1 mes antes de mi boda.
Las Vegas, EEUU
— ¡Miranda! — escucho su voz y pienso que en realidad he bebido mucho, eso me pasa por no poner atención.
— ¡Miranda! — vuelve a repetir y escucho su voz risueña, sigo pensando que estoy soñando o muy bebida— dale, gira, no te hagas como si no me recordaras y olvidaste mi voz — me giro en la silla alta del bar con mucho cuidado de no caer y veo a Jacob de pie frente a mí, lleva una gorra, como hace tantos meses y sus ojos no dejan de mirarme intrigantes, profundos.
— ¿Qué haces aquí? — le pregunto sin poder creer que después de que han pasado 5 meses desde nuestro breve encuentro, estemos frente a frente. Él habló del destino y tal vez sea verdad.
Alicia y Vanessa decidieron adelantar un poco mi despedida de soltera, porque según lo que entendí, habían conseguido boletos para un concierto de su grupo favorito en las Vegas. Nosotras vivimos en España, así que no es muy lógico, pero, Vanessa es azafata o auxiliar de vuelo y pues taran, ella consiguió no sé cómo no trabajar ese fin de semana y además boletos con descuentos.
En la tarde noche, las tres habíamos salido del cuchitril donde nos hospedamos, muy bien arregladas, las chicas llevaban cada una un vestido brillante y ajustado y yo llevaba unos leggings negros y una falda de toutou y blusa blanca con un poco de brillo y lentejuelas y unos tacones rojos de muerte que Vanessa me había prestado. Comimos en un sitio barato y nos fuimos haciendo la roda de bar en bar, donde Vanessa y Alicia se encargaron de conseguir bebidas gratis, llegamos a este bar, supercostoso y Ali, recibió un mensaje, donde la invitaban a una fiesta de su banda favorita, que se realizaba en el hotel de este bar. Ellas habían estado el día anterior en su concierto. Yo no quería ir a la fiesta y ellas siguieron bailando conmigo, pero al verlas comprendí que deseaban irse y les dije que terminaría mi copa y volvería al sucio hotel. Ellas se fueron felices, sin fijarse que mi copa estaba vacía, seguí bebiendo y ahora, no puedo creer que el destino me haya puesto frente a Jacob de nuevo.
— Ven, creo que debes comer algo — Jacob me lleva de la mano y camina rápido, solo que yo llevo unos supertacones y además la chaqueta de Jeans que he traído no me ayuda mucho con el frío, la temperatura ha descendido y empiezo a sentirme mareada por el aire fresco o no tan fresco.
— Jacob — tiro de su mano y él se detiene — creo que debo parar, me duelen los pies y tengo frío — la gente pasa a nuestro alrededor, Jacob me carga y yo comienzo a gritar y a pedirle que me baje, atraviesa la calle conmigo cargada — ¿Puedes bajarme por favor? — le digo mientras sujeto fuerte mis manos en su cuello, no sea que vaya a resbalarme y caer. Él entra en un restaurante de tapas, no puedo creerlo con el hambre que tengo, pero al parecer se necesita reservación
Jacob me deja en el suelo y se acerca a la recepcionista, que inmediatamente le sonríe y le hace ojitos, qué pereza con todas estas mujeres que siempre andan de regaladas con él.
Habla con ella unos segundos y ella hace una llamada, dos minutos después sale el Chef y nos lleva a una mesa alejada e íntima.
— ¿Por qué vino el chef a saludarte? — le pregunto algo distraída mirando la carta, los precios son astronómicos y no creo poder comprar ni una sola tapa aquí, Jacob me arrebata el menú y hace un gesto para que uno de los meseros se acerque y le pide varias tapas.
Empiezo a sentir calor y aunado al olor de las tapas y las margaritas y otros licores varios que he bebido en toda la noche, hacen que no me sienta muy bien, salgo de la mesa y corro al baño. Gracias a Dios, este es un restaurante increíble y tienen un muy lujoso, limpio y gran baño, así que abrazo la tasa por algunos minutos mientras devuelvo el contenido de mi estómago.
— Miranda — levanto la cara del táper del baño y veo a Jacob en la puerta, mirándome con sus brazos cruzados. No puedo hacer más el ridículo.
Se inclina y me ayuda a levantarme, me pasa un brazo por mi cintura y me lleva hasta el tocador, donde lavo mi cara, mi boca y trato de recoger mi cabello, que es un completo desastre — Déjalo así — me dice — me encanta como se te ve — Mi cabello es rizado tipo afro, sus rizos hidratados están anormalmente definidos, pero tengo mucho y mantenerlo bien es un lío.
— No deberías estar en el baño de las mujeres — le digo. Él me ignora y me ayuda a salir. Cuando volvemos a la mesa, inmediatamente el mesero se acerca y nos sirve las bebidas, yo tengo agua con unas rodajas de limón verde, estoy segura de no haber pedido agua, la miro con cara de enojada.
— Lo siento, pero se acabó el licor para ti — Después de ese pequeñísimo incidente, nos traen unas tapas deliciosas, la boca se me hace agua y comienzo a comer como si llevara días sin hacerlo.
Cuando salimos del restaurante es casi la media noche, la fiesta apenas está empezando en las vegas, pero la mía ya se ha terminado, no he recibido ningún mensaje de las chicas, ni para preguntar si llegué bien al hotel, estoy muy cansada para hacer otra cosa que no sea dormir.
— Debo ir a dormir, me siento muy cansada y creo que todavía tengo los efectos del alcohol — le digo a Jacob.
