La libertad adicional que su familia le había dado satisfizo a Lek. Sintió la confianza que depositaban en ella, y su sentido innato de la responsabilidad como hija mayor la obligó a honrarla. Además, como demostró una y otra vez, le permitieron algunos extras: el toque de queda de los sábados se extendió hasta la medianoche y ella lo agradeció. Ya no sentía que la habían sacado de la escuela solo para ser una esclava en la granja. Empezaba a sentirse como un m*****o totalmente pagado del equipo. Cuando tenía unos quince años, sus padres anunciaron que iban a comprar diez rai más de tierra, lo que duplicaría el tamaño de su tierra de cultivo de arroz. Fue una gran inversión y los llevó firmemente a la clase media del pueblo. De las trescientas familias, sólo cuatro o cinco poseían más tie