. ¡Les había gustado! Pude distinguir en medio de todo las sonrisas sinceras e impresionadas por mi trabajo, lo había conseguido, había triunfado como diseñadora en mi primer desfile de alta costura en la ciudad de Milán. Que se jodieran todas las personas que dijeron que no lo lograría, yo Sienna Thompson, hoy estaba mostrando al mundo mis diseños y sabía que no sería la ultima vez. Acá y hoy mismo empezaba todo. La emoción que sentía estaba tan a flor de piel que tenía que expresarla de alguna manera, estaba sola, había venido sola, pero sentía esta tonta necesidad de compartir mi felicidad de alguna manera con cualquier persona. Y así lo hice. A mi alrededor había demasiadas personas, en serio, cuando digo demasiadas no estoy exagerando, tras pasarela habían muchas más personas que las que estaban incluso en el público, más de quinientas y, teniendo en cuenta de que este lugar era mucho más pequeño que allá afuera y que la tensión se sentía palpable, entre unos cuantos correteando por aquí y por allá, otro cuantos maldiciendo al reloj por ir tan rápido y unos más con tic en los ojos debido a los nervios, no encontraba a una persona que pudiera servirme para celebrar. Hasta que lo vi a él. Tal vez solo estuvo en el momento menos indicado, no fue mi culpa encontrar en él una forma de liberarme de toda la carga que sentía, pero su cuerpo fornido, su alta estatura y esa manera que tenía de tomar el vaso de whisky y llevarla a sus labios me convencieron de que tenía que ser él. No lo pensé mucho, simplemente me acerqué cual acosadora, lo vi mirarme incluso desde antes de llegar hasta él, no sé que expresión tenía yo en mi rostro, tal vez una sonrisa extremadamente gigante de oreja a oreja debido al éxtasis de felicidad que estaba teniendo en el momento, o tal vez tan solo tenía una mueca rara entre la satisfacción y la tensión. Realmente no tenía como saberlo, pero en lo único que me concentré fue en la manera en la que su ceño se fruncia, su mano bajaba lentamente el vaso y su lengua acariciaba lentamente el labio inferior que aun contenía un poco de resto del whisky que había tomado hacia tan solo unos segundos antes. Lo que si supe, fue que mi pequeña y delgada mano tomó su corbata con decisión cuando estuve a menos de un metro de él, me sacaba al menos dos cabezas o un poco más de estatura, sus brazos se tensaron bastante y pude verlo a través de la camisa de manga larga que llevaba puesta pues esta moldeó sus bíceps perfecta y deliciosamente bien. Su mirada de confusión no se hizo esperar, así que hablé muy rápido para que pudiera entenderme. —Sé que no me conoces y yo no te conozco a ti, lo que lo hace perfecto porque luego no me voy a arrepentir de lo que haré, así que te pido perdón de una vez, pero no pediré permiso. Y sin muchas más palabras ni explicarle realmente la razón del porqué haría lo que haría, jale de su corbata y lo acerqué mucho más a mi para besarlo. Si, eso mismo. Tal vez podría haber celebrado de otra manera, un abrazo había sido suficiente y era lo que quería, pero cuando lo vi lamer su labio inferior con tanta lentitud todos mis planes cambiaron de repente, un no sé que llegó a mi que me hizo replantear mi decisión de cambiar un abrazo por un beso y vaya que había tomado la mejor decisión del mundo porque, literalmente, eran los labios más deliciosos que había probado en toda mi vida. Ese toque a whisky, un poco de menta y un olor exquisito y bastante lujoso que desprendía su cuerpo fue suficiente para dejarme llevar por el beso. Él, al principio estuvo bastante sorprendido, pero luego la sorprendida fui yo cuando pasó una de sus manos por mi cintura y me pegó a su cuerpo de una manera tan posesiva que jadeé en sus labios, lo que provocó que su juguetona lengua saliera en busca de la mía. Nuestras manos no se quedaron quietas, enredé una de ellas en su cabello, el cual comprobé que era sedoso. Mucho. Su mano, la que estaba libre del vaso de whisky y antes estaba en mi cintura, ahora estaba en mi nalga derecha dando un sugerente apretón mientras me pegaba mucho más a su cuerpo. Mi otra mano acaricio su densa barba perfectamente perfilada. Nuestras lenguas bailaban juntas ignorando las personas que corrían de un lugar a otro y los empujones que de vez en cuando nos daban. Nada importaba, pero me sentía bastante orgullosa de saber que mi celebración de éxito estaba siendo y valga la redundancia, bastante exitosa. El aire tendría que faltar en algún momento y maldije mucho al sentir que se me acababa tan pero tan pronto, la intensidad del beso fue bajando poco a poco hasta que dio un ultimo y suave mordisco a mi labio inferior sin llegar a hacerme daño y teniendo mi labio atrapado entre sus dientes lo lamió y succionó una vez más antes de soltarme un poco. Tomé una gran bocanada de aire mientras lo veía hacer lo mismo, mis ojos se encontraron con los suyos, mis ojos no tenían nada de especial, tan solo