Después del brindis y un exquisito banquete con variada comida a rebosar, música de clarines y gaitas tocadas por los duendes empezó a sonar, y Merlín, contento porque aquella música le recordaba a la música celta de su época, arrastró a Jelena al centro del jardín que serviría como pista de baile. -Merlín, no sé bailar esta música - dijo ella, sintiéndose insegura sobre bailar aquel tipo de danza y quedar en ridículo frente a seres que muy posiblemente bailaban a la perfección esa música propia de ese mundo. - ¡Vamos! ¡Eres bailarina! Le heredaste a tu progenitor sus dotes con la danza, solo es que la escuches, la interpretes y te dejes llevar por ella ¿No es eso lo que haces con el ballet? Jelena admitió que Merlín tenía razón. La danza aparte de ser un arte era también un sentimie
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