Don páscuale fingió estar sorprendido, diciendo: - ¡Sebastiaaaaan, aun estas en mi casa! -
-Muérete mal nacido –dijo mi pensamiento.
-Pero no te quedes allí parado- continúo diciendo Don Páscuale, en tono exageradamente amable- pasa adelante y siéntate; ya termino de cenar, aprovechare tu visita, para que platiquemos sobre varios temas que nos interesan- y en tono jocoso pregunto: - ¿Qué le has hecho a mis zapatos?; están tan brillantes que parecen de cristal-.
Yo había leído con mi maestra, parte de la historia de la dama de las zapatillas de cristal y lo imagine con un esponjoso vestido danzando en medio de la sala y eso si que me pareció cómico.
-Déjalos sobre la silla muchacho –me dijo – tienes mucho talento-. Acto seguido, levanto su mano derecha, e inmediatamente apareció un hombre con delantal y gorro blanco y retiro todo lo que había en la mesa, dejando solo una botella de vino y una copa.
–Aquí todos están amaestrados- dijo mi pensamiento.
Don Páscuale, puso vino en su copa hasta la mitad, la tomo en su mano derecha, la movió de forma circular, se quedo mirándola como si buscara una mosca allí dentro y tomo un sorbo; lo mantuvo en la boca, como si lo estuviera masticando suavemente y finalmente lo trago, y mirándome como en una actitud confidente me dice:
-Esto es, saborear la vida Sebastián-
Realmente, lo que Don Páscuale saboreaba tan plácidamente, era la vida de muchas personas que trabajaban sus tierras arduamente, para que el, llenara su copa; no de vino, según mi punto de vist, sino del sudor del pueblo que crujía bajo el peso de su yugo.
Luego de una pausa continuo -cuando yo tenia tu edad Sebastián, también quería ser rico y poderoso; pero no se trata solo de querer, también hay que ser audaz y aprovechar la oportunidad cuando se presenta, sin importar los medios; los escrúpulos, solo sirven para mantenerte en la pobreza. Un poco después de haber llegado acá, este pueblo de Aguas Claras, le ofreció la misma oportunidad de enriquecerse a mucha gente, pero solo yo logre encontrar la puerta que me permitió canalizar, el caudal de esa oportunidad a mi favor; ¿sabes porque Sebastián?; porque yo use la inteligencia, mientras los demás solo usaban los músculos para cavar rocas. Primero fue la mina de diamantes, de donde obtuve buenas ganancias, que invertí astutamente, y luego cuando esta mina se agoto, yo tenia ya, una mina particular que me ha permitido vivir sin restricciones por muchos años, y puedo darme el lujo de tomarme todas las botellas de vino que quiera. Los habitantes de este pueblo, son los mejores diamantes que he conocido. La astucia y determinación, hicieron posible mi sueño de ser rico, sin tener que entrar en una cueva a sudarme, para sacar un diamante. En conclusión, el secreto esta en hacer que los diamantes vengan a ti; ese es mi lema.
No tenia ni la mas mínima idea de lo que pretendía Don Páscuale con esa historia, que lo único que me dejaba claro, es que era un hombre frio y calculador; pero yo, fingiendo mucho interés, escuche casi con la boca abierta. Tomo otro sorbo de vino y continuo: En esta fortaleza, entra quien yo quiero que entre y sale cuando yo quiera que salga, este pueblo es igual, es una fortaleza con rejas invisibles pero muy efectivas.
Tengo ojos en todas partes y si quiero, puedo saber cuantas veces respiras y si quiero puedo hacer que no respires mas ¿estas entendiendo Sebastián? –.
Claro que ahora si estaba entendiendo, que gracias a su extraña benevolencia, estaba respirando y que en este pueblo no había espacio ni oportunidad para otro rico. Asentí con la cabeza y continúo diciendo: - cometiste un delito y aunque lo hizo un niño, dejándose llevar por su ingenuidad e impulsividad, no te exime de culpa. Te ofrezco dos alternativas y tu decidirás cual aceptar: la primera es, que yo te entregue a las autoridades y ellos te juzgaran tratando de que yo quede satisfecho y eso Sebastián no es bueno para ti; y la segunda opción es que te quedes en la fortaleza, ejerciendo actividades que yo te iré indicando, hasta que yo considere cumplida tu condena; tendrás libertad para moverte dentro de la fortaleza, pero nunca fuera de ella.
-Te daré veinticuatro horas para que lo pienses y si te decides por la segunda opción, estaré aquí mañana a la misma hora para puntualizar algunos detalles. Buenas noches Sebastián, eres un joven inteligente y sabrás tomar una buena decisión; puedes irte por la misma puerta-.
Cuando Sali, allí estaba Macario esperándome, hicimos el recorrido hasta mi celda en silencio.
