Hayden Graham
Camille era incansable, se encargó de arrastrarme por cada uno de aquellos juegos mecánicos, obligándome a subirme a ellos, desde los más infantiles, hasta los más extremos.
Me reí muchísimo e incluso, debía de admitir de que, a pesar de mi obsesión por los lugares limpios, llegué a divertirme. Ver su sonrisa de felicidad tal y como si fuera una niña pequeña, me hacía sentir pleno, era como si a su lado, todo mi mundo se detuviera.
¿Cómo era posible que una persona llegase a clavarse en el alma de la otra de la manera en que ella lo estaba haciendo con la mía? j***r, si es que no podía parar de mirarla, ver la forma en que su rostro se ilumina al señalar una nueva actividad, provocaba que mi corazón se acelerara de forma descontrolada… aquel juego que iniciamos al llegar
