#1: "-Hola, ex mejor amigo"
Justo cuando mis pies tocan el césped bajo mi ventana, es cuando siento la libertad; esa libertad con la que deseo cantar y bailar como una desquiciada. Me enderezo y sacudo las palmas de mis manos mientras sonrío victoriosa ante mi perfecta escapada. Tiro mi cabeza hacia atrás para ver a Tyler, quien eleva sus pulgares en mi dirección antes de cerrar la ventana.
Sacudo la cabeza y me echo a correr, buscando siempre la sombra nocturna que los arbustos me ofrecen para escapar sin que papá pueda verme.
Algunos se estarán preguntando ¿Quién demonios eres tú y por qué estás escapando de tu casa?
Si conoces a mi padre, Luca Roberts, entenderás el motivo de mi escape; mi padre tiende a ser un poco —nótese el sarcasmo - sobre protector, a tal grado de haberme puesto el toque de queda a las 7 pm. ¿A quién se le ocurre prohibirles a sus hijas adolescentes salir después de las 7 pm?
Solo a él.
Y en cuanto a quién soy ... pues podrás llamarme Thiara. Thia, si llegas a sobrevivir a mi sarcasmo y terminas being mi amigo.
Y gracias a que Nina, mi hermana y lo más cercano a una mejor amiga que tengo, se fue a la Universidad hace unos años, he tenido que pagarle a Tyler, mi hermano de 12 años, para que me ayude a escapar para poder ver a mis amigos, gracias a la cantidad de reglas impuestas por mi padre.
Pero, mi vida se basa en una sola regla: "no seguirlas"
Corro a todo lo que mis cortas piernas me dan, alejándome cada vez más de mi casa; solo tengo un par de horas para estar de vuelta en casa, es la noche de año nuevo, lo que significa que los tíos Billy y Amy y mis hermanas mayores estarán en casa.
Doblo la esquina, y la enorme casa de Mía, se refleja justo delante de mí en toda su gloria; con ese estilo victoriano que la caracteriza entre todas las enormes mansiones que la rodean.
Corro hasta detenerme frente a la puerta. Me agacho a tomar aire, para luego tocar la puerta, el alto volumen de la música electrónica resuena por todo el lugar, acompañada de risas y voces que vienen desde adentro. A Mía le gustan mucho las fiestas, y gracias a que sus padres viajan a menudo, suele tener la casa a su disposición.
—¡Thia! pensé que no vendrías —contengo la respiración mientras la morena me envuelve en un abrazo; no lo tomen a mal, simplemente odio su colonia dulzona, y se lo he dicho tantas veces que incluso ya perdí la cuenta—. Iugh ex, limpiando sus manos en mi camisa—. Estás muy sudada.
—¿No te lo dije? Debía de pasar al sauna antes de venir aquí —contesté, tratando de arreglar con mis dedos, mi desastroso cabello rubio.
—Deja de utilizar tu estúpido sarcasmo conmigo, chaparra —refunfuñó nuevamente la capitana del equipo de animadoras de la escuela, mientras entrelazaba su brazo con el mío y me llevaba hacia el interior de su enorme mansión.
Su corto vestido blanco, el cual dejaba al descubierto sus largas y perfectas piernas bronceadas, me hacía sentir como una sin facción, al solo vestir mis pantalones deportivos y la camiseta de 5SOS.
¿Por qué alguien como yo sería amiga de alguien tan superficial como una animadora? ¿La verdad? También soy animadora, y de superficiales... pues lo cierto es que no somos del tipo de animadoras de película; nosotras podemos comer hamburguesas, mientras reímos a carcajadas y tomamos una cerveza, sin preocuparnos si al día siguiente tendremos un kilo de más.
—Solo me quedaré un par de minutos, Tyler me cubrirá hasta las 11, después de esa hora corro el riesgo de que papá venga con la policía a buscarme.
—¿Qué se supone que haces justo ahora?
—Leo Percy Jackson mientras llega el año nuevo —me encogí de hombros y Mía se echó a reír.
—No deberías de desaprovechar tu tiempo, allá está Cooper —dijo, señalando con su barbilla hacia el bar, donde se encontraban los jugadores de fútbol americano.
Sonreí y caminé hacia el chico de cabello castaño, con el que solía compartir gérmenes bucales a escondidas de mi padre.
—¡Thia! —exclamó mientras saltaba de su asiento y se encontraba conmigo, cerniéndose sobre mi diminuto cuerpo.
Cooper medía al menos 1, 85; haciéndome lucir como un pitufo a su lado, gracias a mi 1, 58 de altura. Pero la estatura era lo de menos, había muchas otras formas de estar a su altura y encajar a la perfección en los mejores momentos.
(Hablo de cuando jugamos baloncesto, mal pensados)
Amaba su sonrisa, y sus enormes brazos, con los cuales me sentía segura cuando era rodeada por ellos.
—Pensé que no te vería hasta que acabaran las vacaciones, chaparra —arguyó, antes de tomar mi rostro entre sus manos y presionar sus labios con los míos.
—No podría pasar dos semanas más sin verte —le dije, humedeciendo mis labios.
—Lo siento, chaparra. Pero sabes que tu padre me intimida; si me ve llegar a tu casa, sacará esa dichosa escopeta y me matará —apretó el puente de su nariz en un gesto de incomodidad.
—Lo sé —le sonreí, mientras acariciaba su mejilla.
—¿Un trago?
Negué con la cabeza y me alejé.
—Hoy no. Mis hermanas no tardan en llegar, y no podré llegar a casa oliendo a alcohol —me puse de puntillas y volví a besarlo—. Debo de irme, el hada madrina no me dio mucho tiempo esta vez.
