Apenas era una niña cuando ellos murieron.
Mi madre Meredith y mi padre Lyon, me dejaron sola en éste mundo cuándo apenas tenía ocho años de edad.
Al no tener abuelos, tíos o parientes cercanos capacitados para cuidarme, Frédéric Hall y su amable esposa Mary -mis padrinos- me dieron cobijo en su grandiosa mansión.
He de reconocer que me sentí cómo una princesa y mucho más con aquel hermoso recibimiento, al menos por parte de algunos, porque por otros...
¿Cómo me enamoré de él? Quién sabe, solo sé que mi mundo giró en torno a “mi hermanito” desde el momento en el que mis infantes ojos se posaron en su preciosa sonrisa.
Flashback
—Itiel. Esta es Sheila y a partir de ahora vivirá con nosotros —ese chico grande me sonrió, por supuesto, yo estaba escondida tras esa amable mujer a la que apenas conocía.
—Hola, Sheila —él se acercó y mis piernas temblaron, estaba tremendamente nerviosa—. Soy Itiel, encantado de conocerte —besó mi mejilla y sonreí, ese chico era muy bueno conmigo—. A partir de ahora seré tu hermano mayor, ¿entendido? —Sonreí y él hizo lo mismo—. Siempre que tengas un problema, dímelo.
El chico se levantó y besó a la señora Hall, para agarrar después un bolso.
—Tranquila, no llegaré tarde —se despidió con la mano y abrió la puerta—. Adiós, pequeña.
Mary y yo nos quedamos de nuevo a solas. Ella me sonrió y yo hice lo mismo, esa mujer inspiraba confianza. Me hacía sentir cómoda.
Ahora entendía porque mamá y papá los eligieron como mis padrinos.
—¿Quieres ver tu habitación? —preguntó ella.
—Sí —respondí, con una sonrisa torcida.
—Oh, vaya, sí sabe hablar.
Un chico un poco más grande que yo, colgaba un teléfono inalámbrico en ese mismo instante.
Él era lindo, llevaba el pelo revuelto y sonreía de lado con una ceja enarcada.
Sentí cómo mi rostro se ponía completamente rojo. Él rió sonoramente. ¿Qué era tan gracioso?
—Qué graciosa, tiene coloradas hasta las orejas —llevé mis manos a ellas y me coloqué tras Mary, haciendo un puchero.
—Julian, no seas malo —miré al chico y sonreí pícara, para luego sacarle la lengua, no le estaba mal.
—Definitivamente, es muy graciosa —soltó una pequeña carcajada y suspiró para extender su mano—. Soy Julian, tu nuevo hermanito mayor —sonreí ampliamente y tiró de mí—. Vamos, te mostraré tu habitación.
—A...am, y...yo soy Sheila —me presenté de forma tímida—. Espero que nos llevemos bien.
—Claro Sheila, a partir de hoy, yo te protegeré.
Fin del Flashback.
Sus palabras fueron sinceras pero, ¿resultaron ser ciertas? Después de todo no pudo protegerme de sí mismo.
Al cumplir los diez años, supe algo importante, algo que marcaría el resto de nuestras vidas y eso fue… que sin duda alguna yo, Sheila Norton, me había enamorado de él y de que Julian, por desgracia para mí, tan solo me veía como su querida hermana pequeña.
Tuve que hacer de todo, casi vender mi alma al diablo, para que él se diera cuenta de lo muy enamorado que estaba de mí.