Dos semanas antes…
—¡Oh, Dios mío ¿Señor se siente bien?!
—¡Ah, claro que no. Tu estúpida puta me pegó con esa lampara en la cabeza, me desmallé, casi me mata!
—¿Quién? ¿ Kassandra?
—¡Si ¿quién más?, tengo entendido que a ella fue a la que contraté para acostarme con ella esta noche que yo sepa estúpida mierda!
Sentado en el borde de la cama, cubierto solo con una toalla, se encontraba un hombre muy grande. Era de gran volumen, medía como dos metros y le apodaban Goliat. Él era el temido líder de un peligroso grupo de mafia, y se encontraba tumbado en el borde de la cama, con su imponente figura manchada de sangre debido al poderoso golpe que recibió de una chica llamada Laura a quien apodaban Kassandra. A pesar de la gravedad de sus heridas, uno de los hombres encargados del lugar se acercó rápidamente, ofreciéndole asistencia médica.
—¡Señor si quiere vamos a emergencias para que le agarren unos puntos!
Sin embargo, el orgullo y la determinación de Goliat jugaron un papel crucial en ese momento, ya que se negó rotundamente a recibir ayuda. Con su semblante desafiante, rechazó la ayuda de ese hombre porque estaba muy molesto, ya que jamás pensó que terminaría en esa situación porque solo ese día buscaba satisfacer sus deseos carnales con una de las prostitutas más populares del lugar.
—¡¿A emergencias? No piso un hospital desde 1999 idiota! ¡¿O es que quieres que me metan preso?
—¡No señor!
Goliat limpiándose la sangre de su cuello mirando al encargado le comentó:
—¡Llama a Vladik y dile que me devuelva mi dinero. Recibirá su castigo con mis hombres por lo que me pasó hoy y es mejor que consiga a esa perra rápido, ella es obvio que está muerta. Pero Vladik también si no la consigue rápido!
Mientras tanto, Kassandra cuyo nombre verdadero era Laura...
Estoy descalza, con mi peluca en la mano para no dejar rastro, corriendo a través de un oscuro bosque en mitad de la noche, llena de desesperación y miedo, con cada paso que doy tratando de evitar que me encuentren. Cada rama que se quiebra bajo mis pies, cada respiración entrecortada, me recuerdan la importancia de mi libertad. ¡Al fin, al fin soy libre después de diez años!