— ¿Quieres que te lleve a tu hotel? — me pregunta, agregando inmediatamente — o prefieres quedarte conmigo, yo también tengo mucho sueño.
— Mi hotel es horrible, pero no sé qué tan prudente sea quedarme contigo — le digo imaginándome las mil cosas que podemos hacer en su habitación. Soy horrible.
— Solo quiero dormir y no me gusta aprovecharme de chicas borrachas — me da de nuevo la mano y deshace el camino hacia el hotel donde nos encontramos.
— Para tu información, la borrachera ya se me está pasando — le digo.
— ¿Entonces quieres que me aproveche de ti? — Me pregunta y me deja sin palabras, se inclina, me regala un suave beso que me hace recordar a la Costa, me toma de la mano y luego caigo en cuenta que nos dirigimos al mismo hotel del bar donde nos encontramos.
— ¿Te quedas en este hotel? Pero ¿En qué trabajas, es muy costoso?
— No te inquietes, eso lo cubren mis jefes — Al entrar, veo que baja un poco más la gorra y atraviesa la recepción a paso largo y rápido, creo que la recepcionista quiere decirle algo, pero Jacob no la mira.
Llegamos a su habitación y es inmensa, me dice que es una suite, tiene una pequeña sala donde él empieza a quitarse la camisa mientras entra a la habitación que es hermosísima y tiene una cama inmensa que parece muy confortable. Yo me siento muy sucia y sudada y todavía más después de haber vomitado.
— Puedes utilizar la ducha o la bañera, como quieras — me dice pasándome una camiseta negra y empiezando a quitarse el pantalón, el tatuaje que tiene en el cuello con las ramas entrelazadas, las pequeñas rosas y las espinas desciende por el lateral izquierdo de su espalda. Cuando se quita los jeans, logro ver dos huequitos en su espalda baja, donde empieza el trasero, que me hacen saltar un pálpito y humedecer de inmediatamente, corro al baño que es inmenso y con una bañera increiblemente grande y aprovecho para darme una ducha de padre y señor nuestro y lavarme los dientes, por supuesto.
Me aplico en el cabello una crema hidratante de manteca de karité que se encuentra entre todos los productos del hotel, mi cabello se siente extremadamente sedoso e hidratado y los crespos empiezan a formarse. En el momento que entro en la cama me doy cuenta de que Jacob está completamente dormido y desnudo, trago saliva, me meto en la cama y me cubro, tengo la camiseta, pero sin ropa interior, trato de hacerme lo más apartada que puedo y no pensar en su espalda tatuada, en sus piernas largas y su delgado y fuerte cuerpo.
Jacob se gira y puedo ver su cara de perfil, es de verdad un hombre hermoso, desciendo mi vista y veo su pecho bien formado y lleno de abdominales, sin una pizca de grasa de más, mis ojos descienden un poco más y se abren desmesuradamente al ver su m*****o, en mi opinión es demasiado grande y ni siquiera tiene una erección, me siento muy excitada, la verdad es que con mi novio no lo hacemos mucho, como una vez al mes si estoy de suerte y nunca me había sentido tan excitada como ahora.
Tengo calor y tiro las sábanas fuera de mis pies, descubriendo la mitad inferior del cuerpo de Jacob ¡Dios Mío! Tiene una erección que no comprendo, porque sigue dormido. Hace un momento estaba normal.
— Deja de hacer eso — salto en la cama cuando escucho su voz ronca, me giro y miro su cara, abre lentamente sus ojos y las pestañas caen sobre sus mejillas, parece somnoliento, una tímida luz ilumina su cara, no hemos cerrado las cortinas.
— Pensé que dormías — le respondo y lo miro a los ojos, juego con mis pies, estoy nerviosa.
— Yo también — me responde — Miranda, trata de dormir — se pasa la mano por la cara — te juro que estoy muy cansado.
— Creo que mi novio quiere más a mi familia que a mí — empiezo a hablar, la mano de Jacob se tensa cuando escucha lo que acabo de decir — Es como si se quisiera casar con ellos y no conmigo. Estoy cansada de tener casi que rogarle que tengamos sexo — Jacob hace un sonido fuerte con su garganta y aprieta su mano en mi cintura.
— Miranda — me dice — no creo que yo sea la persona indicada para hablar contigo sobre tu novio.
— Pero eres hombre y eres como un amigo para mí, claro que eres la persona indicada — le digo
— Te equivocas, no comprendo a los hombres que no se follan a sus novias — levanta un poco el dorso de su cuerpo y se aproxima mucho más a mí — No comprendo a tu novio porque desde que me subí en tu coche y pasé la noche contigo en esa playa solo he pensado en follarte — dejo de respirar, él me mira a los ojos y reposa su frente contra la mía — Yo no soy tu amigo Miranda — me dice bajito — esa noche te dije que tú eres todo lo que necesito y no hable a la ligera — empieza a besar mi frente — yo no soy tu amigo, porque un amigo no piensa como sería tener a su amiga en cuatro sobre su cama mientras la penetra fuerte y profundo — mi respiración se entre corta y mis manos tiemblan, Jacob besa mi nariz — Un amigo no te imaginaría gritando sobre él mientras lo montas y mucho menos se imaginaría callándote esa linda boquita con su polla — me da un beso ligero en mis dos mejillas y luego besa con calma mi boca, estoy tan húmeda que si descendiera su mano ahora y me tocara, mojaría todos sus dedos, podría jurar que estoy mojando las sábanas.