Ana Lago A la mañana siguiente Arturo y yo nos despertamos casi a las diez de la mañana, la noche anterior habíamos dormido ya muy tarde, tuvimos una nueva ronda de sexo, era una emoción que me gustaba, como si fuéramos recién casados, cualquier momento para tener intimidad era adecuado. Ahora desayunábamos alegremente en la barrita desayunador de la cocina, esta vez me tocó a mi hacer de comer, me sorprendió que al abrir el refrigerador éste tuviera comida, Arturo me explicó que le había pedido a la señora que hace el aseo algunos días por semana que trajera comida hoy temprano pero como nos despertamos tarde ni si quiera sentimos cuando se fue. Me gustaba mucho el jugo de naranja acompañado de unos frijoles refritos con huevos a la mexicana con salsa, un buen café con canela no podía f