La pregunta dejó a Cris helado, era como si un iceberg le hubiera caído encima, ni él se había hecho esa pregunta, el tiempo avanzaba, y el bebé aproximadamente nacería en unos cinco meses. —¡No lo sé! —contestó, soltó un resoplido. Soledad se mordió el labio inferior, empezó a llorar. —¿Me lo vas a quitar? —Claro que no, para mí tú eres su madre, lo sabes. —La abrazó muy fuerte—, no soy abogado, desconozco de leyes, pero mis primas y tíos, sí, debemos visitarlos y consultar, pienso que, con la muerte de Tamara, quizás puedas adoptar al bebé, convertirte en su mamá legalmente. —No quiero que me lo quiten, yo soy su mamá, no es justo —balbuceó, se aferró al cuerpo de su novio. —Yo no lo voy a permitir, quizás deba llevar el apellido de Tamara, pero será tu hijo, lo vamos a criar