AHOGANDO MIS PENAS

688 Words
Después de varios minutos de manejar sin sentido y con las ganas de solo escapar, me estaciono en un bar muy escondido a varios kilómetros de la ciudad. Me siento en la barra del bar, desde ahí puedo ver a varios señores que por su ropa deduzco que son de clase baja. Los hombres están tomando sus cervezas entre risas y gritos de emoción tras ver el partido de fútbol en la televisión mientras otros parecen hacer lo mismo pero jugando cartas, todos aquí parecen estar pasando un rato agradable aunque puedo ver que mi presencia les da curiosidad, ya que me voltean a ver con seriedad pero no hago caso. Al sentarme en la barra de ese pequeño bar, le pido al cantinero una botella de tequila sin importarme nada, este me la da sin preguntarme más y dándome todo para mí bebida. Me tomo varios tragos sin saborearlos mientras recuerdo toda mi relación con Diego, no puedo parar de llorar de rabia al pensar ¿Cuánto tiempo me estuvieron viendo la cara? y ¿Cómo mi mejor amiga pudo prestarse a esa traición? Después de varios minutos de estar tomando sin parar, se acerca a mí un señor algo joven que no pasa de los 35 años que ha llegado al lugar. Lo observo, se ve que su estatus económico es alto como el mío, viste muy bien con camisa de cuadros entallada que hace ver su marcado cuerpo, unos jeans ajustados de marcas prestigiosas, sus botas son de trabajo de una buena marca y trae un reloj de la marca más cara en ellos. Me saluda cortésmente y me pregunta sonriente pero con gran curiosidad en él. - ¿Qué hace una señorita como tú en un bar de mala muerte? Sonrió, admito que estoy pasada de copas y le contestó sincera. - Ahogando mis penas por un medio hombre. El señor se ríe al escuchar mi expresión de medio hombre y me dice viéndome a los ojos. - No valdría la pena hacer eso, eres una jovencita muy hermosa con un gran futuro por delante. Sonrió pues su respuesta es lógica pero no sabe toda la historia para entenderla, así que le empiezo a contar mis penas mientras él me acompaña con un vaso de whisky que parece durar más que los tragos de tequila directo. El tiempo pasa tan rápido mientras le cuento mis penas cuando nos dice el mesero con seriedad en su rostro. - Estamos por cerrar. El hombre como todo un caballero educadamente me ofrece llevarme a casa, rechazo la oferta, le explico que traigo mi automóvil pero mientras me levanto, veo que estoy mareada, me tropiezo y caigo en brazos del señor haciendo que vea de cerca su ojos verdes. Tras caer en sus brazos y estar muy cerca de él me pierdo en mis pensamientos al mirarlo, ya que me hacen recordar con esa mirada a Diego, su nariz tan perfecta al igual que sus labios que se ven tan perfectos y el aroma de ese perfume que usa Diego. El Señor sonríe tras la escena e insiste en llevarme a casa en mi automóvil, así que salimos del bar al estacionamiento donde esta parado un señor vestido de traje que es evidente que es su chófer. Así que le pide al señor que nos vaya escoltando, accedo al ver que no puedo sostenerme sola ni un segundo y todo me da vueltas. En camino a casa me voy riendo por esta locura de darle las llaves de mi automóvil a un desconocido, mientras le voy indicando el camino y en la conversación sale aún el tema de Diego que hace que caigan lágrimas por mi cara. Al llegar a mi casa, el señor apuesto me sonríe y me dice. - Has llegado a casa sana y salva. Sonrió por su amabilidad, agradezco y sin pensarlo le robo un beso mientras él solo se deja llevar hasta que para el beso diciendo. – Descansa. Entro a la casa después de ahogar mis penas y pensamientos en la ruptura de Diego junto con la traición de mi mejor amiga.
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