No esperaba que mi padre me obligara ha casar, siempre le manifesté mi deseo de convertirme en sacerdotisa del señor AZÉL y para eso debía conservarme virgen, pero casarme es parte de ser princesa, mis hermanos y hermanas mayores han contraído matrimonio con la nobleza de distintos reinos para asegurar lazos, negocios con ellos y evitar futuras guerras, así que seguramente yo no iba a ser la excepción, con el único lugar sin alianza y me toca a mí, los creadores del carnaval, el centro de lujuria y placer del mundo.
En la última noche de lo que fue mi hogar no puedo evitar las lágrimas en mis ojos, jamás había viajado sola y mucho menos separarme de mi madre, me abrazo a ella aferrándome a su recuerdo, su olor, su imagen, al color de sus ojos y cabellos, mientras ella acaricia suavemente mi cara mientras limpia nuestras lágrimas.
- Hija, hay deberes que cumplir y como princesa del reino de Éire deberás dejar todo cuando conoces para unir tu vida a la del príncipe de Wetland, no temas hija, todo estará bien, pero la noche de bodas deberás ser fuerte y valiente, para eso pensaras en todo lo que amas y valoras de este mundo para mantenerte firme con lo que va a pasar y cumplir tu obligación como esposa; y apenas pueda le pediré a tu padre un título para tu esposo y así puedas regresar a mis brazos.
Me limpio la lagrima de los ojos, mientras pregunto: - madre, ¿es eso posible?
- Si hija, porque no te casaras con el futuro rey, es uno de los hijos menores, así que sus obligaciones son diferentes y podrá dejar el reino de su padre para ser su embajador en nuestras tierras, tal como tu cuñada que dejo sus tierras para vivir con nosotros y prepararse para convertirse en reina algún día; pero ahora debes cumplir con tu deber y yo esperare tus cartas y cuando llegue el momento justo le pediré ese favor a tu padre o a tu hermano.
No le respondo a mi madre, pero me lleno de esperanzas de volver, ella sale de mi habitación cuando entra mi padre, un poco nervioso y los ojos hinchados de quien a llorado, me abraza y mientras me da un beso en la frente.
- Hija, no quiero ser el malo de la historia, pero deberás casarte lo más pronto posible, sobre ti pesa un designio que he mantenido oculto hasta el día de hoy, pero si no te casas antes de la luna llena negra tu vida correrá peligro, aún falta algo de tiempo, pero no quiero arriesgarme, perdóname por obligarte a casar en contra de tus deseos pero no quiero perder a mi hija.
Un leve corrientazo acompañado de miedo me invade en ese momento.
- Padre, ¿porque no me habías dicho antes?
- Porque no quería llenarte la cabeza de sandeces, y ahora perdona a este viejo tonto y dame un abrazo, te deseo lo mejor en tu vida de casada, serás una esposa hermosa, solo te voy a pedir un favor, mantente alejada del carnaval y toda la lujuria que ese reino desprende – me da un beso suave en la cara - apenas pueda y pase el peligro mandare a buscarte, pero es obligatorio que te quedes allá un tiempo.
Me quedo sola con mis pensamientos y los nervios de punta, que ese designio que pesa sobre mí, porque mi padre debe enviarme lejos, la mañana siguiente me encuentra cansada y sin haber dormido en toda la noche, me llevan hasta el barco donde partiré y me siento como una condenada a la muerte que le permiten su ultima cena.
Mi dama de compañía Celine y yo subimos al barco despidiéndonos de nuestro seres queridos, el barco es cómodo, pero el viaje en el Mare apesta, no puedo sostener comida en mi estómago, no puedo dormir ni descansar, siempre está moviéndose y por lo que me cuentan Wetland es la ciudad en agua y seguramente no tendré los prados verdes que tanto amo de mi tierra y está sensación quizás sea permanente.
Llego a esta ciudad llena de canales, el puerto es hermoso y lleno de lujos, no hay casas normales, sino edificios continuos, de ladrillo pintadas de blanco, las puertas son las que varían de colores y pareciera que flotaran en el agua, a mi vista no se ve ni un árbol, solo pequeñas flores en las ventanas y las calles son canales de agua tan estrechas como para pasar dos caballos a la vez, pero sin espacio de caminar, creo que me perdería aquí si saliera sola, sin embargo tiene algo que me atrae, pero no sé qué es.
Me suben a una pequeña barcaza cubierta, el sol en esta región del mundo es asfixiante, la cual solo aumenta la sensación de mareo al estar bamboleándose de un lado a otro, Celine me da unas gotitas para el mareo y me pide que cierre los ojos para que el trayecto sea más rápido y sin pensarlo me quede dormida, cuando mi dama de compañía me despierta estoy en una habitación hermosamente decorada con tonos dorados y pasteles, que me recuerda un día en el jardín del palacio de mi padre.
- Princesa, la reina Carlota, solicito su presencia en su despacho personal en una hora para tomar el té.
- ¿Qué hago aquí?
- Princesa se quedó dormida y no pudimos despertarla, así que uno de los guardias la trajo hasta aquí.
