Cris se puso de pie, la tomó de las manos. —No, no fue tu culpa, Regina se encargó de correr el chisme de que pasó en el centro comercial, y todos solicitaron que ya no trabajes en este hospital. Soledad apretó los labios, inclinó el rostro, su labio inferior empezó a temblar. —Entonces si fue mi culpa, te he traído problemas, tú no debes renunciar, ellos no me quieren a mí, no a ti. Cris tensó la mandíbula, la agarró de la barbilla con suavidad. —Escúchame Soledad, si se meten contigo, también lo hacen conmigo, no voy a permitir que nadie te humille, tranquila, en el hospital oncológico siempre he tenido una plaza vacante. La mirada de Soledad se llenó de lágrimas, lo abrazó muy fuerte. —Discúlpame, si yo hubiera sabido que Ximena iba a hacer eso, no la habría invitado. —T