«Suficiente de llorar, Hera»
Tomo aire y lo dejo salir sintiendo cómo el ardor en mi pecho aún permanece. La opresión también.
Sin limpiar mis lágrimas, me levanto al fin para ingresar a la casa. Cierro la puerta detrás de mí y con mi alma en vilo y los pedazos de mi corazón cayendo contra el suelo, subo las escaleras para ir mi habitación.
«Se fue, no se quiso quedar. Stephan no quiso quedarse y eso sin duda que me ha dolido»
Llego a mi habitación y como siempre, la algarabía de Roberto me recibe al verme. Ahora que lo veo con ganas de que lo acaricie, me siento más perra, porque no lo tomé en cuenta cuando llegué. En mi arrebato, lo ignoré a conciencia y para colmo, oyó todo lo que aquí nos dijimos.
Sonrío sin ánimos, pero me acerco a la puerta corrediza para darle el amor que se me
