6. Killa

1372 Words
[Hassim Haram] Corremos rápido, lo más rápido que podemos. La dirijo hasta que llegamos a Puerta del Sol donde es más seguro para nosotros. Los dos nos detenemos doblando nuestro cuerpo hacia adelante, jadeando, intentando recomponer la respiración. —Gracias —dice enderezando su espalda ahora un poco más tranquila. Me posiciono de frente a ella, es mucho más alta de lo que pensé, el límite de su cabeza me llega hasta mis hombros. Ahora puedo observarla bien, ella es… es hermosa. Siento un leve cosquilleo en la boca de mi estómago, mi piel se paraliza y un cumulo de sensaciones agradables recorre todo mi cuerpo. Es la primera vez que siento algo así cuando estoy cerca de una mujer, claro porque en mi país nunca hubiera estado tan cerca de una mujer desconocida a menos que fuera la chica con la que me fuera a casar. Ella clava sus ojos en los míos abriéndolos aún más. —¿Cómo te llamas? —pregunta, pero su voz melodiosa la escucho a lo lejos porque ahora admiro sus mejillas sonrosadas, su piel bronceada, su nariz respingada, su cuerpo frágil, pero a la vez es una chica tan valiente, si no hubiera sido por ella esos tipos me hubieran molido a golpes. —Hola… Hola… —agita su mano derecha frente a mí, estoy atontado, sacudo mi cabeza con fuerza —¿Quién eres? —pregunta de nuevo. —Hassim —mi voz sale apenas en un hilo. —¿Cómo dices? —Hassim —pronuncio de nuevo. —¿Jasin? —Hassim —Deletréalo —sonríe traviesa, no entiendo, pero la obedezco, no puedo dejar de observar su sonrisa. —H… a… s… s… i… m… Hassim —¿De dónde eres Hassim? —Abu Dabi —respondo. —Eres árabe —dice y me mira como si yo fuera algún espécimen raro. Asiento. —Eres el árabe más apuesto que he conocido, mi héroe, gracias Hassim —al escuchar sus palabras siento una especie de centello recorrer por mis venas, es una emoción inexplicable que hace que mí pecho se ensanche de satisfacción y orgullo. ¡Ella me ha dicho que soy el árabe más apuesto que ha conocido! Quisiera festejar bailando, pero mi condición de hombre serio no me lo permite. Clic. Escucho. El sonido de la cámara fotográfica me baja de la nube imaginaria que estaba construyendo en mi mente. Ella sonríe divertida. —Gracias, es para mí blog. ¿Blog? Frunzo el ceño. En eso escucho el claxon del señor Manuel a unos metros de distancia, había olvidado que lo vería aquí. No podía dejar a ella aquí sola y desamparada. —Han venido por mí, ¿quieres que te lleve a tu casa? —Te lo agradezco, no me quedo muy lejos de aquí, en el hotel Petit Palace. Asiento, no tengo ni idea de dónde queda ese hotel, pero seguro el señor Manuel sí. Llegamos hasta el hotel donde ella se quedaba, salgo del taxi junto a ella. —Gracias Hassim por haberme traído hasta el hotel, son muy amables tu y tu amigo, fue un placer conocerte —dice ella abriendo sus brillantes ojos oscuros. Me da un beso en la mejilla para luego girar con rapidez y subir la escalinata hasta el vestíbulo del hotel. —¡Espera! —suelto desesperado. Ella se gira —no me dijiste como te llama. Ella sonríe de manera traviesa. —Killa —¿Killa? Repito en mi cabeza, que clase de nombre es, no sé cómo se pronuncia. Mientras lo pienso, ella se aleja al interior del hotel desapareciendo de mi vista. Suelto un suspiro. Subo de nuevo al auto, no digo nada, me mantengo en silencio. Noto la vista del señor Manuel que me ve de reojo mientras conduce. —Vas muy serio muchacho, no me digas que la chiquilla te rechazo —el señor Manuel suelta una risita de diversión. —¿Qué? Noooo… unos tipos la querían asaltar, yo le he ayudado—suspiro de nuevo. —Entonces, ¿Por qué te ves tan afligido? —me pregunta curioso. —Tal vez no la vuelva a ver —le confieso a mi amigo, mi corazón anhela saber más de ella, pero sí se hospeda