Allí me quede pensando, en el giro que había tomado mi vida y en el futuro poco promisor que me esperaba. Estaba cansado emocionalmente, como resultado de la ultima conversación y me dormí muy pronto. Desperté antes de amanecer, con una gran incertidumbre; tenia que tomar una decisión en pocas horas y cualquiera que fuera esa decisión, no iba a ser de mi agrado; mi decisión estaba en escoger una de dos prisiones.
Obviamente, estaba atrapado; Don Páscuale era el dueño de mi destino y ninguna decisión, cambiaria esta realidad, estaba en sus manos; la primera opción, como el mismo dijo, no era muy atractiva para mi y la segunda, no entendía el extraño interés de Don Páscuale de retenerme en la fortaleza. Ya el había dado por hecho de que tomaría la segunda opción, para la cual me estaba entrenando desde el principio, por otro lado, sin saber que había otra opción, ya me estaba preparando para quedarme en la fortaleza por largo tiempo, por lo que había decidido, que Don Páscuale vería mi mejor “obra de teatro”. Lo mas atractivo de la primera opción, es que no vería mas el rostro de Don Páscuale, pero de todas maneras el peso de su influencia estaría sobre mi y podía ser mas larga y penosa mi condena
descartada esta opción, no me quedaba otra alternativa; tendría que aprender a convivir largo tiempo, al lado de mi peor pesadilla. Cuando Macario me trajo almuerzo, le dije: -Quiero ver esta noche a Don Páscuale-. Macario no me pregunto para que, solamente sonrió y dijo:
-Bienvenido al equipo- y se fue sonriendo.
Hasta Macario, sabia ya cual era mi decisión. A las siete de la noche llego Macario a buscarme; ya le estaba esperando listo, hicimos el mismo recorrido y yo mismo abrí la puerta de madera; “se abre el telón”-pensé-; intentando una sonrisa, pelé los dientes y dije:
-Buenas noches Don Páscuale-
No estaba cenando, solo había en la mesa, una botella de vino y una copa a medio llenar; el me sonrió y me dijo:
-pasa adelante Sebastián y toma asiento-.
Mientras me sentaba, levanto la copa diciendo:
-Brindo por tu buena decisión; como puedes ver, fue tu decisión, nadie te obligo-.
Mientras hablaba; lo imagine como un demonio con a*****a de santo, pero luego cambie la a*****a por una hoja de guillotina y me pareció que le quedaba mejor.
Hace algunas noches cuando Macario pudo comprobar que estaba asimilando positivamente mi entrenamiento de sumisión, pude ver en el, un contentamiento que era entendible, porque había podido cumplir con lo que le habían encargado; su alegría significaba: misión cumplida. Pero me preguntaba porque a Don Páscuale, le complacía ese logro; no lograba entenderlo, era como si hubiese encontrado algo, que andaba buscando, como si hubiesen hallado la ultima pieza perdida, de un rompe cabeza; su expresión era como quien dice: ¡por fin tengo la tapa que le queda al frasco!
Una interrogación penetro a mi mente, como un dardo encendido: ¿Seria que aquel fracaso en el robo de la plaza, no era otra cosa que un plan urdido por Don Páscuale?; el me dijo la noche anterior, que si el quería, podía saber cuantas veces respiraba; en ese momento me pareció, que hablaba en un lenguaje figurado, para enfatizar hasta donde controlaba todo, pero si eran ciertas mis sospechas, había sido muy literal, en sus afirmaciones; ¿seria, el muy desgraciado tan inteligente, como para haber descubierto mis planes, en el tiempo que estuve siguiendo a sus hombres y vigilando la fortaleza, y permitió que llegara hasta el final, agarrándome infraganti y así amenazarme con una condena, para tenerme dócilmente a su disposición?
Esto era cada vez, mas enigmático para mi; aun seguía subestimando, la inteligencia del barrigón. La voz de Don Páscuale, interrumpió mis cavilaciones diciendo:
-Tu visita me confirma, que has aceptado mi invitación a quedarte en la fortaleza–.
Asentí con la cabeza pensando: No me dejaste otra alternativa; y el continuo-: para comenzar, ya no estarás mas en una celda; tendrás tu habitación y podrás desplazarte dentro de la fortaleza, según sea la necesidad, claro esta, que siempre estarás bajo vigilancia, pero tu lugar será, permanecer siempre cercano a mi; serás como mi secretario, pero también participaras en otras actividades que iras sabiendo según se vallan presentando; estarás exclusivamente bajo mis ordenes y a mi orden.
Macario es de mi entera confianza y el te ira instruyendo, sobre algunos aspectos que deben guardar todos los que están a mi servicio y sobre tus deberes, como habitante de la fortaleza; el te dotara de ropa decente y todo lo necesario para tus necesidades personales y otra cosa –puntualizo- no olvides que eres prisionero y tus derechos están suspendidos y con tus servicios pagaras todo lo que consumas. Quizás así recluto a Macario, doblegando su voluntad hasta convertirlo en su esclavo; ya tenia “trabajo y libertad” en la fortaleza.