eran de un color café claro, algunos decían que podían ver un poco de verde en ellos, pero yo jamás lo había visto. Sin embargo, unos ojos entre azul y verde me devolvían la mirada. Un verde que sí se notaba. No miento al decir que, hasta ahora, han sido los ojos más bonitos que he visto en mi vida, sus pupilas estaban dilatadas y entre flash y flash podía ver que aquellos dos colores se peleaban por ver quien tenía mas importancia, pero si me preguntaban a mí, podía decir con total seguridad que eran un cautivante equilibrio entre el azul y el verde, un duelo de tonalidades que despertó en mí un torbellino de emociones. —¡Es hora de salir! —escuché que gritaron y entonces caí en cuenta de que estuvimos besándonos muchos minutos, que yo sentí pocos, pero en los cuales salieron los modelos del último chico de los tres. Ahora, teníamos que salir los diseñadores y mostrar al publico nuestras caras, acá se hacia así, no era hasta el final de todas las pasarelas que el publico podía ponerle un rostro a los diseñadores, era mi turno de mostrarme por primera vez ante muchos críticos de la moda y unos cuantos empresarios interesados en apoyar a los nuevos talentos, bien sea apoyando de manera monetaria nuestros diseños o haciendo propuestas de trabajo para marcas como Gucci, Prada, Versace y muchas más que realmente cualquier diseñador moriría porque sus diseños estuvieran acompañados de nombres tan importantes como aquellos. —Alex, te he estado buscando por todas partes —dijo un hombre que traía puesta una camisa de color negra y en la cual en letras blancas se podía leer la palabra «Staff» —, tienes que estar con los demás ahora. «Habla mí mismo idioma» Si, en medio del beso llegué a pensar que las únicas lenguas que teníamos en común eran las que estaban peleando una batalla en nuestras bocas. Él abrió los labios para decirle algo, pero justo en ese momento alguien llegó por detrás y me jalo hacia el lado contrario, miré sobre mi hombro para ver quien era y solo logré ver a una chica moviendo los labios con rapidez, no entendí lo que decía así que volteé a mirar nuevamente el lugar en el que había estado con «Alex», pero lo único que vi fue su ancha espalda a lo lejos, yéndose para siempre. Tuve que dejar de pensar en aquel beso inolvidable mientras comprendía con rapidez las instrucciones de la organizadora del evento. Lo tenía muy claro, salir cuando dijeran mi nombre, darles la mano a los anfitriones y sonreír mucho mostrando mi encanto para trasmitir mi agradecimiento por la oportunidad y después de ello estar muy abierta a las posibles propuestas que me hicieran. Y así fue como hice. Solamente que no esperaba que uno de los anfitriones fuera el mismo con el que hace unos cuantos minutos atrás estuviera intercambiando saliva. Al principio, cuando hice mi caminata por la pasarela de la mano de varios de mis diseños caminando tras de mi en manos de las preciosas modelos, lo único que tenía en claro era sonreír mucho mostrando lo orgullosa que me sentía por este logro, sentir tantos aplausos me llenó de emoción. —Lo hiciste perfecto —me dijo una de las modelos. —Les ha encantado todo —secundó otra de ellas y yo no podía con mi felicidad. Hasta que bajé del escenario tras la otra diseñadora de cincuenta años, me doblaba la edad, tal vez incluso en experiencia, pero ambas estábamos al mismo nivel y no era mi competencia, era mi igual. Ella comenzó a saludar a los anfitriones y personas importantes que estuvieron pendientes de nuestros diseños y entonces fue ahí que lo vi, sus ojos, esos de aquellos colores tan lindos, me miraban fijamente mientras me acercaba poco a poco hasta donde él estaba. No sé si lo hizo a propósito, pero mordió su labio inferior y mis ojos cayeron rápidamente a ese lugar recordando como se sentían contra los míos. Mis piernas temblaron cuando estuve frente a él y tragué saliva con fuerza mientras le tendía mi mano a modo de presentación, él levantó la suya con bastante parsimonia. —Mucho gusto, soy Alexander Wright. —Su mano tocó la mía y sentí un corrientazo directo a mi espina dorsal. —Sienna Thompson —respondí en un hilo de voz, dándome cuenta de que él era Alex Wright, el accionista mayoritario de este evento, un multimillonario muy famoso del mundo de la alta costura. Joder, ¿en serio lo besé a él? —Me ha gustado mucho todo lo que has hecho hoy. Todo. —La última palabra la dijo lentamente y bastante fuerte, lo entendí a la perfección. Su sonrisa burlona de medio lado me dejó trastocada y nuestra conversación se vio interrumpida después de eso con la llegada del chico hípster para saludar a Alex, por lo que tuve que seguir mi camino y aunque luego intenté buscarlo para pedirle disculpas por lo que yo había hecho y que ese arrebato no me afectara a futuro, no pude encontrarlo, él ya se había ido y tal vez para siempre, pero esta vez sí que fue verdad.
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