Narra Mateo. Cuando volví, Megan estaba sentada en una de las sillas altas. Había abierto una botella de vino y estaba bebiendo un sorbo de su copa mientras leía los papeles que tenía delante. Respiré hondo y atravesé la sala. Había llevado su lista a fin de discutir los detalles. Necesitábamos atiborrarnos de información al máximo para poder salir airosos al día siguiente. Debíamos convencer a mi jefe que lo nuestro era sincero. Sabía que iba a ser una noche muy larga. Todavía seguía tenso por lo de antes. Me pasaba siempre que hablaba de mis padres, por más breve que fuera la conversación. Odiaba pensar en ellos y en mi pasado. Los brillantes ojos de Megan se clavaron en mí. El pelo le caía sobre un hombro y no pude evitar fijarme en lo bien que le sentaba el rojo a su tez clara y al