—Te veo pronto, chaparra.
Cooper me regaló una pequeña sonrisa y regresó su atención a sus compañeros de equipo, justo cuando yo me giraba y me echaba a correr hacia la salida. Miré hacia la derecha y dije adiós con la mano a Mía. Corrí por la calzada a toda velocidad, tanto, que no vi el momento en el que una enorme sombra negra se atravesó en mi camino, mandándome a caer sobre mi trasero en el duro suelo.
—¡Lo siento! ¿Te hiciste daño? —un alto chico de cabello n***o estaba frente a mí, ofreciéndome su mano mientras yo sentía mi trasero palpitar del dolor.
—¡No! Es que el pobre suelo está tan triste, que solo vine a darle un abrazo —dije, poniendo los ojos en blanco.
Una sonrisa asomó en sus labios, dejándome ver sus blancos dientes.
—Déjame ayudarte.
Tomé su mano, no para poder levantarme, si no para hacerlo trastabillar y así cayera, logrando mi objetivo con éxito.
—¿Pero qué demonios? —gruñó, mientras ponía su otra mano en el suelo para no terminar de caer—. ¿Acaso te volviste loca?
—Nadie suele tirarme al suelo y salir ileso de ello —espeté, levantándome y echándome a correr nuevamente.
Si bajar por mi ventana era difícil, subir era toda una osadía. Osadía... esa palabra me recordaba a uno de los tantos libros que mi melliza Tara suele leer; y que yo leo a escondidas para seguir siendo cool. ¿Y si enserio yo soy una osada?
¡Enfócate, Thiara! Sube la maldita ventana y prepárate para la dichosa cena.
Escalé el árbol de manzana que estaba cerca de mi ventana y me deslicé por la rama hasta que mis pies tocaron el borde de ésta. Suspiré, mientras tocaba suavemente la ventana; Tyler abrió a los pocos segundos, dejándome entrar. Me contó sobre lo que decía el libro por si papá preguntaba y luego desapareció sin decir más nada, a como siempre lo hacía.
Tyler era un niño algo extraño. No se metía en nada que no fuera de su incumbencia y solía hablar poco, por lo que era perfecto para guardar secretos.
Me di un baño a la velocidad de la luz, y me deslicé en el corto vestido n***o que Nina me había enviado para la ocasión. Me encontraba terminando de ponerme los zapatos, cuando comenzaron a llamar a mi puerta otra vez.
—¡Thia! ¡Son casi las 12!
—¡Un segundo, Nora! —grité en respuesta mientras caminaba hacia la puerta.
Mi hermana de 21 años me esperaba con los brazos abiertos, me dejé envolver por ella, devolviéndole el abrazo. Hacía mucho no las veía, ambas habían ganado una beca para ir a estudiar a Italia y solo venían dos veces al año: el aniversario de nuestros padres, y el año nuevo.
—Me da mucho gusto volver a verte, Chaparra —me susurró, besando mi mejilla.
—Es molesto que incluso ustedes me llamen chaparra —refunfuñé, poniendo los ojos en blanco.
—Algún día crecerás.
—Sí, cuando papá olvide lo que es ser celoso.
—Entonces has perdido la esperanza de crecer —rió Nina, saliendo de la habitación de Tara.
—Pensé que no llegarías a tiempo —arguyó Tara, caminando tras de Nina. Me miró y elevó una ceja acusatoriamente. Nina y Nora me observaron con las cejas arqueadas y yo sonreí, encogiéndome de hombros.
—He estado en mi habitación todo este tiempo.
—Tyler vende información al mejor postor —se limitó a decir, pasándome, por un lado. Gruñí, tragándome las ofensas que tenía para Tyler en ese momento.
Maldito traidor.
—Hay que bajar, los tíos están aquí y Zac vino de visita —me comunicó Nora, antes de seguir a Tara escaleras abajo.
Abrí mis ojos como platos y miré a Nina.
—¿Zac? —pregunté.
Ella solo asintió y siguió a las otras dos chicas.
Me recosté a la pared, acomodando el lío en mi cerebro. ¿Qué iba hacer ahora cuando viera a Zac? Habíamos sido amigos hasta los ocho años, habían pasado nueve años desde entonces, pues él se había ido a estudiar a Alemania, sus padres solían visitarlo, pero él no había regresado. Nuestra amistad se había perdido dos años después de su partida, ambos nos habíamos cansado de largas pláticas sin sentido por teléfono. Aún recordaba la última frase que le grité antes de terminar la llamada.
"Te odio, bastardo egoísta"
—¡Thiara! —llamó papá.
Sacudí la cabeza volviendo a enfocarme en la realidad. Sería fácil, habíamos sido amigos durante años, ¿Qué malo podría suceder?
Me dispuse a bajar las escaleras. Mi mirada se posicionó en un ser que estaba segura de haberlo visto talvez hacía una hora atrás; ahí, recostado al pie de la escalera se encontraba un chico de alta estatura, su cabello n***o lucía despeinado. Su mirada la tenía fija en la pantalla del teléfono, mientras que en una mano sostenía su saco. Elevó su mirada, la cual se encontró con la mía de forma inmediata. Ya había visto esos ojos negros, y también había visto esa arrogante y perfecta sonrisa minutos atrás, fuera de la casa de Mía, justo cuando había chocado contra su pecho.
—¡Zac! ¡Deja el teléfono y ven a reunirte con nosotros! —habló la tía Amy, desde el patio.
Pero él había dejado su teléfono desde hacía varios segundos, pues ahora solo se dedicaba a observarme con curiosidad mientras ladeaba su cabeza.
—Hola, ex mejor amigo —saludé.