Capítulo I
Narra Megan.
Salimos del departamento. Debía dejar a la escuela a mi hermana Daniela de ocho años. Ella y mi abuelo quien estaba ingresado en el hospital luchando contra el cáncer eran mi vida.
—Pórtate bien, ¿de acuerdo?—le dije.
—Lo se —contestó, luego guardó silencio.
— ¿Qué pasa?
—Bueno... en dos semanas hay que pagar los gastos para la excursión a Santa Clara—dijo apenada.
—No te preocupes por eso. Yo lo pagare —le dije. Luego le di un beso en la frente para que no se preocupara aunque se que a veces lo hace.
A pesar de mi situación financiera me las ingeniaba para pagar los tratamientos de mi abuelo y comprar algún libro que mi hermana necesitara, pero eso no me importaba, haría cualquier cosas por ellos. La vi ingresar a la escuela, ahora yo debía ir a mi trabajo.
***
Cuando llegue tome asiento. Minutos después mi mirada voló hacia el ascensor, de este salió caminando mi jefe con un paso decidido. Tiende a poner nerviosa a la gente. En todos los años que había trabajado para él, nunca lo había escuchado reír. Ni una Vez. Le mostré mi sonrisa mientras se acercaba a mí.
―Buenas tardes, señor Jones. Levantó las cejas ligeramente, su forma habitual de saludarme. Bueno, era más de lo que mucha gente conseguía. Agarre algunos papeles de mi escritorio, lo seguí a su oficina—. .¿Café? ―le pregunté una vez que se acomodó en su silla.
―No.
Al principio, solía enojarme por su trato cortante. ¿Ahora? Estaba acostumbrada a ello, sabía que no debía tomarme su rudeza como algo personal. Él no ponía mucho esfuerzo en cuidar los sentimientos de nadie. Después de transmitirle algunos mensajes importantes, coloqué los papeles en el escritorio frente a él.
―Tiene que firmar esto-le mencioné. Él solo firmó―.No olvide que tiene una reunión en una hora. La agenda está en su escritorio y le envié por correo electrónico el material que necesitará para la reunión—le comunique.
Con la mirada fija en la pantalla del portátil, dijo:―Asistirá conmigo.
Claramente era una orden.
―Está bien ―dije―. ¿Está seguro de que no quiere café?
Él no respondió. Simplemente me miró con esa mirada de cazador.
―Estoy seguro ―respondió.
― Avísame si necesita algo―comente. Con eso, salí de la oficina y regresé a mi escritorio.
Cuando mi jefe salió de su oficina y me di cuenta de que había pasado casi una hora. Mi estómago se hundió. Demasiado pronto, él y yo nos dirigíamos a una de las salas de conferencias para la reunión con nuestros superiores. Una vez que llegamos nos sentamos, yo en una esquina a escribir las notas mientras que todos los jefes de área incluido mi jefe estaba esperando que su superior hablara. El señor Montevideo, era el dueño de Inversiones Montevideo, era un hombre trabajador y muy amable.
―Los llame para esta reunión para anunciarles que he decido ascender de puesto a uno de ustedes a Director General de mi empresa. No solo tomare en cuenta su estado laboral durante estos años, sino también su vida personal. Tengo la filosofía que una persona exitosa tiene una estabilidad entre ambos aspectos. Comenzaré una entrevista individual y a partir de eso tomare una decisión, a los largo de las próximas semanas―finalizó.
No me sorprendió escuchar ese anuncio, ya que el señor Montevideo era una persona bien cálida, y se notaba que amaba a su familia. Su esposa Luciana llegaba de vez cuando, y al parecer solo tuvieron a una hija que vivía actualmente en el extranjero, pensé en mi jefe, no estaba segura si obtendría ese puesto ya que nunca lo he visto con una mujer formalmente, siempre recibía llamadas y visitas de algunas, pero no duraban mucho tiempo. Creo que no le interesaba tener una relación formal.