Prólogo

2233 Words
—Quiero el divorcio. —Al fin lo dijo y el rostro de Marcus no se preocupó por esconder su asombro—. Me llevaré a Diego porque es el más pequeño y luego regresaré por Mia, sobre las visitas podremos… —¿A caso te estás escuchando? Me quieres dejar y lo dices como si nada. ¡No puedes hacerlo, no por mi estúpida actitud! Te juro que te lo recompensaré, solo pide lo que quieras y te lo daré. —Se acercó a ella cada vez más, pero la rubia negó—. Por favor Catherine. Yo en verdad, te amo. Shay se mordió el labio para no romper en llanto, lo amaba igual o incluso más que él a ella, lo que haría a continuación iba a hacer lo más doloroso que hiciera en su vida. —Como tú mismo lo expresaste, talvez hubiera sido mejor que nunca me amaras. —Desvió la mirada—. Y lo digo igual por mí. —Marcus acunó su rostro y lo levantó con cuidado. —No lo digas... Jamás me sentí tan feliz hasta que te conocí, tú eres todo para mí, todo lo que había buscado, arreglemos esto. —No puedo mirarte y no recordar lo que Jessica me dijo. —Su mirada cambió, ahora sabía que ella estaba enterado de su secreto y eso le dolió más que mil dagas en el corazón—. Me fuiste infiel, y no me importa el motivo que hayas tenido, tú te acostaste de nuevo con ella —le reclamó. —No, escucha, déjame explicarte... —Negó. Sintió qué cualquier cosa que saliera de su boca seria mentira y algo le decía que toda su vida con él lo era. —No me digas nada más, Marcus ¿Cómo quieres que te crea si algo tan simple como eso no pudiste decirlo? Estoy cansada de todo, de que no te conozca realmente, de vivir una vida llena de delincuencia, donde no puedo ser libre, ni yo, ni mis hijos. Incluso no pueden asistir al colegio como niños normales por tu loca paranoia. Una jaula aunque sea de oro sigue siendo una jaula. Se alejó de él y tomó su maleta. Se dirigió a la entrada junto a su pequeño hijo y salió de ahí sin regresar la mirada, esto era un adiós definitivo... . . . ⚜ . . . 2 años después. Sus pensamientos divagaron entre sus recuerdos, los días más felices de su vida los había vivido hace dos años donde era completamente dichoso y no lo sabía. Como decía el dicho, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Después de tanto tiempo, aún se seguía lamentando de cada unas de sus acciones, jamás debió tratar de esa manera a Catherine, su mente se nubló por el dolor en aquel entonces y solo quiso desquitarse con alguien, por desgracia ese alguien fue su esposa. Meditaba todas las noches, sabía que no solo su forma de tratarla la había alejado de su lado, sino también las mentiras de Jessica, la cual debía estar quemándose en el infierno en ese momento. Marcus no era la clase de hombre que se diera por vencido tan fácilmente, luchó por recuperarla, la buscó, le rogó y suplicó, sí, perdió toda su dignidad, pero no le importó si se trataba de ella, aun con todo eso siempre recibió un no de su parte, destrozando su corazón en el proceso, Catherine lo amenazó con irse de la ciudad y llevarse a sus hijos si no la dejaba en paz. En otras circunstancias y si fuera otra persona, la hubiera podido matar tan fácil, no cuando era ella, su Catherine y la seguía amando como la primera vez. Optó por respetar sus exigencias, alejándose para siempre y fue así que perdió a su familia definitivamente. El dolor de su pérdida lo hizo duro y más despiadado, no le importaba tener que matar cuando era necesario e incluso cuando no lo era, le daba igual, su corazón se había vuelto de piedra. Mujeres pasaron por su cama, jamás volvió a sentir lo que alguna vez sintió con Catherine y sospechó que ese sería otro mas de sus infiernos, al estar atado a su cuerpo. No le veía sentido a la vida y solo se esforzaba a sonreír cuando sus hijos lo visitaban, eran la única alegría en ese momento. Catherine tenía muy controlado ese aspecto, ya