en un hotel es porque está en Madrid de paso. —Creo que te han flechado Hassim, es normal a tu edad, el enamoramiento es algo natural, aunque no siempre es en las mejores circunstancias, al menos sabes donde se hospeda, mañana te puedo traer para que la vuelvas a ver —abro los ojos como platos —¿le pediste su número de teléfono verdad? Niego. —¡Muchacho! ¡Siempre se le pide el número de teléfono a las chicas que nos interesan! Hay cosas que no entiendo de los países de occidente, aquí mujeres y hombres se hablan con tanta familiaridad, se abrazan y besan cuando se saludan. Recuerdo el beso que Killa me dio antes de despedirse, toco mi mejilla con la mano, cierro los ojos y recreo en mi mente ese momento. —Killa… A la mañana siguiente fui al Petit Palace a buscar a Killa, permanecí por varias horas, pero no la vi salir, me decidí a entrar para preguntar por ella, me dijeron que hoy se había ido. Afligido regresé a mi edificio. No sabía nada de ella más que su nombre. Días después el señor Manuel me comentó que Killa tenía rasgos latinos dijo que su nombre era muy peculiar, yo no sabía mucho sobre culturas de países de occidente, pero él sí, fue cuando se me ocurrió buscar en internet su nombre, el resultado: “Killa significado Luna en la lengua Quechua o Quichua, esta lengua es conocida en las regiones centrales y occidentales del Perú, llego a ser la lengua oficial del imperio Inca. Actualmente esta lengua es hablada por aproximadamente diez millones de personas”. Ahora se de donde es originario su nombre, de Perú, ese país estaría en la lista de mi próximo destino, ahora que habían pasado varios días me daba cuenta de que necesitaba verla, aunque sea una vez más. Pasaron varias semanas, cuando recorrí la mayor parte de las calles de Madrid, decidí pasar diciembre en Francia. Tuve la suerte de que me contrataran en un uno de los mejores restaurantes de la ciudad como lavaloza. Ese año el invierno fue muy crudo, las nevadas estuvieron intensas, pero la gente seguía frecuentando el restaurante por lo que hubo mucho trabajo por hacer. Jamás se me olvidarán las calles llenas de nieve. La torre Eiffel imponente por la noche, pude visitarla al menos tres veces. Trabajaba turnos de hasta diez horas al día, en este restaurante me pagaban mucho mejor que en Madrid, estaba aprendiendo a hablar francés y mi inglés había ya mejorado mucho. Mi objetivo era ahorrar todo el dinero posible para poder viajar a América, quería ir a Perú, si tenía la suerte me toparía de nuevo con Killa. Después de semanas de que la conocí sabía que era mínima la posibilidad de volverla a ver, como una aguja en un pajar, pero bien valía la pena intentarlo. Justo en mi última semana y cuando comenzaba a hablar más con los chefs del restaurant, tuve la confianza para platicarle a uno de ellos sobre mi amigo Armando, sorprendentemente me dijo que él lo conocía, hace cinco años trabajo en el restaurante donde ahora yo trabajo, pero él, por supuesto como un chef reconocido, recuerdo que hace cuatro años el llego a casa de mis padres a trabajar, los tiempos coinciden. Comencé a investigar, el encargado del lugar que también dijo conocer a Armando, me informó que Armando era de Mérida, Yucatán, México. Me puse a pensar, entonces si Armando se fue inesperadamente de casa, una de las posibilidades es que se haya ido a su casa en Mérida. Ahora después de que los fríos meses de invierno habían terminado me dirigía con rumbo a Brasil me comentaron sobre el gran carnaval que realizan ahí. Estaría unos días después de eso viajaría a chile trabajaría unos meses, después iría a Perú, a la zona del Machú Pichú, preguntaría por Killa. Aún no la olvidaba.
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