Narra Mateo Estaba más que eufórico al saber que Johana vendría. Planeamos revisar el contrato juntos y, con suerte, ella se quedaría y pasaría más tiempo en la casa. Hice arreglos para que trajeran flores solo para alegrar el lugar y pedí una bandeja de bocadillos y dulces en el bistró local del centro. Todo estaba preparado para una noche perfecta. —Hola— me saludó en la puerta. En el momento en que vi su rostro, todo en el mundo se desvaneció. Sin preocupaciones, sin soledad, sin Leandro. Llevaba un vestido primaveral de color rosa pálido con pequeñas flores verdes por todas partes. El dobladillo le llegaba justo por encima de las rodillas desnudas y llevaba sandalias marrones a juego con su bolso. Parecía despreocupada, incluso caprichosa, y olía a gloria. Debieron ser lirios y lilas