2. Se Valiente

1588 Words
Ana Lago Me solté despacio de sus brazos, lo veía y no lo podía creer, que estuviera vivo. Mis ojos estaban humedecidos, sentía una mezcla de mil emociones a la vez, me sentía extraña como si de dos desconocidos se tratara, pero él y yo nos conocíamos muy bien. Nos miramos fijamente, con una mano acarició mi mejilla, cerré por un instante mis ojos recordando aquella sensación de su tacto en mi piel, cuando los abrí su rostro estaba a unos cuántos centímetros del mío. Lo acercó más. Abrí mis ojos por completo, mientras los de el brillaban con un toque especial. Sentí nervios, después vergüenza, entonces me aparté. Me sentía culpable. Él endureció sus facciones, me miró con reclamo. - ¿Ya no me amas? – soltó de repente, me sorprendió su pregunta que resonó en lo más profundo de mi mente ¿ya no lo amaba? Me aparté de él, no podía mirarlo a los ojos, sentía mucha culpa. - Hay cosas que debes saber que ocurrieron mientras estabas en coma – dije en voz baja, el asintió sin decir palabra – no se si sea el momento adecuado, por tu salud. - Este es el momento adecuado para hablar – escrutó buscando mi mirada que estaba desviada en un punto fijo de la pared – me han quitado todos los tubos y mangueras que tenía conectados, pronto me darán de alta, necesito saber si aún existe el futuro que habíamos planeado con tanta ilusión. Fruncí el ceño, acaso el sabía ya algo, en su rostro podía ver cierta carga de tristeza, por Dios, no quería hacerlo sufrir, pero ahora estaba muy confundida, en mi mente se proyectaban recuerdos de Arturo, una y otra vez sin que yo pudiera tener control de éstos. - Yo no sabía que estabas vivo, tus padres me mintieron, ellos dijeron que habías muerto – omití la parte donde Arturo también me mintió. - Lo sé – hablo, entonces yo me quede boquiabierta. - ¿Lo sabes? – pregunté algo incrédula. El clavo su mirada sombría en mí, a este punto de nuestra conversación intuía que ya sabía muchas cosas sobre lo sucedido, incluso no me sorprendería que sus padres le hubieran dicho sobre lo mío con Arturo. Ellos me odiaban y siempre quisieron vernos separados. Sus expresiones no las reconocía es como si estuviera viendo a otro Carlos, este era serio, miraba fijamente y con pesadez. - Mis padres me lo dijeron desde un principio, primero pensé que fue lo mejor por que de ese modo te ahorrarías todo el sufrimiento de verme postrado en esta cama inconsciente esperando que algún día despertara, continuaste con tu vida, regresaste a la clínica, pero nunca imagine que pudieras iniciar una nueva relación apenas a unos meses de que te dijeron que había muerto – cada una de las palabras me hacía sentir más culpable, él ya sabía y me miraba con cierto rencor - ¿cómo pudiste? Con el dueño de la empresa responsable del derrumbe que me dejó en coma por casi ocho meses, no tuviste ni un poquito de vergüenza. Llevé mi mano al pecho, me dolía. - Carlos, yo… - Abre el cajón de ese buró – ordenó, hice lo que pidió enseguida, abrí el cajón de la mesita lateral a su cama, entonces vi un periódico, desde ya, sabía lo que encontraría ahí, lo abrí, era la nota que sacaron hace un par de semanas cuando Arturo y yo decidimos darnos una oportunidad. Habían adjuntado una fotografía de nosotros dos besándonos. Volteé a ver a Carlos quien me veía con enfado. - Ese no es el rostro triste de una mujer que ha perdido al amor de su vida – no pude hacer más que bajar la vista, me sentía apenada, pero por otra parte también me había enamorado de Arturo. Pero también quería estar con Carlos, entonces que podía hacer. Me dolía tanto que Arturo me hubiera mentido a pesar de que si hubiera sabido que Carlos estaba vivo Arturo y yo jamás nos hubiéramos conocido, todo en mí era una confusión. - Lo siento, no lo niego, las cosas pasaron así y me duele mucho no haber sabido que estabas vivo por que llegué a sentir algo por él – era mejor ser clara de una vez. – no me gustaban las mentiras, por que él ya lo había hecho una vez y yo no haría lo mismo. Él apretó la quijada. - Tal vez debas ir a casa y pensar bien con quien deseas estar, la vida me ha dado una nueva oportunidad y me ha abierto los ojos para hacer las cosas de un modo diferente al que lo había hecho antes. Me puse de pie, entendía que estuviera enfadado. - Esta bien, me voy, pero regresaré mañana a verte. Carlos no dijo nada. Con el dolor en mi corazón salí de la habitación. Apenas di un paso fuera y su madre entró con prisa. Era una bruja malvada. Ya había logrado lo que siempre quiso, qué su hijo me despreciara. Miré a Lily y a Miguel a lo lejos que se acercaban hasta donde estaba, la abracé. - ¿Cómo esta Carlos? – fue lo primero que preguntó. - Esta bien, ya no esta conectado, pronto lo darán de alta. Lily suspiro de alivio. - Eso es muy bueno Ana. Asentí. - Hablamos, él sabe todo sobre mi relación con Arturo, no se que va a pasar, estoy entre la espada y la pared, hace un rato le dije cosas muy feas a Arturo, estaba enfurecida por haberme mentido, pero ahora me siento culpable por él y por Carlos. Me abrazo de nuevo. - Ahí amiga, tu te enamoraste de Arturo Abad, tienes que pensar muy bien lo que harás o podrías arrepentirte toda tu vida y no es que Carlos no sea de mi agrado, pero con Arturo las cosas fluyeron por si solas, jamás te vi tan emocionada. Otra daga imaginaria a mi corazón. Regrese al departamento abatida, hecha trizas, era ya de noche y sentía que mi cabeza fuera a explotar, ni si quiera me puse pijama solo me quite el pantalón de vestir del trabajo. Me dejé caer en la cama y saqué mi celular, abrí las fotos primero miré las que tenía guardadas de cuando Carlos y yo vivíamos juntos, nos veíamos muy felices siempre sonriendo. Luego abrí las pocas que me tomé con Arturo, a pesar de ser un hombre serio podía ver la alegría en su rostro, la forma en que me veía, comencé a repasar lo que me dijo que no quise escuchar. Los padres de Carlos eran capaces de muchas cosas, yo lo había comprobado en varias ocasiones y no dudaba que ahora que sabía la verdad quisieran separarme a toda costa de él. Quería pensar que Arturo había callado para protegerme no por que quisiera separarme de Carlos. Retenerme a su lado, por que si así hubiera sido entonces no me lo hubiera dicho, y lo hizo, arriesgándose a que le hablara de una manera tan cruel como lo hice. En un instante de impulso tecle su número en su celular, pero antes de oprimir la tecla verde, lo bloqueé. Para que quería empeorar las cosas. Carlos estaba distante, dolido, trataba de ir a visitarlo, aunque fuera un rato por las tardes después del trabajo, evitábamos hablar de un “nosotros” a veces era poco lo que hablábamos sobre como había ido nuestro día, le platiqué sobre que me fui a vivir con Lily, él me dijo que estaba enfadado con sus padres por haberme echado del departamento. La dra. Ruiz una vez que supo que había terminado con Arturo, quiso desquitarse conmigo la muy desgraciada, me estaba haciendo recuperar todos los permisos que Arturo le pidió para mí, ahora en lugar de salir a las seis a veces me dejaba hasta las ocho e incluso a las nueve, pero no rechistaba, algún día tenia que dejar de molestarme de esa manera, además entre más horas trabajaba mejor me pagaba, pero era demasiado cansado. Un día por la noche que llegué al estacionamiento del edificio donde vivía me percaté de un auto que entró después del mío, ese auto ya lo conocía, salí y caminé hasta él. Cuando estuve ahí toqué el vidrio del conductor, era Samuel el asistente de Arturo. - ¡¿Puedes bajar!? – le pedí, el hizo como que no me estaba escuchando, pero toqué con más fuerza el vidrio, entonces abrió la puerta - ¿Me estas siguiendo? – fue lo primero que pregunté. Él sonrió apenado. Esa era una afirmación. - ¿Por qué me estas siguiendo? – inquirí de nuevo. - El Sr. Abad me pidió que la siguiera a todos los lugares que vaya, la estoy cuidando. Mi corazón se contrajo al escucharlo, Arturo quería cuidarme a pesar de que le dije que no lo amaba. Casi me desplomó. - ¿Cuidarme de qué? – pregunté anonadada. Sam encogió de hombros. - Dile que no necesito que me cuiden – bufé. - Debería decirle usted misma al Sr. Abad, de lo contrario tendré que ir con usted a todos lados como hasta ahora. Entrecerré los ojos, verlo de nuevo. Mi corazón comenzó a latir rápidamente al pensar en esa posibilidad. Pero de lo contrario si no lo hacía Sam seguiría siguiéndome y eso me incomodaba. No sabía si sería capaz de enfrentar a Arturo. Pensar en el provocaba que mi respiración se agitara.
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