Sette

1013 Words
Finalmente paramos enfrente de un restaurante de comida Italiana tradicional. Eso me hizo recordar el incidente de New Haven, encuanto bajamos Lorenzo tomo mi mano guiando me adentro, no otra vez no. —Andiamo presto, vieni qui.- Susurraba mientras caminaba agachado. No puede ser, ahora va a querer llegar les por sopresa, afortunadamente ahora no hay gente así no tendré que ver sus rostros llenos de pánico. —Dove pensi di andare Lorenzo.- Sonó la voz madura de una mujer a nuestras espaldas obligando nos a voltear. —Vado nel mio appartamento che ho in affitto nel caso se lo fosse dimenticato, signora Ginevra.- Alegaba Lorenzo con un tono irritado y señalando hacia arriba. —Muchacho estúpido, claro que no olvido que rentas el departamento de arriba, me refiero que a dónde crees que vas sin primero saludar, ven a desayunar y no creas que no me di cuenta que no llegaste anoche. Me preguntó si sera su mamá o algo, se ve en edad para serlo pero sus rasgos son muy distintos. Lorenzo es inmensamente alto de piel clara, pelo rubio y rizado. Mientras que la señora es muy bajita pecosa y apesar de tener canas se ve que su pelo solía ser pelirrojo, aparenta tener unos cincuenta años aunque debo admitir que soy muy mala para adivinar edades . —Ademas traes a una chica, no te da vergüenza meterla a escondidas como delincuente. Quisiera decir algo al respecto pero verla hablar con ese furor que caracteriza a los Italianos me apeno. —Pobrecita se ve que tuviste una noche difícil, vayan a asearse y bajen a desayunar. Hice tu favorito Lorenzo, así que no tarden. Fue muy gracioso ver cómo esa cara de chico misterioso se tornaba rojiza y cambiaba su caminar sigiloso por uno torpe y rápido. Pero la risa me duró poco al recordar que pronto estaremos a solas en su departamento, volviendo me aún más vulnerable. Al entrar Lorenzo arrojó los cascos en el sillón más cercano. —Adesso ti porto qualcosa in cui cambiarti.- Dijo para luego encaminarse hacia lo que parecía ser una habitación. A plena vista el lugar es bastante normal, tiene ese estilo neoyorquino desgastado pero acogedor, parece un buen lugar que cubre la necesidades básicas de una familia pequeña pero se nota que Lorenzo apenas y ocupa una recamara y la sala. Al poco rato regreso para tender me una playera y pantalón suyos. —Il bagno è nel corridoio e poi a destra. Me señaló el baño, apesar de estar enormes lleve la playera y pantalón conmigo ya que me urge quitarme este vestido tan apretado. Me quite la chamarra que me prestó anoche y la coloque en el lavamanos, ignorando lo que ya es evidente me puse la ropa para ver qué tal me queda. Le hice unas cuantas modificaciones a la playera que me quedara como un vestido porque el pantalón no me funciona, ahora tengo que buscar algo más que ponerme, si no todos verán mi ropa interior de encaje verde. Asome la cabeza para ver dónde está Lorenzo, podía ver qué esta sentado en el sillón viendo el teléfono que compro en la gasolinera, aproveche que está entretenido para entrar a su recamara y ver si algo me sirve para usar. Encontré unos boxer de licra negros que me sirven como bikers, seguí buscando que más me pueda servir, en el proceso no pude evitar notar una montaña de maletines de diferentes tamaños todos del mismo color gris. Se ve la palabra peligro por todas partes pero en verdad quiero saber que llevan adentro. No pudo evitar obedecer le a mi curiosidad, deslice mi cuerpo del armario hacia los maletines. Mierda penas pude poner mis manos en uno de ellos cuando se escuchó un tosido fuerte detrás mío. —Mierda, lo siento pensé que eran maletas con ropa.-Grite excusándome. —Andiamo ora, ci stanno aspettando. No sé que fue más patético, mi escusa o que el miedo me obligara levantar las manos inconscientemente como una ladrona. Estaba segura de que me iba reprender por ello pero solo jalo mi mano llevándome abajo para desayunar con la amable señora Ginevra, no creo habernos tardado, pero después de estar desierto ahora el restaurante está hasta reventar. —Signora Ginerva.- Gritó Lorenzo a todo pulmón. Pensé que la gente se le quedaría viendo feo, pero muchos pararon de hacer lo que hacían para saludar. —Buongiorno Lorenzo. Se escuchaba por aquí y por allá. —Lo siento cariño, pero tardaron mucho en bajar y sabes que este lugar se vuelve un caus en la hora pico.-Decia la señora Ginerva mientras salía echa bala de la cocina. Lorenzo rápidamente tomo las pesadas charolas llenas de platillos de sus pequeñas manos para luego despacharlos en su mesa correspondiente. —Dov'è Sofia e le altre ragazze? —Lo siento Lorenzo pero todavía no llegan. Viendo la situación complicada en la que está la dulce señora y recordar que debo hacer algo para alivianar mi culpa por lo de New Haven me siento obligada a hacer algo. —Si quiere nosotros podemos ayudar le.- Dije con voz temblorosa. —O no cariño tu eres la invitada de Lorenzo y yo les prometí un desayuno, solo esperen un poco. Decía con un semblante de nervios. —Por Favor deje me ayudar. —Que dulce niña, bueno ven conmigo te diré con que me puedes ayudar. Pobre deja te doy unos zapatos más cómodos y un mandil. Sin más nos pusimos manos a la obra, la señora Ginerva y los cocineros prepararon rápido, mientras Lorenzo y yo estuvimos como meseros. No sé en qué lío me estoy metiendo ya que nunca había sido mesera antes de hecho nunca e trabajado, pero ver a la pobre señora Ginerva así me quiebra el corazón. Afortunadamente al poco tiempo la gente se fue llendo hasta que el lugar se volvió a vaciar, los clientes fueron amables y pacientes, hubo uno que otro que se puso pesado pero creo que es el karma por lo que hicimos en New Haven.
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