Era una mañana soleada, los rayos iluminaban todos los sitios de esta ciudad llena de gente, Kreves escuchaba como todos comentaban que esta era la ciudad del futuro, una ciudad de prosperidad. Las personas eran muy amigables, y Kreves, juntamente con otros niños, estaban en un patio. A su alrededor veía casas bastante tradicionales, y detrás de estas unos edificios que se levantaban imponentes. Kreves no tenía claro donde se encontraba cuando escuchó que una voz a lo lejos lo llamaba.
- Hijo ya es hora de regresar a casa, tienes que empacar tus cosas, el camino a Moscú es largo- dijo una señora de unos 34 años, era hermosa, su piel blanca como el mármol, sus ojos azules como el océano, su cabello n***o como la noche, era una señora muy hermosa. Ella me llamaba, pero… quién era yo y en dónde me encontraba.
- Si madre, ya voy, solo me despido de mis amigos- Kreves no pudo controlar las palabras que salían de su boca, era… como si viviera el recuerdo de alguien más. Ahí Kreves se fijó que había estado jugando con unos tres niños más, que tendrían entre unos 14 a 15 años. El jardín estaba lleno de rosas, tan rojas como la sangre. Me despedí de las personas que supuse eran mis amigos y me dirigí a la casa desde la cual me había llamado esa voz.
- … Ya sabes que tenemos que salir rápido de aquí, tu padre va a empezar sus estudios fuera de… y tú no has hecho tu maleta para nada, o acaso no quieres vivir con tu padre en Moscú.
Kreves no entendía porque había partes de su sueño que se encontraban como distorsionadas, puesto que a veces al hablar la señora, las palabras se escuchaban como si ella le estuviera hablando debajo del agua. Había algo que le impedía recordar por completo, pero no sabía exactamente que era. Todo era muy extraño, Kreves sabía que ese no era su recuerdo, su madre no podía ser esa mujer, su madre era rubia, de ojos verdes, y estaba bastante mayor, y a diferencia de esta mujer que irradiaba amor, su madre tenía más un aspecto lúgubre.
De repente, alguien toca la puerta. La madre, o al menos quien se supone que es la madre de Kreves en el sueño, abre la puerta y saluda muy cariñosamente a un hombre alto, blanco, de ojos azules y cabellos castaño claro. Su esposo pensó Kreves para sí. Algo que le llamó la atención es que llevaba un traje muy formal, con una insignia que no lograba ver con claridad, y llevaba un maletín de cuero café consigo.
- Cariño, el bus llega en dos horas, espero que… ya tenga sus maletas listas o sino ustedes tendrán que salir en el bus de mañana.
- Ahorita mismo las va a hacer, verdad… no hagas que tu padre también te tenga que reprender.
Otra vez, hay palabras que de distorsionan, que no se escuchan con claridad. Al igual que antes Kreves no tuvo control de sus acciones, asintió con la cabeza y subió al segundo piso de la casa. Al llegar al final de las gradas se fijó que había un espejo grande en el que suponía era el cuarto de sus padres. Entró e intentó mirarse en él, pero estaba muy alto, Kreves necesitaba una silla o algo para que pudiera alcanzar el espejo, y eso hizo. Cogió una silla y al mirarse en el espejo se quedó anonadado. Era él, sus mismos ojos, su cabello n***o, y un pequeño lunar que tenía en la oreja derecha que es casi imperceptible, era él… pero, cómo podría ser él, Moscú quedaba en Rusia y él siempre había vivido en Londres.
El impacto fue tal que Kreves se levantó abruptamente del sueño, estaba sudando profusamente, sus manos estaban frías, su mente completamente aturdida. Como era posible tener un sueño tan realista, tan detallado, es más, que pareciera un recuerdo, y no tener conocimiento de haber vivido en estos lugares. Él no era de Rusia, su apellido era Lockwood, sus padres eran otros… a menos que, una parte de su vida hubiera sido ocultada, y si era así cuál sería el motivo.
Según sus padres, Kreves sufrió una fuerte caída cuando tenía 16 años, para su mala suerte el golpe fue precisamente en la cabeza, por lo cual Kreves sufría de amnesia, y no podría recordar cosas de su niñez y parcialmente de su adolescencia. Aunque… ahora que lo recordaba, no tenía memoria alguna de su niñez. Sentía que había algo más, que sus padres no habían sido honestos con él, incluso dudaba si eran sus verdaderos padres. Tendría que averiguar qué había pasado exactamente.