que la seguridad de los pequeños, fue una más de las razones por las que se alejó, no quería que sus hijos volvieran a tener que lidiar con los enemigos de su papá y D'monte no tuvo objeción ante eso. A pesar de que Shay le dijera que no la molestara más, tenía que admitir que muchas veces la vigiló a la distancia, aún seguía siendo celoso y posesivo con ella, extrañamente siempre se escabullía y no dejaba rastro alguno de su paradero, había días donde no sabía nada, como en ese momento. Siempre que podía le preguntaba a sus hijos por su estado, al parecer Catherine les había hecho prometer que no hablarían de ella con Marcus, Diego cometió el error de decirle que se había ido de viaje, pero no dijo más cuando Mia lo fulminó con la mirada. Desde ese día estuvo pensativo tratando de alejar la idea de un posible romance, Catherine no podía estar con otro, eso no lo podía permitir, solo imaginarla lo hizo enfurecer de sobre manera, apretando su mandíbula con fuerza, cualquiera que se acercara a ella lo mataría, eso lo podía jurar. Gracias a Dios alguien tocó a la puerta de su despacho, Marcus soltó un adelante viendo pasar a Joseok. Lo distrajo de sus pensamientos y dejó a un lado su copa de Whisky. Su amigo no llevaba buena cara, así que lo miró expectante. —¿Qué ocurre? —preguntó serio. —Tienes que ver esto. —Joseok puso su portátil sobre el escritorio, mostrándole el video de una cámara del aeropuerto. Marcus frunció el ceño cuando no reconoció al hombre sobre el monitor, levantó la mirada para que su amigo le explicara mejor. —¿Qué significa esto? ¿Quién es él? —Señaló la portátil. —Según la base de datos de Frank, el tipo coincide en un 95% en como se vería Luke Serkin ahora mismo, después de casi quince años de su desaparición. —Marcus alzó la mirada y luego la bajó de nuevo observando más de cerca al sujeto. ¿Podría ser verdad que Serkin estuviera vivo? Apretó sus puños, ese desgraciado, hijo de puta. —¿Quieres que investigue si se trata de él? —Joseok exclamó al observar a su jefe sumido en sus pensamientos. Todos sabían quien era Luke Serkin, el mafioso ruso que había matado a su hijo de apenas cinco años. —Yo me encargo. —Se paró abruptamente de su asiento, tomó su arma colocándola en su cinturilla y salió con paso decisivo. Joseok no quería decir nada al respecto, no era prudente contradecirlo en ese estado, era lógico que se encontrara furioso de saber que probablemente, el asesino de su hijo estuviera de regreso en la ciudad como si nada. —El auto... —declaró tajante y Dong asintió yendo por él. —¿Qué pasa? —Sasha lo divisó a la distancia, podía ver su desesperación mezclada con furia a lo lejos, lo cual no era una buena señal. —Serkin —musitó Joseok. Sasha soltó un sonido de asombro y vio a su hermano. —¿No se supone que estaba muerto? —Eso creímos cuando se estrelló la avioneta donde iba hace quince años, ahora hay alguien que se ve como él. —Joseok caminó hacia Marcus, él no había expresado ni una sola palabra. —Marcus... —Lo escudriñó. Iba dispuesto a todo está segura. —No pensarás arriesgarte de ese modo y menos yendo solo. El azabache siguió sin responder. Sasha era la única que se atrevería a contradecirlo y así lo haría, no iba a permitir que hiciera una locura y se pusiera en riesgo. —Para... —Sasha —D'monte le advirtió, sin embargo, ella no retrocedió. —No estás pensando bien, con un carajo. ¿Quieres que te maten? piensa en tus hijos, en Catherine. —Marcus negó, no venía al caso que la mencionara cuando sabía cómo estaba por su abandono—. ¿Qué va a pasar si no es él? —Uno menos. ¿Eso importa? —No sabes de quién se trate —dijo exasperada—. Piensa con la cabeza fría, si ese tipo no es Luke te meterás en problemas con alguien que no sabes que poder tenga. —¿Y si lo es? —La miró con sus ojos disfóricos. —Señor, está listo el auto... —Si él