“Es sábado, son las cuatro de la tarde y aún no recibo un solo mensaje de tu parte, j***r, mujer, ¡que muero de la ansiedad!” Mientras camino por el centro comercial al lado de mi abuela Tania, recibo ese mensaje por parte de un número desconocido, lo que me provoca que sonría como boba mientras muerdo mi labio inferior. Ay, carajo, sí que estaba jodida, no sabía si era su aura de chico malo, o si simplemente era su personalidad lo que me gustaba tanto, pero, realmente, cada segundo que pasaba, sentía que Hayden Graham me atraía cada vez más. —¿Y esa sonrisa? —pregunta la abuela al verme con una ceja arqueada. —A ti sí puedo decirte la verdad —mascullo al chasquear la lengua—, me gusta un chico, creo que es el primero que me gusta de esta forma, abu, pues no imaginas la cantidad de h