¿Dinero? ¿Eso es lo que pensaba de mí? La furia y la impotencia se mezclaron en mi interior, así que las palabras salieron por si solas: —¿Qué dice? —replique con un tono ofensivo. —A mí solo me importa Nicolás, no su dinero. Lo único que quiero es verlo y hablar con él, es todo lo que pido. Ni siquiera se molestó en ocultar su desprecio. Su boca se torció en una mueca de desdén antes de suspirar, como si estuviera lidiando con una situación tediosa. —¿Ver a Nicolás? —repitió, con una sonrisa burlona—. ¿Por qué mi hijo perdería de su valioso tiempo para verte? Se fue hace días y no tiene intención de volver. Y lo hizo sin mirar atrás. Sacudí la cabeza, negándome a creer lo que ella decía. El Nicolás que yo conocía no haría eso, no después de todo lo que habíamos pasado juntos. —Eso no