EBBA FISCHER
Puedo sentir el momento exacto en que mi alma abandona mi cuerpo y deja esta dimensión. El hombre a quien extiendo mi mano en un saludo fraternal es el mismo hombre que..
Imposible.
Federico baja mi mano de manera sutil y presiona levemente mi brazo. El hombre me observa fijamente poniendo toda su atención en mi y es allí que me doy cuenta que me reconoce.
Me reconoce muy bien, pero sé que no dirá nada. Por su posición.
Mi cuerpo se llena de rabia al recordarlo. Mi ira estalla pero me reprimo haciendo lo que mejor hago. Actuar.
Me volteo observando a mi novio. Me coloco de puntilla y le planto un beso en la comisura de su labios dejando a todos los presentes murmurando por mi descaro.
-Fer me contó de usted pero jamás pensé que fuera tan joven. Cierto cariño- Federico me observa ciertamente desconcertado pero asiente rápidamente.
Vuelvo a fijar la vista en el hombre y esta vez sus ojos azules son dos témpanos de hielo.
-Lo siento Santino, pero es un poco imprudente- Fernando me suelta la mano y ofrece una reverencia al hijo de puta de hace dos años. Santino Lewis, pruebo su nombre en mis labios.
-veo que aun no le enseñas modales a tu prometida- mueve la cabeza esperando que haga la estupidez que hace Federico, pero me niego a inclinarme una vez más a este hombre.
Mi boca es la primera en moverse.
-Es verdad, aun no he recibido modales mi señor- frunce el ceño cuando aquellas palabras salen de mi boca.
La atmósfera se siente pesada y todos lo sabemos pero nos hacemos los tontos para disimularlo muy bien.
Vuelve a escanear mi cuerpo sin disimulo alguno y así como llegó se va sin decir una sola palabra. Suelto el aire que tenia retenido.
Mi corazón vuelve a latir con normalidad. El.. aqui..
Es primo de Federico ¿cómo puede ser esto posible? ¡Qué jugada es esta! Me suelto del agarre de mi prometido disculpándome para salir a tomar un poco de aire fresco. Mientras camino siento un dolor punzante en mi pecho y creo que voy a colapsar si no salgo de este maldito lugar.
¡¿Como ese hombre puede estar aquí?! ¡¿como?! Cómo pueden venir todas esas imágenes a mi cabeza una tras otra. Toco el collar que me regaló Federico antes de llegar y no sé por qué siento que quema en mi cuello.
El viento helado golpea mi cuerpo y siento que solo así puedo respirar.
principessa…
Dea..
Sei una donna perfetta….
Los recuerdos. La noche, nuestros cuerpos. Toco el balcon de piedra y respiro por la boca. ¿me reconoció? Está claro que lo hizo o tal vez fue mi imaginación.
-regina- me volteo de golpe.
-Fe..Federico- el hombre con quien he compartido este último año se aproxima hacia mí. Sonrío al verlo pero su paso es más fuerte que en cuestión de segundo lo tengo en frente y me sujeta del brazo de manera brusca.
-¿¡Qué fue eso!?- me sobresalto un poco por su acción. No entiendo qué está pasando.
-no se de que me hablas- intento explicar.
-no te hagas la tonta Ebba, hablo de tu falta de modales hacia el dueño de este lugar- me sujeta más fuerte.
-no se de que me hablas y ¡suéltame! me estas haciendo daño- me suelto de un tirón. Federico retrocede pero su expresión cambia en cuestión de segundos.
-Ebba- suspira tocando mi hombro.
Creo que ambos estamos sobresaltados a causa de Santino Lewis.
-mi primo es una persona muy poderosa a la cual no se le puede burlar. Así sea un maldito arrogante tienes que guardar tu..- Frunzo el ceño.
-yo no hice nada malo Fer, Y no me importa quien sea ese hombre, no tengo por qué rendirle algún homenaje- y menos al saber quien es. Y lo que hicimos.
-No digo que tengas que venerarlo pero..- suspira derrotado.
-es un hombre peligroso regina. No por nada es el líder de la mafia Italiana- mi corazón se detiene de golpe y creo que lo poco de desayuné se quiere salir de mi boca.
-ma..mafia- espeto mirándolo.
-tu sabias que yo era dueño de algunos bares regina. Te lo dije cuando nos conocimos- mi labio inferior tiembla y siento que la noticia es como un balde de agua fría en mi ya helado cuerpo. Mafia..
-¡me dijiste que estabas metido en algunos negocios, pero nunca me dijiste que pertenecías a la Mafia Italiana!- levanto la voz sin importarme que alguien nos escuche. Mafia. No estamos hablando de un juego de niños, estamos hablando de algo mucho peor.
-¡baja la voz, Ebba!-
-¡grito lo que se me dé la puta gana Federico!- tomo el anillo que tengo en mi dedo y me lo quito. Yo no quiero ser parte de este lugar. No me importa el trato pero no voy a pertenecer a este lugar.
-ponte el anillo Ebba, no quieras verme enojado- lanzo el anillo a su pecho y salgo del lugar.
Las lágrimas quieren salir. Mafia Italiana, en qué carajos me metí. Paso cerca de las personas pero un agarre fuerte en mi brazo me detiene.
Me volteo queriendo pensar que no es…
-regina, no me hagas esto. Sabes que te necesito- Federico me detiene llevándome a una habitación oscura. Doy dos pasos pasando las manos por mi coleta alta. Las manos empiezan a temblarme.
-lo siento pero..-
-¿Alguna vez te he puesto en peligro?- espeta firme. No. No lo ha hecho.
-no, verdad. Porque así será siempre. Tu seguridad es la mía y si en todo este tiempo no te pasó nada así seguirá siendo- rodea sus brazos a mi cuerpo. Me calmo y trato de respirar profundamente.
Cuando me calmo Federico me suelta.
-somos un equipo Ebba, recuerdalo y tu me prometiste que..-
-entiendo- no dejo que termine la frase. Extiende su mano y acomoda su cabellera oscura.
Intento calmarme pero ciertamente es imposible. El silencio se vuelve tenso.
-Estamos bien regina Mía- con cierto recelo asiento.
Abre la puerta y me observa nuevamente.
-Necesito que desde mañana arregles tu guardarropa regina. Es momento de que cambies tus atuendos peculiares- dice lo último con un toque sarcástico.
observo mi ropa y miro al piso.
Uno de los problemas que he tenido con Federico es mi vestimenta. Mientras que a él le parecen ridículos, a mi me resultan únicos.
Me gusta el color blanco es más brillante y sobre todo. No se ve sucio…