Un día más en la empresa

2040 Words
Salgo del ascensor con caminar seguro y una gran sonrisa. Saludo, doy los buenos días y los respondo también. Agradezco el café que Doja me ofrece al verme, dándole los buenos días a Lucia al pasar frente a su mostrador, prestando total atención sin borrar la sonrisa de mis labios a todo lo que me está diciendo mi amiga y asistente personal. Ella me está leyendo mi agenda, le pido amablemente que cancele la reunión de las dos porque no sé a qué hora vaya a terminar mi cita -que no es cita-, con el Emir. Se supone que es un almuerzo, pero quizás también me pida comer algún postre. Es mejor posponer la reunión con los directivos que tenerlos esperando por mí para terminar de planificar todo con respecto a la semana de la moda donde nuestras firmas más lujosas participarán. Si mi padre se entera de que pospuse la reunión, de seguro me pondrá mala cara, pero debe aprender que mi manera de trabajar es diferente. Además, la he coordinado para mañana a primera hora porque pretendo pasar toda la mañana con ellos encerrada en la sala de juntas. La semana de la moda será dentro de tres meses y desde un año atrás -que fue la última-, nos estamos preparando, sabemos con qué casa vamos a representar la firma West y desde hace tres meses, ya estamos en esos detalles finales. La razón por la cual me estoy involucrado más de lo que debería por ser yo ahora la CEO, se debe a que estaré también en la alfombra roja y seré parte de cada pasarela y también estaré como observadora en algunos desfiles, ya que yo seré una de las embajadoras invitadas. Usaré las prendas que cada diseñador creó para mí en esta temporada, daré entrevistas e incluso, haré acto de presencia al finalizar la última pasarela de una de nuestras firmas. Algo que mi gemelo nunca hizo por ser hombre, por odiar a la gente y por preferir estar “detrás del telón” Pero yo no. Yo tengo a mi favor que soy modelo, sé desenvolverme muy bien ante la prensa y el público porque desde que me gradué, mi vida es esto. Las pasarelas, asistir a desfiles de las mejores casas de alta costura y por supuesto, estar frente a una cámara. Soy Hera West, soy empresaria, soy CEO, soy influencer y también soy una marca. Mi nombre vende, mi imagen vende y eso la competencia lo sabe. Desde que ingresé a este mundo siendo aún una universitaria, fui modelo de nuestras firmas porque nadie quiso creer en mí. Me tildaron con el término de “Nepo baby” me tachaban de “niña rica” e incluso, los haters dejaban en claro que si estaba en una pasarela o siendo la imagen de una marca, se debió a mi apellido y porque mi padre me posicionaba donde yo quería. Como si yo fuese una pieza de ajedrez que el movía a su antojo. Mi padre jamás interfirió y de hecho, al comienzo no estaba de acuerdo con que yo me desenvolviera en este mundo y no en el empresarial, pero jamás dejó de apoyarme y tampoco me posicionó. Reconozco que haber empezado dentro de mi propia casa no fue la mejor opción, pero fueron los que creyeron en mi potencial. Mi familia apostó por mí y luego de cinco años, me volví la imagen oficial de otras firmas de lujo. Ya no era ropa, ahora los contratos mencionaban calzado, joyas, accesorios, maquillaje y hasta productos para el cuidado de la piel y cinco años más, yo, Hera West, ya era una modelo posicionada con diez años de experiencia y bastante cotizada. Mis perfiles generan, mi nombre genera dinero, audiencia y eso es lo que los diseñadores, las casas de moda buscan y durante todo este tiempo, lo han logrado trabajando conmigo. Pero este año, por primera vez, seré yo la que esté al mando y quien sea la imagen de este inmenso conglomerado que es conformado por más de cincuenta firmas distribuidas en ciento veinte países con más de treinta mil empleados. Eso, según el último informe del año pasado. Y es por esta razón que prefiero una reunión que me tome toda la mañana, que una que sea únicamente por dos horas, porque sé muy bien que cada una de las personas que conforman la junta directiva querrán intimidarme y al mismo tiempo ver, de que estoy hecha. Y no los juzgo, vengo de una jerarquía bastante fuerte de sustituir, pero lo que ellos no saben, es que mis intenciones no son reemplazar a los hombres que por años y años han sido quienes han manejado este barco. Mi intención es dejarles en claro que, siendo mujer, puedo hacer mi trabajo de manera excepcional como cada West que se ha sentado a la cabeza de este conglomerado. —Y a las doce y media, tienes el almuerzo con el Emir, Zaid Salman… —me informa, recordándome una vez más donde es la cita y cuando se da cuenta de que frunzo mis labios, guarda silencio. Dejo de ver la pantalla de mi portátil y fijo mis ojos en ella—. ¿Deseas cancelar la Hera? «¿Debería darle el gusto? ¿Por qué me lo debato aún?» —Por supuesto que no, querida —le sonrío aún más—. Zaid Salman quiere abrirse camino en territorio americano. Llegó a Nueva York, porque sabe que es la cuna de la moda y si eligió al conglomerado West para incluir su firma, es porque sabe que somos los mejores. No veo la razón por la cual cancelar ese almuerzo, ¿o tu sí? —Si me lo preguntas a mí como jefa, sabes perfectamente cuál será mi respuesta, pero si me lo preguntas cómo tu amiga, diría que Stephan no se lo tomará para nada bien. Ruedos mis ojos. —Si Stephan se lo toma bien o mal, ya no es mi problema, Doja. —¿Segura, Hera? Me quedo callada ante su