resulta ser el maldito bastardo que asesinó a mi sobrino, yo misma te ayudaré a acabar con él, pero no así. —Señaló la pistola en su cinturilla—. Si no de una forma mucho más dolorosa. Marcus sonrió ante la expectativa, puso sus ideas en orden y lo meditó mejor, tenía que admitir que Sasha tenía razón. Asintió y le hizo señas a Dong para qué guardara de nuevo el auto, se dio media vuelta y regresó a su despacho. Sasha escuchó como Joseok le daba las gracias en un susurro y esta asintió, no tenía por qué agradecerle, era su hermano. —Llama a todos y diles que es urgente, yo le avisaré a Víctor. —El castaño la miró serio y asintió. Tenían trabajo que hacer. . . . ⚜ . . . —¡Niños! Bajen por favor, sé les va a hacer tarde para ir al colegio! —Catherine gritó desde la cocina, miró su reloj, era tardísimo, llegaría tarde al trabajo. Escuchó con entusiasmo como las fuertes pisadas hacían ruido al bajar por las escaleras, mientras su hija e hijo se empujaban. —¡Hey! ¿Qué les he dicho? Mia, no debes jugar así de pesado con tu hermano, él es más pequeño que tú. —La niña asintió con sus ojos regañados y miró mal a su hermano. Él había empezado. —No soy pequeño, ya crecí... mira. —Diego se paró de puntitas junto a su hermana para demostrar que no mentía, aunque en realidad apenas le llegaba al hombro. Catherine asintió y rio ante el acto, llevó el dedo a su boca pidiéndole a Mia que no dijera nada al respecto, no quería romper las fuertes ilusiones de su hijo. —Es verdad, campeón. Estás enorme. ¿Sabes por qué has crecido así? —Le tocó la nariz de forma juguetona—. Por qué te has comido todos tus vegetales así que ahora come o no crecerás más. Diego observó su desayuno y soltó una cara de asco, no creía que esas cosas tan asquerosas lo hicieran crecer, iba a replicar cuando el timbre de la puerta empezó a sonar. —Comételos todos, anda que te observo. —Lo señaló—. Y tu también Mia. —dijo mientras caminaba hacia la puerta. —Mamá, Diego le está dando los vegetales al gato. —Catherine escuchó decir a su hija, pero estaba más concentrada en abrirle a Zola, era una señora de color, de unos cincuenta años de edad que cuidaba de los chicos. —Hola, Catherine —la saludó con un beso en la mejilla al entrar—. ¿Peleando de nuevo por los vegetales? —La rubia se encogió de hombros, Zola los conocía como a nadie—. Diego es el que pone el desorden siempre. —Se quejó graciosa. —¿Quién más? —Soltó cansina—. ¿Te los puedo dejar ya? Es que no llego a la junta sabática. —Vete, vete —exclamó con ademanes. —Vale, eres un amor —dijo satisfecha mientras se despedía de sus hijos y tomaba su bolso—. Se portan bien, no hagan trabajar mucho a Zola —les advirtió a ambos. —¿Vendrás a cenar? —Mia preguntó con su carita tierna. —Lo siento princesa, me toca doblar turno, pero mañana sin falta cenaremos algo rico. —Mañana nos toca ir con papá. —Oh claro, lo había olvidado. —El lunes será —exclamó entusiasta. No quería que sus hijos se sintieran abandonados o algo por el estilo, ella de verdad deseaba darles todo, aunque tuviera que trabajar mucho para eso. —Solo si prometes pizza y helado. —Catherine miró a Zola con sus ojos sorprendidos y luego regresó su atención a su pequeña hija. —¡Si, pizza y helado! —Diego alzó las manos feliz por la propuesta. —¿Desde cuándo aprendiste a negociar? —Alzó una ceja. —Eso le funciona a la tía Sasha cuando pelea con el tío Víctor. —Catherine meneó la cabeza, parecía enojada, pero en realidad no lo estaba. —Está bien, pizza y helado. —Ambos niños gritaron de emoción. Tenía que admitir que su hija aprendía rápido. —Me voy, estoy muy retrasada—avisó y salió casi corriendo hacia su auto—. Black va a matarme —musitó al ver su reloj por segunda vez, metió con rapidez la llave para encender el auto y arrancar a toda velocidad.
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