Asiento ligeramente, ya que no recuerdo mucho de los últimos días en los que he pasado vomitando o durmiendo, así que me baño para quitarme la pesadez del viaje de mi cuerpo y me encamino a ir donde la madre de mi prometido, es un palacio lujoso y hermoso, todo está limpio y ordenado.
Entro a la habitación y es tan hermosa que no puedo dejar de verla, el castillo de mi padre es hermoso, está construido de la piedra misma, pero aquí es otro nivel.
- Su majestad, me mando a llamar. - digo mientras hago una reverencia.
- Pasa por favor, tenemos mucho que hablar.
Ocupo el lugar que me señala y recibo la taza que me ofrece, ella respira profundo como buscando las palabras que quiere decirme, y eso me hace sentir nerviosa, no acabo de llegar cuando me tengo que enfrentar a temas que no sé cómo manejar sola, aun.
- Princesa, a petición de su padre en tres días a partir de hoy realizaremos la boda, luego en la cena conocerá a mi hijo Naim, quien tiene la fortuna de desposarla; mañana la modista traerá tu vestido de novia y yo ya me encargue de todos los preparativos de la boda, solo deberás dar el acepto ante el altar.
Asiento débilmente mientras dejo la taza sobre la mesa, siento que el aire le falta a mis pulmones y las palmas de mis manos sudan copiosamente, me da miedo terminar rompiendo la porcelana tan hermosa, ella continua hablando mientras yo tiemblo.
- Como sabes, el reino de tu padre es el más importante por todas las atrocidades que tus ancestros hicieron, pero antes de eso nosotros éramos el centro del mundo, todos venían por lujo y fiesta, aun lo conservamos, somos la familia noble con mejores modales y tu deberás estar al nivel de las necesidades y de la etiqueta que usamos, tendrás deberes y obligaciones como parte de esta familia que deberás cumplir al pie de la letra. Por cierto tienes prohibido salir de tu habitación hasta el día de tu boda, podrás bajar al comedor a la hora de la cena si yo lo autorizo, cuando seas la esposa de Naim, él lo decidirá por ti.
Luego de varias horas dando instrucciones y contándome todos los preparativos para el gran día y el cómo debería empezar a vestir, camino dos pasos de tras ella para entrar al gran comedor a cenar, es un lugar hermoso, el piso de mármol blanco, la mesa larga de madera pulida con decoraciones de flores en oro, plata y cristales preciosos de múltiples colores, me quedo viéndolos embelesadas, cuando la voz de la reina me saca de mis pensamientos.
- Princesa Azahara, le presento al príncipe Naim.
Hacemos las reverencias de rigor y ocupo mi lugar junto a él, fue la cena más larga de mi vida, no tuve nada que conversar y al parecer la reina estaba molesta por algo, ya que miraba una silla vacía y fruncía el ceño mientras murmuraba algo.
Luego de cenar me llevan devuelta a mi habitación seguida por la reina quien me llena de muchas advertencias de cosas que puedo hacer y las que no, tanto a mi como Celine, me dejo caer en la cama por fin podré dormir en un lugar que no se mueve, aunque el sonido de agua no me deja descansar, así que mi mirada viaja al techo grabado con hermosos frescos.
A la mañana siguiente el sol entra por las ventanas y en mi corazón se dispara la sensación de miedo que me apresa y eso es lo único que siento, puro y físico miedo; Miro por la ventana de mi habitación y veo a esta maldita ciudad rodeada por agua, extraño mi casa, la pradera verde con espacio para correr, montar a caballo y cultivar flores, este olor salino invade mis fosas nasales y me dan ganas de vomitar, no entiendo porque de todas las familias nobles que hay en el basto mundo me toco venir a vivir a Wetland, porque ellos son los únicos que pueden liberarme de mi supuesto designio, pero el solo verla por la ventana me da mareo y ahora estoy comprometida con un príncipe que ni me voltea a ver durante la cena, mientras permanezco en esta cárcel y Celine, como mi carcelera.
Luego de probar mi vestido de novia y recibir ciento de instrucciones nuevas, por orden de la reina cene en mi habitación así que nuevamente es hora de dormir, mi eterno bucle de día y noche desde que deje al casa de mis padres, escucho ruidos fuera, me asomo por la ventana para hallar su origen y veo a un hombre de pie, es extraño con su cabello largo cayéndole sobre la espalda, pese a la costumbre de aquí de llevarlo hermosamente peinado, su sola presencia me atrae como polilla a la luz, parpadeo, parece un ilusión, escucho a Celine roncando, nuestras miradas se cruzan y el me guiña un ojo para desaparecer en la oscuridad.
Vuelvo a mi cama frustrada quería más de él, no sé en qué momento caigo dormida cuando siento el calor del sol que atraviesa la ventana, me incorporo y en mi mente ese rostro aparece una y otra vez, nunca he tenido contacto con hombres diferentes a mi padre y hermanos mayores, para convertirme ahora en la esposa perfecta de un príncipe.
- Azahara es hora de levantarse, hoy es tu matrimonio.