Capítulo XIII XIIILa señora Tarrant, como es de imaginarse, quedó encantada con la descripción que su hija le hizo de la casa de la señorita Chancellor y el recibimiento que allí se le dispensó; y Verena durante el siguiente mes acudió muy a menudo a la casa de Charles Street. —Es suficiente con que seas tan agradable como sabes serlo —le había dicho la señora Tarrant, reflexionando complacida en que su hija lo era realmente; sabía comportarse bien en esas ocasiones. Y nadie se lo había enseñado; esa parte de la educación de las jóvenes que se denomina «urbanidad y distinción social» no había figurado de un modo preponderante en el currículum de la señorita Tarrant. Se le había enseñado que no debía mentir ni robar, pero, en cambio, sobre normas sociales era muy poco lo que sabía. Su ún