pregunta, sopesando lo que le responderé. No puedo engañar a Doja, no después de todo lo que sabe. Ella es la única amiga real que tengo. Nos conocemos desde la universidad y aunque estudiamos carreras diferentes, hemos prevalecido hasta ahora. Cuando comencé mi carrera en el mundo de la moda, ella me acompañó sin dudar de mí y llegó un punto donde terminó siendo mi asistente personal. Cuando Eros me pidió hacerme cargo del conglomerado, no dudé en traerla conmigo. Aprecio mucho a su asistente, Lucia. La aprecio y la respeto, pero Doja es Doja y así como ha sabido cada una de mis responsabilidades por tantos años, ella sabe también cada historia de mi vida. Sobre todo esa que he vivido desde la universidad con el rey de los nerds que para nada tiene inteligencia emocional. Ella es una de las pocas personas a la cual no puedo engañar. —Romper mi corazón es una cosa —le digo al fin—. Pero romper mi ego es otra y él lo hizo sin importarle un carajo las consecuencias, Doja. —Sin duda lo hizo para herirte. —Romper el acuerdo que teníamos me hirió, es verdad. Pero hacerlo con una mujer que quiere ser la copia barata de mí y que él mismo es consciente de eso, sin duda es nefasto. —Esa mujer jamás será como tú, Hera. Y está loca. —Eso lo tengo más que claro, pero me enerva que intente ser como yo en todo y él, aun así, siga con ella solo por sacarme de mis casillas, Doja —resoplo—. ¿Acaso no es ser muy cínica? O sea, una cosa es copiarme el color del cabello y el estilo, porque se supone que parte de mi trabajo es influenciar lo que uso, lo que promuevo en mis redes, pero ¿cada cosa que hago? ¿En serio? Eso me asusta y me causa repulsión al mismo tiempo… ¡El colmo es que tenga a una cacatúa también de mascota! Suelto una gran carcajada y ella por supuesto que se ríe conmigo. —Está obsesionada contigo o es muy fan —sigue riéndose, restándole peso al asunto. Ella sabe los momentos raros que he tenido con fans con la realidad alterada. Una vez uno me hizo llegar más de cien cartas a mi casa, dejando en claro de manera explícita lo que deseaba hacerme si yo correspondía a su amor. Y no conforme con sus cartas, estuvo en un evento esperando por mí. Al verme, por supuesto, que se me aventó. Fue apresado, pero antes de eso, golpeado por Dexter que estaba presente, pero siendo acompañante de mi hermano. —Como sea, Stephan sabe lo que hace. Con sus acciones, sigue cavando su propia tumba y yo no voy a cancelar ese almuerzo solo por sus celos injustificados —dictamino—. Yo no tengo nada con Zaid Salman, por mucho que sonría ante su coqueteo. El folla muy tranquilo con la doctorcita esa… —Desde hace meses te ha dicho que no es así. —Y eso ya no me interesa en lo más mínimo, Doja —murmuro, sabiendo que me estoy mintiendo—. Como te dije; romper mi corazón es una cosa. Una con la que puedo lidiar muy bien, ¿pero mi orgullo? —niego, mirándola a los ojos—. Ya sabes que lo tengo bastante alto. Frunce sus labios asintiendo, yo opto por comenzar a trabajar y a mi amiga no le queda más que hacer lo mismo. Comienzo a revisar los documentos que están sobre mi escritorio, mientras que ella me da un breve resumen de las notas amarillista que los portales de noticia están difundiendo sobre la semana de la moda. Asistirán muchas figuras públicas, artista, directores ejecutivos. Todo un evento. Lo que me dice no tiene nada que ver con lo que aquí hago, pero me gusta estar atenta a todos los acontecimientos. —Aún no se menciona nada sobre Zaid, pero ten por seguro que después de tu cita con él, el rumor se esparcirá, darán con la identidad del hombre y habrá dos maneras de ver esto. O lo tildarán como tu nueva conquista o como un posible aliado en negocios. Y sabes perfectamente que, en ambos casos, tendrás la prensa sobre ti. —Tú sabes a lo que voy, pero si así lo quieren difundir, yo no me pronunciaré al respecto porque no tengo por qué darle explicaciones de lo que haga o deje de hacer con mi vida. Aplica para Stephan Campbell también. —Tú sabes lo que haces —me dice, mostrándome una genuina sonrisa—. Siempre lo has sabido, así que estoy tranquila… —se aleja—. Te dejaré para que trabajes, si necesitas algo, llámame. La veo alejarse hacia la puerta para irse a su oficina. Queda frente a la mía y era la que debió de usar Siena desde el comienzo. Es raro ver a mi amiga trabajar en el escritorio delicado que mi madre le compró a mi cuñada, pero es porque la extraño y eso que anoche hablamos un par de horas sobre la boda y todo lo que llevo organizado. —Ah, por cierto —dice, apareciendo detrás de la puerta, mirándome con una sonrisa divertida. Acaba de abandonar la oficina y ya ha vuelto—. Stephan ordenó tu desayuno. Estará aquí en unos minutos y pidió que lo comieras todo, adiós. Cierra la puerta sin darme tiempo a darle réplica. Ruedos mis ojos, comprendiendo por qué me lo dijo estando lejos y no frente a mí. «¿Acaso él cree que ocupándose de mi alimentación conseguirá mi perdón?» No regreso la comida porque es comida y hay que ser agradecidos. Hay personas que no tienen para comer y está mal desperdiciar el alimento, pero me lo como bastante obstinada porque se supone que no debo aceptar nada que venga de él y aquí estoy, preguntándome con qué alegrará mi estómago esta mañana. «Necesito poner verdaderos límites y necesito trabajar para pasar la cólera que ese ñoño sexi, despierta en mí con sus actos»
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD