La real verdad Subí tan furiosa a la habitación que hasta se me olvidó que estoy ciega, conozco mi casa desde arriba, hasta abajo y eso me permite moverme en ella fácilmente, así que subí lo más rápido que pude sin pensar en que podía tropezar y caerme, en medio del pasillo me tropecé, pero con el imbécil ese de Emir —Fíjate por dónde andas perro infeliz — —Tú eres la que debería de fijarse por dónde andas ciega inútil, ah, y ya que el destino nos puso en el camino, te informo que me mudaré a tu habitación — —Jajajaja… Estás loco si crees que permitiré semejante estupidez, sueña mijito, Lucrecia, Lucrecia… sube aquí por favor — —Si señora, ¿Qué necesita? — —Quiero que vuelvas a poner las cosas de este tipo en su habitación, por favor que no se vaya a quedar nada en la