Christopher ya no pudo conciliar el sueño, miraba el techo, su cabeza aún era un remolino de ideas, no lograba conectar con el bebé, sabía que era su hijo, no lo iba a rechazar, pero no sentía esa emoción de ser padre, quizás porque jamás pensó en serlo; sin embargo, Soledad defendía a esa criatura sin llevar su sangre, pensó que así debió sentir su mamá, cuando decidió hacerse cargo de él. «Pobre muchacha se ve que ha sufrido mucho, no debe ser fácil cargar en su vientre un bebé ajeno. ¿Qué hiciste Tamara? ¿Por qué tuviste que decidir por mí? ¡Yo no quería ser padre!», gruñó. De tanto pensar se quedó dormido como a las cuatro y media de la mañana, y debía estar en el hospital a las siete, tenía una junta médica importante. El despertador sonó cinco de la mañana, pero él siguió durmi